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Falleció Eduardo "Jimmy" Quattropani, semblanza del hombre más poderoso de San Juan

Durante 32 años ejerció como jefe de los fiscales de la provincia. Se codeó con la política, construyó lazos con los medios y su palabra era por demás influyente en Tribunales.

Por Natalia Caballero

A las 7.30 en su oficina de Tribunales. Levantó el teléfono y pidió el desayuno: una tortita y una Coca Zero. “Desayuno de obrero”, definió rápidamente con su voz ronca. En esa oficina del segundo piso todo el mundo sabía que él mandaba. No necesitaba hacer manifestaciones grandilocuentes, con su caminar cansino y sus manos agarradas atrás de la espalda bastaba para que todos supieran que era el dueño del poder. Lo sabían en todos lados: en Casa de Gobierno, en la Corte, en la Cámara de Diputados. Y Eduardo “Jimmy” Quattropani también, un hombre que durante 32 años edificó un nombre propio más grande que cualquier otro dentro de la Justicia de San Juan. Este lunes 21 de julio, a las 4:40 de la madrugada, falleció. La muerte se produjo después de que permaneciera más de 100 días internado, según confirmó con dolor su familia.

El Jimmy, como lo conocieron todos, nació al cobijo de una familia de renombre. Su padre, Juan Pablo Quattropani, era el hijo de un inmigrante nacido en la singular isla de Sicilia, en el sur de Italia. Su madre, Ivonne Barud, hija de libaneses, fue una mujer que estudió Ciencias de la Educación y Filosofía en Buenos Aires. Hizo una importante carrera ligada a la enseñanza en San Juan. En esa casa jamás faltaron los libros, el debate. Así se criaron los ocho hermanos Quattropani-Barud, entre ellos el Jimmy.

Se recibió de abogado y rápidamente incursionó en la política. Mientras ejercía como abogado, participaba activamente en la Cruzada Renovadora, en donde Alfredo Avelín seducía con su poder magnético de oratoria. Trabajó en la Cámara de Diputados, fue un destacado operador y armador junto a Virginia Branca, quien décadas después entró al Ministerio Público Fiscal donde Quattropani ya era líder.

En 1993, Quattropani fue designado como Fiscal General. Fue el primero de una seguidilla de espacios que se cubrieron en la Justicia durante la década de los ’90. En 1995, le tocó el turno al bloquismo y Adolfo Caballero entró a la Corte y en 1996 Diputados hizo lo propio con Juan Carlos Caballero Vidal, uno de los abogados defensores del exgobernador Jorge Alberto Escobar en el juicio político que terminó en destitución en 1992.

Al Jimmy no se le escapaba nada. Sabía exactamente qué estaban haciendo los profesionales a los que les había delegado una función importante. Se definía como un protector de los suyos, pero puertas adentro cada tanto ardía Troya. Así como dentro de Tribunales había gente que lo quería mucho, también había gente que no. Sabía convivir con eso y su fama de hombre fuerte no le molestaba.

En los últimos años de su gestión, cuando su poder creció exponencialmente por la puesta en marcha del sistema acusatorio, lo que le permitió influenciar en la designación de fiscales, ayudantes fiscales y otros cargos de importancia. Controlaba un ejército de leales profesionales, quienes lo respetaron y siguieron sus órdenes aún cuando estaba internado. Con el sistema acusatorio en marcha, también era el hombre que sabía todo lo que pasaba en la provincia en materia penal y quiénes eran los protagonistas. Información sensible, que administró a lo largo de esta década.

El Jimmy le puso la firma a varios encontronazos con la Corte de Justicia. Es que si una habilidad permaneció intacta en él, era el arte de saber hacer política. Sabía cómo deslizar un tema para que se hiciera público, a quién tenía que decirle un entretelón para que cobrara fuerza en esos pasillos ávidos de operaciones.

Por su poder de influencia y su experiencia, era un hombre de consulta para el poder de turno. Se acomodó a las épocas, interpretó las necesidades y debilidades de cada uno de los gobernadores que estuvo en el sillón de la calle Paula desde 1993. Se lo pudo ver ingresando a Casa de Gobierno en algunas ocasiones. Para dar su opinión, repetían los que lo convocaban.

Con la prensa también cultivó una relación en la que primó el interés y la conveniencia mutua. Recibía a varios periodistas en su oficina, para charlar generalmente. Siempre quedaba data fina, que después le daban vida en los medios. El tire y afloje era concienzudo. No había ribetes en el ida y vuelta porque tanto la fuente como el entrevistado tenían en claro

En su oficina, además de un escritorio de gran porte muy pulido, también podía verse una ilustración de sí mismo que hizo el caricaturista Gustavo Idemi, para una nota publicada en Tiempo de San Juan por el director del medio, Sebastián Saharrea. Le gustaba mucho lo que había captado el artista, por eso tenía en su lugar de laburo esa imagen en la que se retrató un hombre fumando en pipa, con look de inspector old school.

Las charlas con el Jimmy eran cosa seria. Decidía interrumpir seguido la conversación para corroborar datos, fechas o lo que fuera que le generara dudas. Levantaba el teléfono y les pedía a sus colaboradores la información exacta. Al rato, estaba lo que pedía. Era un obsesivo del trabajo, Tribunales era su hogar. Y parecía que no se permitía errar.

Sabías que era sábado en la mañana en Tres Cumbres si te cruzabas con el Jimmy en alguna de las mesitas de café. Generalmente, acompañado de su esposa. Otras veces, en una mesa que solía compartir con el intendente de Albardón, Juan Carlos Abarca. Desfilaban para saludarlo otros dirigentes políticos y algún que otro periodista madrugador. Si estaba afuera, fumaba un puchito armado. De color marrón. Se lo veía bien. En la suya. Como siempre.

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