Este jueves los diputados de la Nación sesionaba con dos temas fundamentales en agenda: la reelección de Cecilia Moreau al frente de la Cámara baja, y la creación de ocho nuevas universidades públicas, algunas en lugares que no tiene acceso a la oferta educativa, y también la Universidad de las Madres de Plaza de Mayo, a pocos días del fallecimiento de la dirigente de los derechos humanos Hebe de Bonafini, Decididos a bloquear la sesión, legisladores macristas interpusieron cuestiones de forma y fueron llevando la sesión a una situación de imposible cumplimiento.
Finalmente, Cecilia Moreau decidió suspender el debate, la oposición se retiró, y quedó en minoría el Frente de Todos con diputados que pretendían hacer uso de la palabra.
Mientras los legisladores macristas se retiraban, el bonaerense Cristian Ritondo, un dirigente clave dentro del PRO nacional, levantó las manos y le hizo un gesto clásico y obsceno a la presidenta: un circulo con el pulgar y el índice de una mano, y en este, el dedo índice de la otra mano extendida, entrando y saliendo.
https://twitter.com/MoniMacha/status/1598423231236546575
Esto sacó de quicio a los diputados del Frente de Todos, que denunciaron la acción en el recinto, en una conferencia de prensa posterior, y en redes sociales.
Ya antes había cruzado a Moreau desde su banca gritándole "Venezolana", aplicando el gentilicio del país latinoamericano como si fuera un insulto, un gesto que fue rechazado por xenófobo.
https://twitter.com/marcoscittadini/status/1598496352081690624
Ante el escándalo, y el video rebotando en todas las redes sociales, Ritondo decidió defenderse con un ataque: “Lo subo yo también: grito porque se cagan en el Congreso, en el reglamento, en las leyes, en las instituciones. Grito también porque se negaron a darme la palabra. Solo aparecen para apretar a la Justicia. Ese soy yo, el del video, gritando que NO había quórum”.
https://twitter.com/cristianritondo/status/1598430767910391808
Pero la picardía de Ritondo lo dejó en evidencia. El video que subió no era el de la polémica, sino el de los gritos, donde su actitud se confundía con la del resto de sus colegas.