Transcurrió más de un mes del intento de femicidio en Chimbas y la víctima aún se recupera de las lesiones que sufrió tras recibir una brutal paliza de parte de Matías Olmedo, quien permanece tras las rejas con prisión preventiva. En ese contexto, desde el entorno de la chica de 19 años develaron detalles del comportamiento del agresor en la antesala del demencial ataque, que de milagro no se cobró su vida.
El 9 de enero, en horas de la madrugada y en el interior de un domicilio en la Villa El Salvador, el acusado de homicidio en grado de tentativa agravado por la violencia de género golpeó a su pareja hasta dejarla inconsciente. Luego, le pidió a los vecinos que llamasen a la Policía y a las autoridades les dijo que la joven lo había querido matar. Sin embargo, las pruebas fueron contundentes y quedó en la mira de la Justicia.
Ahora, la familia de la muchacha que fue internada en el hospital con múltiples heridas -muchas de ellas en el rostro y la cabeza- y que debió ser operada de su ojo derecho, habló con Tiempo de San Juan y contó cómo fue la escalada de violencia del imputado, mientras mantenía relación con la víctima y que terminó de la peor manera.
La madre de la joven, Yanina Quilpatay, comentó que su hija evoluciona de manera favorable no sólo física, sino psicológica y emocionalmente; algo que le provoca alivio entre tanto horror. Es que con el curso de los días, la víctima -que nunca antes había manifestado estar sometida por su ex- se abrió con los suyos y relató otros episodios de violencia con Olmedo. Aseguró que si bien no había recibido un golpe de su parte, sí había experimentado zamarreos y había visto cómo el sujeto se sacaba de quicio.
"Golpeaba las paredes, cuenta que rompía cosas y que le agarraba fuerte los brazos. Después veíamos que tenía moretones ahí, pero pensábamos que estaba anémica, de hecho fuimos al médico por eso", declaró la madre. No obstante, nadie de su círculo imaginó lo que sucedía puertas adentro. "Sabíamos que discutían, pero nada más", agregó.
Antes de irse a vivir solos, el imputado y la víctima convivían en la casa de la familia de la chica. En una oportunidad, la madre descubrió que tenía una mordida marcada en su rostro. Por ese hecho, habló con los dos y él le dijo que se trató de una broma. Entonces, la mujer les pidió que no hicieran esos "juegos".
La víctima confesó que cuando se hallaban solos bajo un mismo techo, los hechos de violencia se multiplicaron. El consumo de drogas del sujeto agravaba su conducta y hasta los transformaba en alguien irreconocible. Así lo describió la muchacha que, a sus tiempos, abre los ojos frente a un vínculo de sometimiento. Eso es lo que aseveró su madre, quien agradeció el trabajo de la psicóloga que la asiste.
"Al principio, ella no hablaba nada, estaba como ausente. De hecho un día admitió que se comportaba así porque sentía que estaba muerta", reconoció la mujer al mismo tiempo que se le quebró la voz. "Después se fue soltando y ahora entiende que las cosas no 'le pasaron', sino que hubo alguien que la agredió y que ese tiene nombre y cara", agregó la madre.
Quilpatay, que explicó que su hija aún debe ser seguida de cerca por un coágulo que tiene en la cabeza producto de la paliza, expresó que aunque no está en condiciones de regresar a su vida normal, poco a poco sale adelante. "Al principio decía que no podía dormir, que cada vez que cerraba los ojos se acordaba del ataque. Decía que tenía miedo de abrir los ojos y volver a verlo encima suyo ahorcándola, como lo hizo esa madrugada. Cuántas veces lo habrá hecho", se lamentó.
La escena que se registró en el departamento donde fue la agresión resultó ser un baño de sangre. Según las fuentes, había sangre por todos lados y la misma era de la víctima, que todavía tiene pendiente su revisión en hematología, dada la cantidad de sangre que perdió. "Sufre mareos, pensamos que es por eso, está muy débil", señaló la madre.
Con sus esfuerzos puestos en mejorar y salir adelante, la víctima es acompañada por su familia y por los profesionales que la contienen. A nivel judicial, la causa sigue siendo investigada por la UFI CAVIG y tiene al imputado encarcelado. Su defensa, representada por Filomena Noriega, había solicitado la prisión domiciliaria; sin embargo y frente a la oposición de la fiscalía, la respuesta fue un revés de la jueza de Garantías de turno.
Es por ello que por los próximos 8 meses, Olmedo seguirá preso en el Penal de Chimbas; aunque no si antes se eleva la causa a juicio y su situación procesal se dirime en la siguiente instancia. El femicida en potencia afronta un castigo que va de los 10 a los 15 años de prisión efectiva.