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Historias del Crimen

La banda del Médano de Oro que asaltó y asesinó a garrotazos a un vecino

Esa banda estaba compuesta por los primos Peña Bates. Tenían atemorizados a los vecinos de Médano de Oro y una noche de 1991 atacaron a dos hombres mayores que eran hermanos.

Por Walter Vilca

Historias del Cr

Los primos Peña Bates eran patoteros, vándalos y rateros, pero no asesinos. No hasta esa noche de otoño de 1991 en que, en otras de sus borracheras, tres miembros de esa familia de Médano de Oro salieron a robar a las casas vecinas y atacaron de manera desalmada a dos hermanos mayores que vivían solos. Esa noche se convirtieron en homicidas, a una de sus víctimas la mataron a garrotazos.

El caso de Amadeo Segundo y Alberto Dionicio Peña y su primo Juan Carlos Bates es un capítulo aparte en Historias del Crimen dentro de otros terribles relatos en los que volverá a oírse, al menos, el apellido Bates.

Como se verá después, Juan Carlos Bates marcó su sangrienta carrera criminal a partir de esa noche del viernes 14 de junio de 1991. Tenía apenas 22 años. Sus primos Amadeo y Alberto, 23 y 25. Y por lo que señalan en la causa judicial, estos tres jóvenes estuvieron bebiendo horas antes con otros miembros de la familia en cercanías de sus casas en la zona de la calle Alfonso XIII y 12, en el Médano.

Los hermanos Olivares

En otra parte, en el llamado coincidentemente callejón Peña, entre las calles 10 y Alfonso XIII, los hermanos Juan de la Cruz y Justo Olivares cenaban en su rancho bajo la luz de una vela. De hacía tiempo ambos acompañaban sus soledades. Juan, de 52 años, porque estaba separado. Y Justo, de 66, por haber enviudado.

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El Médano. Los testimonios de aquellos años señalan que los Peña y Bates tenía atemorizados a los vecinos de la zona de Médano de Oro. Foto de Diario de Cuyo.

El Médano. Los testimonios de aquellos años señalan que los Peña y Bates tenía atemorizados a los vecinos de la zona de Médano de Oro. Foto de Diario de Cuyo.

El mayor de los Olivares se encontraba cansando. Se había levantado temprano ese viernes para ir al centro capitalino a cobrar su jubilación: 1.200.000 australes. Después almorzó con su hijo en Trinidad y a la tarde regresó al Médano de Oro. Es por eso que apenas terminaron de cenar, los Olivares se fueron a la habitación y se acostaron a dormir alrededor de las 21.

Lo que no esperaban era que, en otro sitio del Médano de Oro, los hermanos Peña y su primo Juan Carlos Bates planeaban salir a la cacería de algún vecino. Esa noche, eligieron a los Olivares, pues sabían que eran personas mayores y estaban solas.

El ataque

Serían las 21.30 del 14 de junio de 1991, cuando los Peña y Bates patearon la puerta del rancho de los hermanos Olivares y entraron rápido para sorprenderlos. Juan de la Cruz y Justo no pudieron ponerse de pie, que ya tenían encima a los sujetos en medio de la oscuridad. Ahí empezó su pesadilla.

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El cadáver. Los policías retiran el cuerpo sin vida de Juan de la Cruz Olivares del rancho del callejón Peña. Foto de Diario de Cuyo.

El cadáver. Los policías retiran el cuerpo sin vida de Juan de la Cruz Olivares del rancho del callejón Peña. Foto de Diario de Cuyo.

Uno de los desconocidos prendió el candil para alumbrar. Aunque a Justo lo pusieron contra una pared y lo obligaron a bajar la cabeza, alcanzó a ver los rostros de los Peña. El jubilado recordó que su hermano Juan intentó enfrentarlos, que por esa razón le dieron algunos golpes para amedrentarlo. Pero los delincuentes se pusieron más furioso, cuando éste les dijo que no tenía nada de dinero.

Es posible que creyeron que les mentía. Además, como Juan de la Cruz se puso reacio, los Peña y Bate quisieron darle un escarmiento y le propinaron una paliza. Uno de ellos tomó el cabo de un hacha y le dio unos garrotazos. Otro tomó un palo y también le pegó. La versión es que se turnaron para apalearlo y que Juan Carlos Bates lo remató en el piso.

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Testimonio. El periodista Félix Naranjo, de Diario de Cuyo, entrevistando a Justo Olivares. Foto de Diario de Cuyo.

Testimonio. El periodista Félix Naranjo, de Diario de Cuyo, entrevistando a Justo Olivares. Foto de Diario de Cuyo.

Justo Olivares escuchó los gritos de su hermano y suplicó que no le pegaran, pero nada los frenó. Después fueron por él, aunque no se resistió y les indicó que toda su plata estaba dentro de un bolsillo de su saco colgado en el perchero. Eso lo salvó.

Los ladrones tomaron los 1.150.000 australes. También manotearon dos pantalones de grafa, un pullover, una radio a pilas y un reloj pulsera con malla de cuero. “Más vale que no digas nada, que volvemos y te matamos”, fue la amenaza, antes que se marcharan del rancho.

Con el cadáver en la pieza

El jubilado no supo qué hacer. Estaba tan aterrorizado que se acurrucó en un rincón y no pegó un ojo mientras rogaba en la oscuridad que los maleantes no volvieran a aparecer. Recordó que buscó auxiliar a su hermano, que lo tocó y sintió su cuerpo frío. Ahí se dio cuenta que podía estar muerto.

El hombre mayor se amaneció encerrado dentro de esa pieza junto al cadáver de su hermano Juan de la Cruz y recién se animó a salir cerca del mediodía del sábado 15 de junio de 1991. Caminó hasta una finca vecina y pidió ayuda para que lo acompañaran a la Policía.

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Detenciones. Juan Carlos Bates (al medio) y su primo Alberto Dionicio Peña (a la derecha) son trasladados esposados por un policía de civil. Foto de Diario de Cuyo.

Detenciones. Juan Carlos Bates (al medio) y su primo Alberto Dionicio Peña (a la derecha) son trasladados esposados por un policía de civil. Foto de Diario de Cuyo.

Los primeros uniformados que se hicieron presentes en el rancho del callejón Peña constataron que el menor de los Olivares llevaba varias horas de fallecido. En el lugar secuestraron los palos que usaron para matarlo.

Juan de la Cruz Olivares presentaba múltiples heridas producto de una feroz golpiza. Se trataba de un crimen, bajo el móvil de robo. Justo Olivares relató en detalle todo lo sucedido y sindicó a los Peña como los autores del brutal ataque.

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Confeso. Amadeo Segundo Peña frente al periodista Félix Naranjo. Foto de Diario de Cuyo.

Confeso. Amadeo Segundo Peña frente al periodista Félix Naranjo. Foto de Diario de Cuyo.

Esa mañana los policías de la Comisaría 6ta y la Brigada de Investigaciones Sur también tomaron conocimiento que los mismos ladrones habían entrado a la finca de la familia Manzane en la madrugada y robaron un freno de caballo.

Las detenciones

Los investigadores sabían que eran los Peña. El juez José Enrique Domínguez, a cargo del caso, ordenó los allanamientos en la casa de éstos en la calle Alfonso XIII y 12. Así fue que detuvieron a Amadeo Segundo y Alberto Dionicio Peña, y a un hermano adolescente, que se suponía que había andado con ellos la noche anterior. Este último luego fue desligado de la causa.

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El mayor de los Peña. Este es Alberto Dionicio Peña, durante sus años en prisión.

El mayor de los Peña. Este es Alberto Dionicio Peña, durante sus años en prisión.

A partir de estas primeras detenciones, y por lo que alcanzaron a decir los sospechosos, los policías se trasladaron a la calle 14, donde residía Juan Carlos Bates. Ahí apresaron a este joven y secuestraron 600 mil australes, la radio de los Olivares y el freno del caballo de la familia Manzane.

El caso fue esclarecido a las horas. El testimonio de Justo Olivares fue clave, pero también el de algunos vecinos que vieron esa noche a los dos hermanos Peña y a Bates en la zona. Otra prueba fundamental fueron los elementos secuestrados y la propia confesión.

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El menor. Amadeo Segundo Peña, estuvo largos años en el penal de Chimbas.

El menor. Amadeo Segundo Peña, estuvo largos años en el penal de Chimbas.

Es que los hermanos Amadeo y Alberto Peña y su primo Juan Carlos Bates declararon ante el juez Domínguez y admitieron que fueron ellos que los que entraron a robar a la casa de los Olivares y mataron a golpes al jornalero.

Félix Naranjo, un viejo periodista de Diario de Cuyo, logró entrevistarlos en los pasillos de Tribunales cuando salían de las indagatorias. “Y bueno, la verdad es que ya está hecho, qué vamos a hacer”, respondió Alberto en el momento en que el redactor le preguntó si ellos habían matado a Juan de la Cruz Olivares.

Duras condenas

Aunque los tres se autoincriminaron, existió la sospecha que hubo más involucrados. Lo cierto fue que los dos hermanos Peña y su primo Bates fueron procesados y enviado al penal de Chimbas, acusados del delito de homicidio criminis causa. Esto es matar a una persona para consumar u ocultar otro delito, en este caso el robo. A Bates le sumaron, además, el delito de hurto por la sustracción del freno del caballo de la finca de los Manzane.

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La última foto. Esta es una de las últimas imágenes que se tienen de Juan Carlos Bates, el reo que cargaba con dos asesinatos y murió en un hospital.

La última foto. Esta es una de las últimas imágenes que se tienen de Juan Carlos Bates, el reo que cargaba con dos asesinatos y murió en un hospital.

En septiembre de 1992, los tres fueron condenados mediante un juicio escrito. Como Juan Carlos Bates ya cargaba con dos condenas anteriores por delitos contra la propiedad y se lo acusaba de homicidio y hurto, lo castigaron a la pena de reclusión perpetua. A los hermanos Amadeo Segundo y Alberto Dionicio Peña le dieron prisión perpetua, sólo por el asesinato.

De los tres, el más conocido fue sin duda Juan Carlos Bates, que fue noticia en las páginas de policiales en otras oportunidades y hasta en el día de su muerte. En diciembre de 2010, cuando aún gozaba de libertad condicional, asaltó y asesinó de 16 puñaladas a un mecánico, pero esa es otra historia. Como lo es la forma en que Bates se despidió de este mundo el 15 de septiembre de 2019, en completa soledad y tras un mes de agonía en el Hospital Guillermo Rawson por la ingesta de un elemento metálico dentro de la cárcel.

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