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Historias del Crimen

El duelo a sangre y muerte de dos asesinos dentro del penal de Chimbas

La historia relata el asesinato de un preso del penal de Chimbas. Fue en junio de 1993 y se trató de un duelo. La víctima cargaba con dos homicidios. El agresor había matado a un policía.

Por Walter Vilca

De lejos se escucharon los gritos y una estampida proveniente del patio. A los segundos, aparecieron algunos presos por el pasillo del pabellón pidiendo a los guardias que salieran, que había problemas. Nadie decía qué pasaba.

Norberto Pérez, uno de los jefes de la seguridad interna de la cárcel, encaró hacia el patio junto a otros dos penitenciarios suponiendo que se producía otra reyerta entre presos. Pero no fue así, o mejor dicho la pelea ya había terminado. Al único que hallaron en el patio fue al reo apodado “El Loco Quique”, que permanecía en el piso retorciéndose del dolor y con las manos ensangrentadas tomándose el estómago.

A las 16 horas del martes 11 de junio de 1993, Enrique Esteban Gómez –así era su nombre- era ingresado a la guardia del Hospital Marcial Quiroga por personal del penal de Chimbas. Debido a la gravedad de la herida tuvo que ser derivado al Servicio de Urgencias del Hospital Guillermo Rawson, donde minutos después de las 17 se produjo su deceso por un shock hipovolémico a consecuencia de uno de los facazos que recibió a la altura del hígado.

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"El Loco Quique", Este era Enrique Esteban Gómez, el preso asesinado. Foto de Diario de Cuyo.

"El Loco Quique", Este era Enrique Esteban Gómez, el preso asesinado. Foto de Diario de Cuyo.

Las últimas palabras de “El Loco Quique” antes de su muerte, revelaron lo que el pacto de silencio de los demás presos pretendía callar. Mientras era atendido en el Rawson, Gómez alcanzó a nombrar a un compañero de pabellón, de apellido Celán, como el autor del ataque. Sólo hizo esa mención.

Por esas horas los guardiacárceles dieron con el arma homicida. Alguien había intentado esconderla entre un montículo de cenizas, a un costado del patio. Era una planchuela de hierro de 36 centímetros de largo por 3 de ancho, con una punta bien afilada en un extremo y unos retazos de tela envueltos en el otro, que servía de empuñadura. Las llamadas facas o chuzas, las típicas armas casera que fabrican los presos.

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Clima tenso. Así se veía el ingreso al pabellón 4, en esos días. Foto de Cuyo.

Clima tenso. Así se veía el ingreso al pabellón 4, en esos días. Foto de Cuyo.

También detectaron manchas de sangre, que marcaban un recorrido de 20 metros. Esto señalaba que “El Loco Quique” caminó herido por ese tramo hasta que se desplomó, sin que nadie le prestara ayuda.

Ningún preso abrió la boca para contar cómo fue el incidente o quién agredió a Gómez. Los penitenciarios explicaron que en esos momentos los celadores y los otros guardias no estaban en el patio porque parte del personal entró al pabellón a sacar al resto de los internos y otro realizaba tareas para habilitar las aulas la escuela.

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Vigilancia policial. Tras el crimen, la Policía reforzó la seguridad externa en el penal de Chimbas. Foto de Diario de Cuyo.

Vigilancia policial. Tras el crimen, la Policía reforzó la seguridad externa en el penal de Chimbas. Foto de Diario de Cuyo.

Por miedo a las represalias o porque la vida no vale nada en la cárcel, todos los presos del Pabellón 4 eligieron callar. Aun así, la verdad no se pudo ocultar por mucho tiempo. En la noche del martes 11 de junio de 1993, los penitenciarios entraron a la celda de Juan Carlos Celán y lo encontraron herido.

Se quejaba mucho y parecía que se iba a morir, pero no era más que una puesta de escena. Fingía. Las heridas cortantes que presentaba resultaron ser superficiales. Luego él mismo se delató. Celán confesó ante los penitenciarios: “Sólo me defendí. Él me quiso matar”, en clara alusión al enfrentamiento ocurrido horas antes que derivó en el asesinato de “El Loco Quique” Gómez, aunque no admitió el crimen. En su corto relato aseguró que no sabía qué pasó porque perdió el conocimiento.

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El agresor. Juan Carlos Celán, el asesino de "El Loco Quique". Foto de Diario de Cuyo.

El agresor. Juan Carlos Celán, el asesino de "El Loco Quique". Foto de Diario de Cuyo.

Su breve confesión sirvió para que los penitenciarios confirmaran los dichos de la víctima e informaran sobre estas revelaciones a los policías de la Comisaria 13ra y de la Brigada de Investigaciones, que investigaban el caso. Sus propias palabras lo autoincriminaban y lo ponían como como principal sospechoso, de modo que el juez interviniente dispuso que un médico lo atendiera por las heridas y ordenó que lo separaran de la población carcelaria por su seguridad.

Faltaba determinar qué había pasado entre ellos. Ni Gómez ni Celán eran delincuentes comunes. El registro de antecedentes de cada uno de ellos lo decía todo. Los dos cargaban con asesinatos en su haber.

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Un doble homicida. "El Loco Quique" cargaba con dos asesinatos en su haber.

Un doble homicida. "El Loco Quique" cargaba con dos asesinatos en su haber.

Enrique Esteban Gómez, de 38 años y conocido como “El Loco Quique”, había caído preso por un par de peleas que terminaron en intentos de homicidios. Además, su prontuario estaba escrito con sangre por el asesinato de un joven llamado Evaristo Daniel Vera, en 1982. Los recortes periodísticos indican que Gómez mató a ese muchacho de un balazo en la garganta durante una batahola a la salida de un baile en Chimbas. Por ese asesinato fue condenado a 8 años de reclusión.

“El Loco Quique” permaneció encerrado en el penal de Chimbas hasta 1987, año en que salió gracias a los beneficios carcelarios. Pero si por algo recordaban a Gómez, era por el aberrante asesinato que cometió el mediodía del martes 21 de marzo de 1989 en el interior de la famosa –hoy desaparecida- Villa Costa Canal, en Concepción, Capital.

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La Villa. Una foto de Diario de Cuyo captó cómo quedó la casa de Enrique "El Loco Quique" tras el asesinato de la niña de Villa Costa Canal.

La Villa. Una foto de Diario de Cuyo captó cómo quedó la casa de Enrique "El Loco Quique" tras el asesinato de la niña de Villa Costa Canal.

Ese día, minutos antes de las 13, la pequeña Alejandra Gabriela Palacios volvía de comprar una manzana para la merienda de la escuela. La niña de 9 años caminaba a su casa, cuando pasó por el frente del rancho de “El Loco Quique” y recibió un fulminante balazo en la cabeza.

La niña murió aquella tarde en el hospital. Gómez, en principio, se escondió en su casa, pero una muchedumbre lo puso en fuga y escapó por los fondos. Los enardecidos vecinos prendieron fuego a su casa de adobe. El caos fue tal que los policías del Cuerpo de Infantería tomaron ocupación de la villa para contener a la gente que buscaba a “El Loco Quique” para hacer justicia por mano propia.

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Bronca vecinal. El crimen de la nena de Villa Costa Canal movilizó a todos los vecinos que quisieron hacer justicia por mano propia. Foto de Diario de Cuyo.

Bronca vecinal. El crimen de la nena de Villa Costa Canal movilizó a todos los vecinos que quisieron hacer justicia por mano propia. Foto de Diario de Cuyo.

Los policías de la Seccional 2da capturaron a Gómez horas después en otra parte de la villa. Se había refugiado en la casa de su supuesta novia, una adolescente de 15 años. Para tratar de zafar, armó una treta para convencer a los policías de que no fue él quien disparó. Directamente culpó a la jovencita. Aseguró que ella manipuló el revólver y se le escapó el tiro.

La coartada no funcionó. Nadie le creyó ese relato y, aunque no cabían dudas de la autoría de Gómez, no quedaron en claro las circunstancias del crimen. Al tiempo, “El Loco Quique” fue condenado a la pena de 14 años de cárcel por el delito de homicidio simple. Enrique Gómez volvió al Servicio Penitenciario Provincial con esa otra condena. Un año más tarde conoció a Juan Carlos Celán, su compañero ocasional en el Pabellón 4 del Sector 1 de la cárcel de avenida Benavidez.

"El Loco Quique" Gómez se conoció con Celán en 1990. El primero ya cargaba con dos asesinatos y el otro había caído preso por matar a un policía.

Celán también tenía un oscuro pasado. Purgaba una condena de 8 años de prisión por el asesinato del sargento Tomás Adolfo Castro, en un hecho ocurrido la noche del sábado 10 de febrero de 1990.

Fue algo casual, pero alevoso. El sargento Castro caminaba hacia una parada de colectivo cuando se encontró con una joven que, asustada y nerviosa, le pidió ayuda porque su pareja quería golpearla. El agresor era Juan Carlos Celán, que venía persiguiendo a la muchacha.

El policía procuró interceder y calmar a Celán, pero éste sacó un revólver y le disparó un balazo en el rostro a sangre fría. Eso sería determinante para el uniformado de la Policía de San Juan. El sargento Castro fue auxiliado y trasladado al Hospital Guillermo Rawson. Su estado de salud estuvo complicado desde el minuto uno a consecuencia del daño cerebral y murió la mañana del lunes 12 de febrero de 1990.

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El policía muerto. El sargento Tomás Castro estaba por jubilarse cuando fue asesinado por Juan Carlos Celán.

El policía muerto. El sargento Tomás Castro estaba por jubilarse cuando fue asesinado por Juan Carlos Celán.

Así las cosas, las vidas criminales de Enrique Esteban “El Loco Quique” Gómez y Juan Carlos Celán se cruzaron por cuestiones del destino en 1990 dentro del Pabellón 4 del Sector 1 de la cárcel. Ahí surgió ese pleito entre ambos, que quisieron poner fin la tarde del 11 de junio de 1993 con un duelo a muerte en el patio de la cárcel.

Una de las hipótesis de los investigadores policiales apuntaba a que el asesinato fue el resultado de una gresca entre dos bandos rivales del pabellón 4. Otra teoría señalaba que se trató de una rencilla por un simple problema de convivencia o por una fuerte disputa por ver quién mandaba en el pabellón.

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El sobreviviente. Esta es una de las últimas fotos de Juan Carlos Celán. Actualmente se encuentra en libertad.

El sobreviviente. Esta es una de las últimas fotos de Juan Carlos Celán. Actualmente se encuentra en libertad.

Los dos cargaban con la chapa de asesinos, pero es sabido que dentro de la cárcel también reina la ley del más fuerte y en ocasiones las peleas son a muerte. En este caso, “El Loco Quique” no vivió para contarla. Celán, en cambio, agregó otra muerte a su prontuario. Y todo quedó ahí.

El 12 de agosto de 1994, el tribunal compuesto por los jueces Raúl Iglesias, Arturo Velert Frau y Diego Román Molina condenaron a Juan Carlos Celán a 12 años de prisión por el homicidio del reo conocido como “El Loco Quique”. Esto prolongó su estadía en el penal de Chimbas hasta que recuperó la libertad. Hoy se desconoce su paradero.

FUENTE: Sentencia de la Sala III de la Cámara en lo Penal y Correccional, artículos de Diario de Cuyo y hemeroteca de la Biblioteca Franklin Rawson.

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