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Historias del Crimen

"El Negro" Camargo, el canillita y la banda del violento y millonario atraco a una familia empresaria en el centro de San Juan

El violenta y millonario atraco se produjo una mañana del 2004. Después se descubrió que estaban implicados un canillita y el archiconocido delincuente Víctor "El Negro" Camargo.

Por Walter Vilca

Pronunciar el nombre Víctor Camargo, es hablar de palabras mayores y de una verdadera celebridad en San Juan, pero del mundo del crimen. “El Negro” o “El Chato” es una leyenda viviente de un hombre que las hizo todas y sobre quien se podría escribir un libro del género policial. “Para muestra, basta un botón”, dice el refrán. Y entre las muchas historias criminales que carga en su haber, está aquella la de una madrugada de marzo de 2004 en la que, junto a un canillita, dos cordobeses y un cómplice más, perpetró el violento y millonario atraco contra una familia empresaria en un edificio céntrico de la ciudad de San Juan.

En los expedientes judiciales se destaca que el mentor y principal ejecutor de ese golpe armado fue el mismísimo Víctor Rodolfo Camargo. Cuándo y cómo lo planeó, es un secreto que se llevaran a la tumba todos los partícipes de ese golpe y a los cuales identificaron, y esos otros cuyos nombres nunca se conocieron. Porque detrás del robo también hubo al menos un entregador, alguien cercano al empresario Félix Millán y que reveló detalles de su vida, su domicilio y la fabulosa suma de dinero que guardaba en su casa.

La otra parte consistió en reunir a las personas que actuarían como piezas claves en el asalto. En ese entramado figuraba Sergio Adrián Gómez, el canillita de un puesto de diarios céntrico que entraba y salía –por la entrega de periódicos y revistas- del Consorcio Santa Fe, en la Galería Estornell. En dicho edificio vivía el empresario, dueño de una conocida fábrica de fideos.

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El edificio. Así se ve hoy el edificio del Consorcio Santa Fe, en la capital sanjuanina.

El edificio. Así se ve hoy el edificio del Consorcio Santa Fe, en la capital sanjuanina.

En esa banda también se reclutó a los cordobeses Carlos Diego Álvarez y Elías Rubén Cornejo, que viajaron en avión a Mendoza y luego fueron traídos vía terrestre a San Juan especialmente para participar del asalto. Aquí los esperó Daniel Eduardo Gómez, quien resultó ser pariente del canillita y que ofició de anfitrión de los delincuentes foráneos dándoles refugio en el departamento que alquilaba en la manzana F del barrio Rivadavia Norte.

La sigilosa entrada al edificio

Todo estuvo muy bien digitado. El que hizo la punta fue el canillita Gómez, que entró a las 5.12 de la mañana del martes 30 de marzo de 2004 al edificio Consorcio Santa Fe, en la calle que llevaba el mismo nombre, entre Mendoza y General Acha, pleno centro sanjuanino. Para ello utilizó la tarjeta magnética y la clave que le proporcionó uno de sus propietarios para que entrara a dejar los diarios.

Por detrás de él se metieron “El Negro” Camargo, Elías Cornejo y Carlos Álvarez, que subieron al tercer piso del edificio y aguardaron agazapados en la puerta del departamento de la familia Millán. Minutos antes de las 6, el empresario abrió la puerta para partir hacia su oficina y se topó con los delincuentes armados, uno de los cuales le partió una ceja con la cacha de su revólver y lo empujó al interior del departamento.

Muy violentos

Félix Millán gritó pidiendo ayuda mientras le pegaban para reducirlo, eso despertó a su hijo Juan. El joven salió asustado de su habitación y se encontró con los tres delincuentes en el living, que tenían a su padre ensangrentado en el piso y dándole golpes. Para entonces se levantó María -la esposa del empresario-, su hija Eugenia y su anciana suegra.

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Por la puerta. Los asaltantes entraron por la puerta principal del edificio con ayuda de un canillita.

Por la puerta. Los asaltantes entraron por la puerta principal del edificio con ayuda de un canillita.

El empresario fue llevado a los empujones por Cornejo y otro de los asaltantes a la habitación de su hijo. Él les entregó el dinero que llevaba en un bolsillo, pero le exigieron más. Finalmente lo dejaron atado de pies y manos con el cable de un equipo de música.

Víctor Camargo había llevado a Juan Millán y a su madre al dormitorio matrimonial y junto con Cornejo les pusieron los caños de sus armas sobre sus cabezas. A todo eso, Álvarez hacía lo mismo y mantenía en silencio a Eugenia y a su abuela en una tercera habitación.

Fabulo botín

Con Millán maniatado, los delincuentes apuntaron a lo más débil: su esposa. Fue así que, con las armas apoyadas en su cabeza de la mujer y la de su hijo, repitieron la amenaza. La plata o los mataban. La señora no aguantó la presión y se rindió. Primero les hizo entrega de 54 mil pesos que conservaba en un mueble. Luego bajó un recipiente plástico que contenía varios fajos de billetes. En total, 180 mil dólares. Según los testimonios, el propio Camargo metió ese dinero en una mochila. Era mucho dinero, en ese entonces el dólar blue alcanzaba el valor de 3 pesos. Hoy esa suma sería un equivalente a casi 90 millones de pesos.

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Secuestro. Un jefe policial muestra el dinero recuperado tras el allanamiento. Foto de Diario de Cuyo.

Secuestro. Un jefe policial muestra el dinero recuperado tras el allanamiento. Foto de Diario de Cuyo.

Todo fue rápido y la banda no estuvo más de diez minutos en el departamento de los Millán. La familia quedó encerrada y la banda salió en silencio por los pasillos vacíos del edificio con esa impresionante suma de dinero, una cámara fotográfica Kodak, el documento de la hija del empresario y un revólver calibre 32 que había en el hogar. A esa hora recién estaba amaneciendo.

Las pistas

Minutos más tarde los hijos desataron y auxiliaron al empresario Millán, paralelamente llamaron a la Policía. No era un atraco al voleo, fue la primera sospecha de los investigadores. Olía claramente a una entregada. Por la modalidad, tan violenta y con asaltantes que actuaron a cara descubierta, la presunción también era que había actuado una banda foránea. Además, las mismas víctimas relataron que dos de los ladrones tenían tonada cordobesa.

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Primeros detenidos. Los policías de civil trasladan a los primeros detenidos. Foto de Diario de Cuyo

Primeros detenidos. Los policías de civil trasladan a los primeros detenidos. Foto de Diario de Cuyo

El sistema electrónico de la puerta del edificio permitió a los investigadores, por medio del registro del uso de las tarjetas magnéticas, saber qué personas entraron durante la madrugada. De ese informe se desprendió que el único extraño o ajeno que ingresó al edificio fue el canillita. Coincidentemente, minutos antes del atraco.

Esa fue la primera y gran sospecha. La misma mañana del 30 de marzo de 2004, una comisión policial de la entonces Unidad Judicial N°1 detuvo al canillita y al dueño del kiosco para el que trabajaba. Ahí establecieron que quien llevó los diarios y entró al Consorcio Santa Fe era el joven diariero Sergio Adrián Gómez. Este muchacho siempre negó su vinculación con el atraco, pero quedó detenido.

Los foráneos

En las horas siguientes, los policías de civil visitaron a sus informantes del mundo delictivo preguntando si sabían de la llegada de alguna banda o sujetos de otras provincias. Así apareció el rumor que decía que dos extraños con tonada de afuera andaban de paso y se alojaban en la casa de un tal “Chiquitín”, en el barrio Rivadavia Norte.

Un grupo de policías comandados por los oficiales Néstor Agüero, Carlos Calivar, Jorge González y Luis Fioretti de la Unidad Judicial N°1 –ex Comisaría 1ra-, pronto supieron quién era “El Chiquitín”. Lo conocían. Se trataba de Daniel Eduardo Gómez, quien registraba varias caídas en la Policía por delitos contra la propiedad, según los informes. Más tarde localizaron su domicilio, en el segundo piso de un monoblock de la manzana F del barrio Rivadavia Norte, y la noche del misma 30 de marzo de 2004 se apostaron en las cercanías para vigilar discretamente el departamento.

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El rubio. Este es Carlos Diego Álvarez, uno de los cordobeses detenido.

El rubio. Este es Carlos Diego Álvarez, uno de los cordobeses detenido.

Llamó la atención que “El Chiquitín” saliera cada tanto del departamento y subiera y bajara las escaleras para dar una vuelta a la manzana. Era como si estuviese custodiando y mirando cualquier movimiento extraño. Eso convenció a los policías de que algo ocultaba, de modo que pidieron la orden de allanamiento.

Pasadas las 6 de la mañana del 31 de marzo de 2004, los investigadores de la Unidad Judicial N° 1 junto a un veedor judicial y otros efectivos de la sección Robos y Hurtos golpearon la puerta del departamento. Daniel “El Chiquitín” Gómez salió a atender y rápidamente fue arrinconado por los policías. En esos segundos irrumpieron a las habitaciones y en una de ellas sorprendieron durmiendo a los cordobeses Carlos Diego Álvarez y Elías Rubén Cornejo. Rápido de reflejos, uno de ellos intentó resistirse. El otro se asomó a la ventana buscando escapar y lanzó un jean con algunos fajos de dólares en su interior.

Una confesión

En ese momento, Daniel Gómez se vio acorralado y se fue de boca. En su desesperación confesó lo que nadie imaginaba: “A mí me pagó ‘El Negro’ Camargo para dejar a estos dos”, largó. Se refería a Víctor Rodolfo Camargo. Entre otras cosas aseguró que no conocía a los cordobeses, que el pacto con Camargo fue que él “guardaba” a los asaltantes, con la condición de que no llevaran armas al departamento –por sus hijos pequeños- y a cambio de dinero.

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El otro foráneo. Elías Rubén Cornejo, el otro cordobés apresado.

El otro foráneo. Elías Rubén Cornejo, el otro cordobés apresado.

En ese allanamiento, los policías secuestraron 52 mil dólares. Además, ataron cabos y armaron el rompecabezas. Sin dudas, Álvarez y Cornejo eran dos de los asaltantes que atacaron a la familia Millán. Sus fisonomías coincidían con las descripciones hechas por las víctimas. Daniel “El Chiquitín” Gómez, el que el que les dio alojamiento, resulto ser pariente del canillita Sergio Gómez, quien a su vez había facilitado el ingreso de la banda al edificio de calle Santa Fe.

En toda esa trama encajaba la teoría de que Camargo fuese el mentor del atraco y el tercer hombre que acompañó a Álvarez y Cornejo. Los datos aportados por los Millán permitieron elaborar un identikit muy parecido al rostro de “El Negro”.

Prácticamente tenían esclarecido el atraco, con uno de los entregadores y dos de los ejecutores. Sólo faltaba apresar a Víctor Camargo. Pero para esto pasaron meses. A fines de 2004, “El Negro” o “El Chato” fue apresado en Mendoza por unos policías que lo buscaban por el asalto y asesinato del joyero Francisco Gutiérrez en agosto de ese año.

La captura y fuga de Camargo

El 6 de abril de 2005, Camargo fue trasladado a la capital sanjuanina para que rindiera cuentas por el atraco al empresario Millán y su familia. Sin embargo, permaneció apenas un mes en los calabozos de la Central de Policía de San Juan. El 7 de mayo de 2005 en horas de la madrugada, el famoso delincuente limó los barrotes de su celda y de un tragaluz y escapó de una manera increíble por los techos de la sede de la fuerza provincial.

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El más conocido. Víctor Rodolfo Camargo, apodado

El más conocido. Víctor Rodolfo Camargo, apodado "El Negro" o "El Chato".

Víctor Camargo fue recapturado el 11 de diciembre de 2005 en medio de un tiroteo en la ciudad de Mendoza y tras recibir un balazo en el pecho. Lo encerraron de nuevo en la vieja cárcel de la avenida Boulogne Sur Mer, en la capital provincial. Indomable como él, allí tampoco pudieron retenerlo por mucho tiempo. El 22 de marzo de 2006, en otra magistral fuga, “El Negro” junto a diez presos huyeron de la prisión mendocina a través de un túnel cavado con cubiertos y chuzas.

El primer juicio

En esos días Carlos Diego Álvarez, Elías Rubén Cornejo y los primos Sergio Adrián y Daniel Eduardo Gómez fueron llevados a juicio. Todos ellos optaron por el camino más corto, dando por hecho que los iban a condenar en función a las incontrastables pruebas reunidas en el expediente. Con el aval de los abogados Juan Javier Cámpora, Adriana Cabrera de Pandiella, Eduardo Cáceres y Rodrigo García Guillén –sus defensores- firmaron un acuerdo de juicio abreviado con el fiscal Gustavo Manini para conseguir una condena que se ajustara a sus pretensiones.

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En Mendoza.

En Mendoza. "El Negro" Camargo protagonizó una espectacular fuga del penal de Mendoza en marzo de 2006.

El 28 de marzo de 2006, los jueces Eugenio Roberto Barbera, Ricardo Conte Grand y Héctor Fili de la Sala III de la Cámara en lo Penal y Correccional condenaron a los cordobeses Carlos Diego Álvarez y Elías Rubén Cornejo a 6 años de prisión por resultar coautores del delito de robo agravado por el uso de armas en perjuicio de la familia Millán.

Sergio Adrián Gómez, el canillita, fue castigado con 5 años de cárcel por participación principal en el delito de robo agravado por el uso de armas. Y Daniel Eduardo Gómez recibió la pena de 3 años y 4 meses de prisión por la participación secundaria en el atraco.

El escurridizo

Mientras tanto Víctor Camargo pasaba sus días en la clandestinidad y huyendo de los policías de todo el país. El 11 de julio de 2006 volvieron a recapturarlo, esta vez sin oponer resistencia en la cabina telefónica de una calle de la localidad bonaerense de Florencio Varela. Lo venían siguiendo y haciendo escuchas.

Recién en 2007 fue trasladado a San Juan para que lo juzgaran por el asalto a la familia Millán. Tanto él como su abogado Horacio Merino insistieron que nada tenía que ver con ese atraco, pero su coartada no funcionó. El mismo tribunal de la Sala III que condenó a sus cómplices, el 27 de septiembre de 2007 lo sentenció a purgar la pena 7 años de cárcel por el delito de robo agravado por el uso de armas. Ese fue el fin de una de las tantas aventuras de Víctor Rodolfo Camargo. Porque no todo terminó allí para él.

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En juicio. Víctor Camargo en uno de los juicios que afrontó en San Juan. Foto de Diario de Cuyo.

En juicio. Víctor Camargo en uno de los juicios que afrontó en San Juan. Foto de Diario de Cuyo.

“El Negro” o “El Chato” era conocido de antes por otros hechos delictivos y hasta un asesinato en San Juan, también en Mendoza -donde se radicó hace más de dos décadas- y en otras partes de la Argentina. Son incontables las causas penales que carga este hombre salido de la Villa Hipódromo de Rawson.

En 2020, con la ayuda de la abogada Vanesa De Dax logró zafar de otra condena en San Juan por una causa del 2017 en la que secuestraron 103 kilos de marihuana, 2,2 kg de cocaína y 711 gramos de anfetaminas, y detuvieron a otras treinta y dos personas. En realidad, se alegó que ya había sido condenado en un juicio abreviado a 11 años de cárcel por la causa inicial de ese caso.

Por su peligrosidad, Víctor Rodolfo Camargo actualmente se encuentra recluido en la cárcel de máxima seguridad de Trelew en Chubut a la espera de un nuevo juicio su contra por narcotráfico. Pero cualquier cosa se puede esperar de “El Negro” o “El Chato”. A sus 61 años sigue dando que hablar. Su nombre siempre vuelve a sonar y jamás faltan los relatos en torno a su fama de maleante, que tarde o temprano ocupará nuevamente las líneas de otro capítulo de Historias del Crimen.

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