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Historias del Crimen

El caso del jockey de la Villa Hipódromo que fue asesinado por dos vecinos

Era uno de los corredores de caballo más conocido de San Juan. Una noche se puso a tomar y al otro día lo encontraron asesinado de tres de balazos en su cama, en Villa Hipódromo.

Por Walter Vilca

El rum

El rumor era que había ganado 36 millones de pesos -de esa época- en sus últimas carreras de caballo y que guardaba esa plata en su casa de Villa Hipódromo. La otra versión decía que ese dinero no existía y que fue un robo común, motivado por la sola pretensión de obtener algo de plata y la borrachera misma de esos vecinos suyos con los que estuvo bebiendo un rato antes. Otro trasfondo no había, en teoría; el tema es que aquel ataque en la madrugada acabó con tres disparos en la cabeza de la víctima.

Una ejecución a sangre fría o un crimen no buscado producto del forcejeo. Estas dos hipótesis planteadas en torno al caso, aún hoy se pueden discutir, pero no quita la brutalidad del crimen cometido contra Carlos Ramón González.

Este hombre era un reconocido jockey sanjuanino y vecino de la Villa Hipódromo en Rawson, que ganó algunos premios en los últimos años de la década del 70 y que atravesaba su mejor momento en el mundo del turf en 1983.

Su cadáver fue encontrado la mañana del jueves 19 de mayo de 1983 en su casa de la calle Necochea en la popular Villa Hipódromo. Las crónicas periodísticas y los documentos judiciales señalan que Reyna Gamboa y sus hijos regresaron al domicilio en horas de la mañana y hallaron a González tendido en su cama, en un charco de sangre.

Los policías de la Subcomisaria –aun no era comisaría 24ta- del Barrio Salvador María del Carril constataron el asesinato. El médico legista de la Policía certificó que el cuerpo de Carlos Ramón González presentaba tres impactos de bala en la cabeza. También detectaron el faltante de dinero dentro de la vivienda.

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La víctima. Este era Carlos Ramón González. Foto: Diario de Cuyo.

La víctima. Este era Carlos Ramón González. Foto: Diario de Cuyo.

Esto último respaldó la sospecha de que el móvil del asesinato fue el robo. En una nota publicada en Diario de Cuyo se aseguró que días antes del crimen, González cobró 36 millones de pesos por los triunfos obtenidos en sus últimas competencias como jockey. En el mismo artículo, se comentó que la víctima tenía programado depositar ese dinero en el banco el mismo jueves 19 de mayo en horas de la mañana.

La mujer de jockey no le encontraba explicación a tan salvaje asesinato. Lo que ella contó fue que González a veces tenía la costumbre de ponerse a beber y, como ella no quería que sus cuatro hijos lo vieran borracho, se marchaba con los niños a la casa de sus padres hasta el otro día.

Una noche de tragos

Eso mismo hizo la noche del miércoles 18 de mayo de 1983, cuando González comenzó a tomar. No había nadie más en la casa de la calle Necochea, hasta que Reyna y sus hijos se marcharon. Pero lo que averiguaron los investigadores policiales fue que en otro lugar de la villa estaban reunidos Luis Orlando Otiñano junto a los hermanos Víctor Rodolfo y Carlos Camargo.

Ellos también estaban tomando. Testigos relataron a la Policía que éstos después se trasladaron a la casa de González y se pusieron a beber con él. Se conocían y eran vecinos. La ronda se extendió por horas y en algún momento de la madrugada los Camargo y Otiñano decidieron irse.

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Los familiares del jockey Gónzález con un periodista. Foto: Diario de Cuyo.

Los familiares del jockey Gónzález con un periodista. Foto: Diario de Cuyo.

La sospecha fue que, mientras permanecían en la casa de González, Otiñano y al menos uno de los Camargo comenzaron a pergeñar el robo contra el jockey. Como se encontraba muy borracho y estaba solo, supusieron que sería un blanco fácil. Además, dieron por hecho que caería profundamente dormido cuando ellos se fueran.

La versión oficial señala que se retiraron, pero aguardaron en las cercanías y un rato más tarde regresaron a la vivienda de González, ya con la intención de robarle. Para ello treparon una pared y se metieron por el fondo.

El robo

De alguna forma lograron ingresar a la vivienda y a oscuras caminaron por el interior, tratando de no despertar al dueño de casa. En eso que revisaban sigilosamente la vivienda, casi en puntillas de pie, uno de ellos hizo caer un artefacto y el ruido despertó a González.

El jockey abrió los ojos y de inmediato vio a sus dos vecinos dentro de su habitación. En vez de escapar, éstos lo enfrentaron. Es que González los había reconocido. Otiñano lo tomó del cuello y lo tiró sobre la cama, ahí nomás sacó una pistola y lo encañonó en la cabeza.

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El homicida. Luis Otiñano, al momento de su detención. Foto: Diario de Cuyo.

El homicida. Luis Otiñano, al momento de su detención. Foto: Diario de Cuyo.

González quizás se resistió y largó unos golpes. O no, también puede ni siquiera los enfrentó. Eso jamás se sabrá. Como quiera que haya sido, en esos segundos retumbaron los disparos dentro de la casa de la calle Necochea de Villa Hipódromo. Al otro día, el jockey fue encontrado muerto sobre su cama con los tres disparos en la cabeza.

Las primeras pistas para los investigadores surgieron a partir de testimonios de vecinos que aseguraron que vieron a Otiñano y a uno de los Camargo en la casa de González. Pero fueron los propios familiares de González quienes apresaron a los sospechosos. El lunes 23 de mayo de 1983, un hermano y otro pariente de la víctima cruzaron en la calle a Otiñano y a Carlos Camargo en el instante que intentaban abandonar la villa.

Los detenidos

Los increparon y lo llevaron a la fuerza a su casa para retenerlos hasta que llegara la Policía. El padre de los Camargo luego fue a buscarlos con un arma en la mano para que liberaran a su hijo y a Otiñano. Por poco casi se arma una batahola y un tiroteo dentro de la villa, pero llegaron los uniformados y detuvieron a los Camargo y a Otiñano.

En las horas siguientes allanaron la casa de la familia Camargo y el domicilio de Otiñano. En los procedimientos secuestraron una radio que pertenecía a la víctima y la pistola utilizada en el asesinato. De acuerdo a los dichos de la Policía, esa arma había sido robada a un camionero que estacionó su vehículo de carga en inmediaciones de las calles Victoria y Comandante Cabot, en Rivadavia.

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Una de las últimas fotos de Otiñano.

Una de las últimas fotos de Otiñano.

Los primeros detenidos en el caso fueron Luis Orlando Otiñano y Carlos Camargo. A los días apresaron a un joven Víctor Rodolfo Camargo, en ese entonces de 21 años, el otro involucrado en el robo y asesinato del jockey.

A Carlos Camargo no le pudieron probar su participación en el asesinato, pero lo acusaron del hurto del suministro de energía. En los procedimientos constataron que él había hecho una conexión clandestina desde su casa al tendido eléctrico.

Por su parte, Otiñano reconoció la autoría del robo y el homicidio de Carlos Ramón González, pero juró que no fue su intención matarlo. Aseguró que hubo un forcejeo con la víctima y se le escaparon los disparos. Camargo, en cambio, admitió que acompañó a este último a cometer el robo y aclaró que no sabía que llevaba esa pistola. Es más, dijo que no presenció la escena mortal, contó que él se estaba yendo de la casa cuando escuchó los disparos contra la víctima.

Una primera condena

El juez José Enrique Domínguez, del Tercer Juzgado en lo Penal, condenó a los tres acusados en octubre de 1985. Sentenció a Luis Orlando Otiñano a la pena de 25 años de reclusión por el delito de robo calificado por homicidio, en concurso real con hurto reiterados –dos hechos-, según el fallo judicial. Le dieron el castigo más duro a raíz de que tenía tres condenadas anteriores. Como se ve, el magistrado dio por probado que perpetraron un robo. En la causa se estima que robaron apenas 1.000 pesos.

A Víctor Rodolfo Camargo, “El Negro”, le dieron 15 años de cárcel por participación principal en el delito de robo agravado por homicidio. Su hermano Carlos la sacó barata, sólo lo condenaron a 2 meses de prisión en suspenso por hurto.

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El

El "Negro". Este es Víctor Rodolfo Camargo, el famoso delincuente.

Los partícipes del crimen tuvieron una chance más. Sus abogados defensores apelaron ese primer fallo y la sentencia fue revisada en 1986 en la Sala Segunda de la Cámara en lo Penal y Correccional.

Los argumentos de la defensa fue que Camargo era ajeno al asesinato y que Otiñano no actuó con dolo, que el robo existió, pero no hubo intención de matar al jockey y que el desenlace fatal fue un hecho fortuito. Volvieron a insistir que se trató de un accidente como consecuencia del forcejeo y la resistencia de la víctima.

Baja de las penas

En julio de 1986, los jueces Ramón Avellaneda, Félix Herrero Martín y Mirtha Salinas de Duano confirmaron la condena, pero hicieron un ajuste de la pena. Entendieron que, en el caso de Otiñano, era la primera vez que atentaba contra la vida de una persona y entonces resultaba excesiva la pena de 25 años de prisión. Fue así que le bajaron la pena a 20 años de cárcel.

Sobre Víctor Rodolfo Camargo expresaron que no se probó que haya participado en el homicidio, de modo que le atribuyeron únicamente participación principal en el delito de robo y redujeron su castigo a 6 años de cárcel.

Esta fue una de las primeras condenas de “El Negro” Camargo, el asaltante de Villa Hipódromo que con los años se hizo famoso por sus atracos a mano armada y otras tantas historias, incluso asesinatos, que se tejen a su alrededor. Actualmente se encuentra preso cumpliendo una causa por droga.

FUENTE: Sentencia de la Sala III de la Cámara en lo Penal y Correccional, artículos periodísticos de Diario de Cuyo y hemeroteca de la Biblioteca Franklin.

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