Una simple y risueña escena lo retrata tal cual. Aquella tarde no había choferes y no tenían en qué ir hasta un accidente de tránsito ocurrido en la Capital. El periodista le preguntó: “Huguito ¿Qué hacemos?”. Él respondió: “Y bueno ‘macho’, vamos”. El joven cronista de Policiales retiró la cadena que sujetaba la bicicleta a un árbol. Puso el rodado contra el cordón, Huguito se sentó en el caño del cuadro con el bolso de la cámara colgando y juntos salieron pedaleando dispuestos a no perderse la noticia.
Américo Hugo Elizondo, “Huguito” para sus conocidos y “Fosforito” para sus íntimos, tiene tantas anécdotas como fotos que sacó durante su trayectoria de reportero gráfico y fotógrafo de sociales. Él mismo es una historia viviente como la de muchos otros sanjuaninos anónimos que se hicieron de abajo y que aprendió distintos oficios, pero que forjó la profesión de sus amores por puro autodidacta y retrató parte de San Juan con la lente de su cámara.
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Por Cabezas. En la marcha pidiendo Justicia por José Luis Cabezas, el reportero gráfica asesinado en 1997.
A sus 75 años está retirado, aunque de veces en cuando se cuelga la cámara al hombro y sale a tomar fotos como cuando tenía sus 22 años y empezó a incursionar en la fotografía. Huguito no tenía nada que ver con ese mundo, en aquel entonces trabajaba en una conocida sodería cumpliendo tareas de operario, administrativo y repartidor.
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Con Raúl Alfonsín. Huguito junto al periodista Ángel Galletti, también lo acompañan el exgobernador Leopoldo Bravo y el dueño de Diario de Cuyo, Francisco Salvador Montes.
“Miraba las fotos familiares y no sabía si era yo, por lo mal que salían. A mí siempre me llamaron la atención las fotos y me decía: ‘Se podría sacar así, o así’. Un día me anoté en un curso de fotografía que daban en la vieja escuela (en el predio religioso de la Asociación Civil Hermanas Vicentinas) frente a la plaza de Trinidad. Ahí conocí al ‘El Ñato’ (José) España, que era el profesor. Y como me gustaba la fotografía y era intruso, él me dijo: Vos tenés que trabajar en el diario”, cuenta.
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Con el gran Sandro, durante la visita del cantante a San Juan.
Ya estaba de novio con Carmen Reinoso, esa chica con la que contrajo matrimonio la misma noche en la que la Selección Argentina de Hockey se coronó campeona del mundo en 1978. “Me casé justo ese día. Muchos de los invitados llegaron a la fiesta a las 2 de la mañana, cantando y con banderas”, recuerda Huguito.
Carmen fue un gran puntal en su carrera. Porque en sus inicios, Hugo Elizondo empezó sacando fotos en las escuelas, las iglesias y eventos sociales, y su esposa siempre lo acompañaba para tomar notas de los clientes y pedidos.
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En acción. Hugo Elizondo subido a un árbol en un acto político.
Su especialidad eran los retratos y los murales. Una de sus primeras cámaras fue una Yashica, formato medio 6x6, que en aquellos años era carísima y que Elizondo compró al contado con todos sus ahorros en una conocida óptica de calle Mendoza. Esa cámara le permitía tener fotos con excelente definición para los murales que vendía.
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Con Carlos Menem, tras su triunfo en la presidencia del país en 1989.
Por medio de esos trabajos conoció a Vicente Fullana, otro fotógrafo que le imprimía esos murales y que, además, era el jefe de personal de Diario de Cuyo. Ellos y sus respectivas señoras se hicieron amigos. En una noche que compartían un asado, Fullana le insistió en que probara con trabajar en ese diario. Huguito no estaba convencido, pero Carmen respondió por él: “El lunes va a ir a hablar con ustedes”.
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Junto al José Luis "El Puma" Rodríguez y el periodista Miguel Martín.
Cumplió la palabra y, al otro día de ese encuentro, Hugo Elizondo se incorporó al plantel de fotógrafos de esa empresa editorial. Aunque continuó trabajando en la sodería por un tiempo más, el ajetreo de la redacción lo convenció de que la fotografía periodística era lo suyo. En sus largos años de reportero gráfico conoció a otros profesionales del rubro, como Rodolfo Barrios, José España –ya como compañero-, Retta Oro, los hermanos Antonio y Leopoldo Uriza, Félix Quinteros, Orlando Arias y Omar Pineda, entre los más viejos.
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Elizondo en Casa de Gobierno, en la cobertura de un acto del exgobernador Jorge Escobar.
“Cubríamos de todo, desde partidos de fútbol a los actos de políticos y de gobierno”, destaca. En las coberturas periodísticas locales y los viajes conoció personalmente a presidentes como Raúl Alfonsín y Carlos Menem junto a su esposa Zulema y retrató de cerca a famosos como Sandro, “El Puma” Rodríguez y Patricia Sosa, entre muchos otros artistas. Conoció a César Menotti y Carlos Salvador Bilardo, los técnicos campeones del mundo de 1978 y 1986, y Ariel “El Burrito” Ortega, el ídolo de River Plate.
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De periodista a fotógrafo. Huguito siendo entrevistado por el recordado periodista deportivo Dante Pantuso.
También le tocó cubrir las noticias trágicas. “Una vez fuimos a cubrir un choque entre un Peugeot 404 y un Chevy frente al hospital mental de Zonda. Uno de los autos quedó destrozado y adentro solo se veía a dos personas mayores muertas. El vehículo estaba todo retorcido. Yo hice las fotos y volví al diario a revelar. Hasta ese momento, en el diario sabíamos que los muertos eran dos. Cuando miré detalladamente los negativos, me quedé impactado. En la imagen se veía que entre las chapas aparecía el brazo de un niño. No lo teníamos, pero adentro del vehículo también viajaba un niñito”, recuerda Hugo.
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Hugo Elizondo en un viaje que acompañó al exgobernador José Luis Gioja.
Otro hecho que lo marcó fue el accidente de 1990 del helicóptero en las serranías de El Tontal, en Calingasta, donde perdieron sus vidas el piloto José Juan Licciardi, el subsecretario de la Gobernación, José Carlos Coll; el jefe del Aeropuerto de las Chacritas, el mayor retirado Pedro Antonio Gallardo; y el empresario Jorge Enrique Estornell. “Diez días antes, yo había volado con Licciardi y el gobernador Carlos Gómez Centurión por la misma zona. Justo a mí me tocó cubrir el accidente. Fuimos, pero recuerdo que caminé diez horas con un baqueano para llegar al lugar y tomé las primeras fotos”.
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Inauguración de su exposición de fotos del Cruce Sanmartiniano con su esposa, Carmen Reinoso, y el exvice gobernador Marcelo Lima, hoy ministro de la Corte de Justicia de San Juan.
Huguito las pasó de todas y sudó la gota gorda. Como aquella noche que fue a cubrir un brutal asesinato en Albardón, en 2000, y junto con el periodista fueron correteados por los familiares de la víctima que querían golpearlos. Otra experiencia más satisfactoria fue el Cruce Sanmartiniano en la edición 2009, por las imágenes que trajo del maravilloso paisaje y las amistades que cosechó, entre ellas la del embajador Frédéric Du Laurens, de Francia. Esas fotos fueron exhibidas ese mismo año en la exposición que presentó el propio Hugo Elizondo para rememorar la expedición por Los Andes.
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En el Monumental. Hugo Elizondo en una cobertura en el estadio de River Plate.
En todo ese trayecto de vida siempre estuvieron Carmen y sus tres hijos. A Huguito no le fue sencillo, pero nunca le faltó nada a su familia. Así como alguna vez repartió su actividad de fotógrafo con la de sodero, años más tarde trabajó medio día para la municipalidad de la Capital para llevar unos pesos más al hogar. Cuando aquel trabajo se le terminó, alternó sus labores en el diario con el viejo oficio de su padre y su hermano: el de zapatero.
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Hugo Elizondo, a sus 75 años.
“Ellos siempre fueron zapateros. Yo conocía algo, pero por dos semanas me metí de lleno en el taller de mi hermano para aprender bien el oficio. Después me compré una máquina para coser calzados y me puse el tallercito acá en mi casa de Rawson. Recuerdo que mi mujer y yo hicimos unos volantes para hacer propaganda y los niños, que eran chicos, salieron a repartirlos por todo el barrio. Así empezó a venir gente y me hice de clientela”, recuerda con nostalgia. Con las fotos y los zapatos, ayudó a sus tres hijos a recibirse de profesionales en la Universidad Católica de Cuyo.
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De zapatero. Huguito todavía repara zapatos en su taller, en Rawson.
Huguito tuvo y tiene muchas facetas. Se reconoce un hombre religioso y siempre está dispuesto a colaborar, lo hizo en su paso por el gremio de prensa. Hace nueve años se jubiló y aún hoy sigue reparando calzados en su casa y ahora prueba con la carpintería, otro oficio que abrazó en estos últimos años. También aprendió a ser abuelo con los dos nietos que su hija menor le dio y a los que cuida algunas horas a la semana. Eso sí, jamás abandona la cámara y siempre la tiene lista por si debe salir a atrapar un pedazo de la vida y la realidad con una imagen.