“¡A los churros!”, “¡hay semitas!”, se escucha todas las mañanas de lunes a viernes a muy pocos metros de la entrada del Centro Cívico. Esos gritos, que dan aviso de la presencia de las exquisiteces para el desayuno, pertenecen a Guillermo, “el churrero”, y a Liliana, “la semitera”.
Entre ellos no parece existir competencia. Al contrario, decidieron ser “vecinos” de las escaleras que dan a avenida España. Ambos tienen muchas coincidencias: son vendedores en el edificio sanjuanino, alegran la mañana de cada consumidor con sus delicias, son “súper” madrugadores, se vieron muy afectados por la pandemia y el “amor” es el principal secreto para la elaboración de sus productos.
Entre medio de las ventas y la charla con los clientes, Tiempo de San Juan habló con ambos vendedores, quienes coincidieron que el COVID-19 marcó un antes y un después en sus vidas laborales.
“Hace dos años trabajo haciendo churros. Me quedé sin trabajo durante los primeros días de la pandemia, tenía que pagar el alquiler y de ahí salió la idea. Rápidamente, fue mi primera opción”, contó Guillermo Castillo, el “churrero” que antes del aislamiento era custodio personal.
El Centro Cívico no es el único lugar donde vende. También va al Parque de Mayo durante los fines de semana y a otras zonas, pero el mayor tiempo lo pasa en las afueras del edificio de avenida Libertador.
“Lo paso bastante bien. La gente disfruta del producto y hasta me dicen que cada día salen más ricos”, aseguró Guillermo. “Lo paso bastante bien. La gente disfruta del producto y hasta me dicen que cada día salen más ricos”, aseguró Guillermo.
La “semitera” Liliana Tello le dijo a este medio que comenzó antes de la pandemia, pero con la llegada del COVID-19 empezó a vender cerca de su casa, ubicada en Desamparados. “Decidí hacer el recorrido cerca de mi casa porque no podíamos salir mucho”, recordó. La experiencia le ayudó a tener una clientela fija en su vecindario.
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Según comentó, su mamá siempre hizo semitas, pero no para vender. “Lo mío fue por una necesidad. Yo me había separado y no tenía recursos ni ingresos para subsistir, principalmente para alquilar”, contó.
El secreto e “ingrediente” que ambos comparten
“El amor y el cariño es mi secreto”, resumió Guillermo en pocas palabras. En el caso de Liliana, dijo que hace las semitas “con amor”. “Mucha gente lo hace con sacrificio o de mala gana. Yo lo hago contenta porque me encanta. Es un don que Dios me dio y es muy hermoso”, continuó.
Los verdaderos madrugadores
Guillermo contó que se despierta a la 1 de la madrugada para comenzar a hacer los churros. “A las 3:30 empiezo a cocinarlos y a las 4:40 ya están todos hechos”, dijo. Además, afirmó que hace 700 unidades por jornada y que duerme a las 18 horas.
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En cambio, Liliana se levanta a las 3 AM y a las 8 sale a vender cerca de su casa. “Hago cerca de 120 semitas y aproximadamente 70 se venden en el Centro Cívico. Con la llegada del frío venderé más”, manifestó.
La lucha contra el cáncer de Liliana y la ayuda de Dios
No hay cliente que no escuche la frase “que Dios me lo bendiga” por parte de Liliana. La mujer, quien se considera muy creyente, padeció cáncer de mama durante el año pasado, y afirma que Dios y hacer semitas fueron sus mayores ayudas. “Él ve los sacrificios de las personas”, dijo.
Por último, la vendedora pidió ayuda para mejorar su producción. “Necesito un horno pizzero para hacer más semitas, porque actualmente cuento con el de mi cocina”, manifestó. Para ayudar a Liliana, podés comunicarte al 2645617501.