El príncipe Al-Waleed bin Khaled bin Talal lleva más de veinte años en estado de coma, internado en la Ciudad Médica Rey Abdulaziz de Riad, Arabia Saudita. Su historia es una de las más prolongadas y singulares del ámbito médico saudí, marcada por la fe, el compromiso familiar y la espera sin fecha de final.
Nacido en 1989, Al-Waleed forma parte de la familia real saudita. Es bisnieto del fundador del reino, Abdulaziz Al Saud, y pertenece a una rama reconocida por su postura reformista dentro de la monarquía. Su abuelo, el príncipe Talal bin Abdulaziz, fue conocido por impulsar ideas liberales, mientras que su padre, el príncipe Khaled bin Talal, ha mantenido una posición más alineada con los valores tradicionales y religiosos del país.
Cuando tenía 16 años, Al-Waleed fue enviado a estudiar a una academia militar en Londres. Allí, en 2005, sufrió un grave accidente automovilístico que le provocó una hemorragia cerebral severa y un trauma craneal irreversible. Desde entonces, permanece en estado vegetativo, sin consciencia ni respuesta a estímulos externos.
Tras ser repatriado a Arabia Saudita, fue internado en un centro médico de alta complejidad. Desde entonces, se mantiene con asistencia respiratoria, alimentación por sonda y atención permanente. Aunque los médicos en su momento recomendaron suspender el soporte vital, su padre rechazó esa opción, afirmando que solo Dios puede decidir sobre la vida de su hijo.
En los últimos años, algunos movimientos mínimos como giros de cabeza o leves temblores en los dedos fueron registrados, especialmente en 2019, lo que generó breves esperanzas, aunque los especialistas indicaron que no se trataba de señales concluyentes de recuperación.
Actualmente, Al-Waleed tiene 36 años y continúa en estado de coma. Cada 18 de abril, día de su cumpleaños, miles de personas en Arabia Saudita y el mundo islámico expresan su apoyo a través de mensajes y oraciones. Su madre, la princesa Reema bint Talal, mantiene activa la memoria de su hijo en redes sociales, con publicaciones emotivas que reflejan el dolor, la esperanza y la fe inquebrantable de toda una familia.