Treinta minutos que se convirtieron en una eternidad. Aquel dramatismo que vive a diario en la sala de emergencias del Hospital de Caucete esta vez lo vivió en la cancha del San Juan Rugby, a donde asistió para acompañar a su hijo en un encuentro infantil y terminó salvando la vida de un espectador. Williams Martínez es uno de los profesionales que asistió durante media hora a un hombre que sufrió un paro cardiorrespiratorio en plena competencia. “Estuvimos masajeando durante media hora, eran las manos y nada más”, cuenta de antemano el protagonista de la entrevista.
Williams es médico clínico y convive prácticamente con situaciones de riesgo, salvando vidas casi a diario. Sin embargo, lo que vivió este sábado fue atípico: le tocó convertirse en héroe en un terreno desconocido para sus funciones, sin enfermeros que lo asistan y mucho menos elementos y maquinarias que lo acompañen.
“Nunca esperé que pasara esto en medio de una cancha. Había terminado el partido y nos retirábamos del lugar. Pero cuando vamos saliendo, una persona que iba adelante mío pierde el conocimiento y se cae. Empiezan a gritar, a pedir un médico, y yo estaba ahí. Lo empiezo a asistir, estaba sin pulso y en paro. Empecé rápidamente con las maniobras de reanimación, con los masajes”, arranca contando Martínez.
Minutos después aparecieron otros colegas, papás de otros chicos e integrantes de otros clubes. Todos se abocaron a salvar al paciente. “Afortunadamente había otros médicos, porque uno solo no puede. Estaba en paro, estuvimos trabajando un rato cada uno, hasta que apareció el desfibrilador. Con eso tuvimos un poco más de certeza de la frecuencia cardíaca. Lo puse y dimos un par de choques eléctrico", agrega.
Williams dice que estuvieron media hora masajeando al hombre porque la ambulancia no llegaba. “Los primeros minutos fueron de oro, además de la suerte de que había varios médicos. Si no se masajea, se para el corazón y se termina la vida. Por suerte el paciente era una persona joven, deportista”, dice.
Además, destaca la importancia de contar con un desfibrilador, aparato con el que cuentan todos los clubes de rugby: “Es fundamental. Uno no sabe cuándo un jugador se puede lesionar, puede caer mal o sufrir un paro súbito. En Huazihul se dieron cursos de RCP, porque eso lo puede hacer cualquiera. Por suerte había médicos y pudimos dar una mano”.
El profesional confiesa que le gustaría contactar al hombre, quien es papá de un jugador de Alfiles: “Yo crecí cerca de Alfiles, me gustaría conocerlo. En estas cosas no hay club, rivalidades, nada, lo importante es salvar la vida de una persona”.