Hace siete años, el rugby argentino encaró un profundo
proceso de transformación para poder insertarse en la competencia contra las
tres grandes potencias del Sur: los All Blacks, los Wallabies y los Springboks.
Así fue como se instrumentó el Plan de Alto Rendimiento, una base donde los
jugadores son entrenados y preparados para poder competir en los Pumas. De esa
manera, la Unión Argentina de Rugby (UAR) comenzó a tener jugadores rentados.
Esta es la condición sine qua non para pertenecer al seleccionado nacional.
Aquellos que no hayan puesto su firma, no podrán jugar en los Pumas. Pero como
todo proceso, sufrió cambios. Errores que se corrigieron y detalles que se van
afinando para hacer funcionar la maquinaria con un sólo objetivo: la de
fabricar Pumas.
El inicio de este largo camino se da en la base del rugby
argentino: los clubes. Desde allí los jóvenes comienzan a formarse, a crecer en
el juego y en cada aspecto que lo acompaña. Recién a partir de los 14 años la
UAR les permite empezar a participar de los distintos centros de entrenamiento
con los que cuenta, para tener así un primer acercamiento a lo que son los
Planes de Alto Rendimiento, a los que pueden acceder con 18 años.
"Con esta idea logramos que, al menos una vez, los
jugadores pasen por los centros entre los 14 y los 16 años", le cuenta a
LA NACION Carlos Araujo, presidente de la UAR. Es decir, una primera
preselección para comenzar a visualizar quiénes de ellos pueden tener un futuro
en los seleccionados. Como si fuese una pirámide, desde lo más alto de la UAR
bajan los lineamientos hacia las distintas uniones, para tratar de jugar y
entender el deporte de una misma manera. Una suerte de Masia de Barcelona, pero
en el rugby de nuestro país.
El Plan de Alto Rendimiento cuenta con jugadores entre los
18 y los 23 años, aunque el límite de edad no es exclusivamente ese.
"Prácticamente no hay jugadores mayores de 23, excepto en algún puesto muy
específico como pueden ser los primeras líneas", explica a LA NACION
Martín Mackey, director del Plan. De allí los caminos son dos: se crece rumbo a
los seleccionados o los jugadores regresan a sus clubes.
Hoy, según la UAR, son aproximadamente 200 rugbiers los que
pertenecen a este proyecto. Estos se distribuyen entre los juveniles (menores
de 18 y 20) y las selecciones, combinados o franquicia: Argentina XV, los seven
(masculino y femenino), Pumas y Jaguares. Este número no varió mucho desde que
en 2009 comenzó el programa que ya cosecha sus frutos. Del plantel de 28 Pumas
que viajaron a Oceanía y jugarán ante los All Blacks y los Wallabies por el
Rugby Championship, siete de ellos formaron parte del primer Plar. Se trata de
Martín Landajo, Agustín Creevy (capitán de los Pumas), Nicolás Sánchez, Joaquín
Tuculet, Leonardo Senatore, Lucas González Amorosino y Gabriel Ascárate. Fueron
haciendo el camino con los viejos Pampas XV (campeones en la Vodacom Cup) que
ya no están más, hasta llegar a los Pumas y ahora ser protagonistas también en
los Jaguares.
Para este plan, la UAR cuenta con un presupuesto de 300
millones de pesos, de los que destina el 66% para la "pata
profesional", es decir los jugadores y la estructura. Quedan cerca de 100
millones de pesos que van al rugby amateur. "Para el dinero que se invierte
en el rugby amateur se necesita de la parte profesional, si no se genera ese
dinero no se puede sostener", cuentan los dirigentes. Hoy son 58 los
jugadores rentados que tiene la Unión Argentina, divididos en distintas
categorías. El presupuesto se conforma, en su mayoría, por lo que generan los
Pumas y ahora la franquicia del Super Rugby, los Jaguares.
Pero en este camino hay, como todo largo proceso, cuestiones
por corregir. Todavía se encuentran algunos problemas "básicos" en
los jugadores cuando caen bajo la órbita de la UAR. Las principales fallas
están en cuestiones como la alimentación, el entrenamiento o el descanso.
"En los Plares se afinan y se trabajan más detalles. Son centros de
formación deportiva y desarrollo al alto rendimiento. A los chicos se los educa
para que comprendan que entrenarse no es sólo correr y hacer pesas",
analizan desde la UAR. Por eso, uno de los trabajos allí consiste en enseñarles
a nutrirse bien, cuidarse mejor desde lo físico, descansar y mejorar
técnicamente. "A partir de su convocatoria deben continuar trabajando en
los clubes. Por eso, la alimentación, el descanso, los trabajos de recuperación
y ejercicios preventivos diarios son las claves para mejorar el
rendimiento", agrega Mackey.
Landajo, Senatore y Creevy también llegaron a los Jaguares,
para la primera experiencia argentina en el Super Rugby
Landajo, Senatore y Creevy también llegaron a los Jaguares,
para la primera experiencia argentina en el Super Rugby. Foto: Archivo
Hoy, la UAR cuenta con cinco centros para el desarrollo de
los jugadores que integran estos planes. Están ubicados en Buenos Aires,
Córdoba, Mendoza, Rosario y Tucumán. Esos cinco centros están desde el arranque
del proceso en 2009 y por ahora no hay idea de agregar otros. Algo que sí
debería contemplarse a futuro para ampliar la base de jugadores con la que hoy
cuentan los distintos seleccionados.
"Cada año se fue haciendo más exhaustiva la elección y
los jugadores llegan mejor preparados", relata Mackey. Existen, además,
centros de entrenamiento para los menores de edad. El objetivo es que, tanto
jugadores como entrenadores, puedan conocer la metodología de entrenamiento de
la UAR. Es decir, que la idea y los conceptos que se manejan en el cuerpo
técnico de Daniel Hourcade en los Pumas se trasladen a cada rincón del país.
Además, tanto jugadores, entrenadores o preparadores físicos pueden entrenar y
aprender la metodología que propone la UAR en los centros de base. Es decir,
que todos traten de hablar un mismo idioma.
Otro de los problemas que hoy atraviesa este sistema es el
de la falta de recambio en algunos puestos. Es cierto que con pocos años de
trabajo todavía resta aceitar la maquinaria para conseguir los mejores
jugadores en cada posición. Todavía los centros de alto rendimiento no se dedican
específicamente a buscar determinados puestos, sino en producir jugadores que
puedan llegar a defender los colores del seleccionado.
"Hoy el objetivo es que se aprendan los detalles y
factores claves de las destrezas. Que los entrenadores conozcan recursos
pedagógicos y didácticos para mejorar la transmisión de conocimientos",
dice Mackey. Esto lo realizan a través del programa "Aprender a
enseñar", que dicta la UAR. No es la única manera. Los propios cuerpos
técnicos de los Pumas o Jaguares, mientras no están en competencia dictan
charlas y buscan así nutrir las distintas instancias de esta larga cadena con
un solo objetivo: brindarle a los Pumas la mayor competencia posible.