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Música lírica

Natalia Quiroga Romero y un estreno aplaudido por todos

La sanjuanina recibió una gran crítica tras su participación en la reposición del Rigoletto.

Por Redacción Tiempo de San Juan

Juventus Lyrica abrió su decimoquinta temporada con la reposición del Rigoletto de siete años atrás. La realización escénica de Ana D’Anna no introduce el menor desvío en la narración del drama verdiano, e incluso el vestuario (de María Jaunarena sobre diseño original de Ponchi Morpuergo) se atiene a un verosímil del norte italiano del siglo XVI.

Ana D’Anna desconoce la ironía, o simplemente no la ejerce. No hay una apuesta teatral fuerte; no hay ningún concepto escénico o dramático que llame la atención o que sorprenda. No hay tampoco metáforas ni elípsis; todo es mostrado de frente y de perfil y subrayado didácticamente por la gestualidad del coro. Los tres actos se desarrollan en una misma y eficaz estructura diseñada por Gonzalo Córdova (también responsable de la excelente iluminación).

Pero este Rigoletto de Juventus Lyrica no es exactamente el de 2007. Han cambiado los cantantes, lo que no es poco. Y si a lo largo de estos quince años ciertas concepciones escénicas no experimentaron mayores cambios, es cierto que se ha evolucionado en rendimiento musical, lo que sin duda tiene que ver tanto con el crecimiento de Juventus como con el de un sector de la población artística argentina: los cantantes líricos, curioso fenómeno que merecería un estudio serio o tal vez una película.

La actual producción de Juventus presenta nada menos que tres repartos, aunque lógicamente aquí sólo se habla del primero, que encabezan el barítono Ernesto Bauer en el protagónico, la soprano Natalia Quiroga Romero como Gilda, el tenor Sebastián Russo como el duque de Mantua, el bajo Felipe Cudina Begovic como Sparafucile, la mezzo Grisela Adano como Maddalena, el barítono Nicolás Secco como Monterone y la mezzo Tamara Odón como Giovanna.

La selección es prolija en su totalidad, y especialmente sólida en el terceto central: Natalia Quiroga Romero desarrolla una línea vocal sin fisuras y teatralidad impecable. Sebastián Russo no tiene fallas como el Duque, aunque, tomando en consideración sus condiciones vocales y arísticas, lo hará todavía mejor cuando deje de pensar en las notas que tiene que alcanzar y eso le permita una mayor soltura expresiva. Ernesto Bauer es sin duda la gran figura de esta producción. El barítono argentino encarna el tremendo desafío verdiano (un bufón que se transforma en un personaje de dimensiones shakespereanas) con convicción dramática y musicalidad ejemplar: aun los acentos más patéticos se integran en una línea de canto de incorruptible nobleza.

Bajo la dirección de Antonio Russo, la parte orquestal no fue menos lograda y envolvió al oyente desde la obertura misma, que en su graduadísimo crescendo parece condensar toda la intensidad del drama. Por su lado, el coro cumplió sobradamente.

(Fuente: Clarín)

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