Para que Gabriela Oviedo, de 9 años, nos contara todo eso pasó más de media hora de charla en la que apenas contestaba moviendo la cabeza. Cuando ella sintió que podía confiar, fue soltando.
Gaby vive sobre la ruta 150, a pocos kilómetros de la rotonda que ingresa a la villa de San José de Jáchal; en una casa de adobe con dos hermanos y su padre, Carlos. Ella es una de las protagonistas del documental La Inocencia, de Eduardo de la Serna, filmado hace 3 años y presentado hace pocas semanas en Buenos Aires. El largometraje no sólo es un éxito en espectadores, también ha recibido puros elogios de la crítica especialista.
La Inocencia cuenta la vida de dos niñas de 6 años, Morena, que va a una escuela privada de Buenos Aires; y Gaby, en una escuela rural de La Ciénaga donde sólo hay una maestra para todos los grados. Dos mundos diferentes con algo en común.
Nos habíamos sentado en el patio de su casa, el sol estaba particularmente generoso para la época, Gaby tenía una remera de Pucca y estaba peinada como para el avant premiere, pero absolutamente ajena al éxito de la película.
Estaba más interesada en lograr más monedas en el juego del celular que su hermano mayor le presta, a veces. Dijo que le gustó hacer el documental y que extraña la escuela de La Ciénaga y también a Eduardo (el director).
"Me gustaba más la otra escuela porque allá nos prestaban la bici, antes si tenía bici pero ahora se me pinchó. Tengo unos rollers y cuando no viene nadie por la calle, ando por ahí", contó.
Aunque han pasado 3 años desde que la filmaron, la cara de Gaby casi no ha cambiado. Sus ojos chispeantes e inquisidores dicen muchas más cosas que sus labios, porque ella no se apresura para hablar, no contesta cualquier cosa, primero piensa. Eso hace que cada palabra suya sea preciosa.
-¿Te viste en la película Gaby?
-No. Una vez me estuvo filmando cuando andaba en bici yo allá. Después cuando terminó me dijo que se tenía que ir. Mi hermana me dijo que la vio en un teléfono.
-¿Que te dijo tu hermana?
-Que salgo bonita.
-¿No te ponías nerviosa cuando te filmaban?
-(Niega con la cabeza)... yo hacía de cuenta que no había nadie.
-¿En la escuela y donde más filmaron?
-En la escuela y en mi casa. Yo no vivía acá antes, vivía al frente de la casa de mi nona, ahí vivía y después nos cambiamos acá. Y nosotros ya no vamos a vivir acá, vamos a El Rincón a una casa de barrio.
-¿Harías otra película Gaby?
-(mueve la cabeza afirmando)
-¿Querés ir cuando Eduardo presente la película acá?
-No se... Eduardo me dijo que se tenía que ir a San Juan y que iba a volver algún día...
Un corazón sencillo
Gaby trajo su bolso negro donde lleva las cosas de la escuela para mostrar su carpeta. Le dije que es muy prolija pero que en la carpeta no había dibujos de ella, entonces la abre al final y me muestra en una hoja blanca un princesa, chiquita y rubia. "Tengo muchos lápices que me dieron en la otra escuela y los guardé. Mirá, este es verde pero pinta amarillo".
También contó que todas las materias le gustan, matemáticas y lengua, pero no le gustan los compañeros porque "algunos no son buenos, le pegan a las mujeres".
A veces le habla por teléfono a la seño Rosa, la maestra de primer grado de la escuela de La Ciénaga.
En su casa dice que ayuda a limpiar, se tiende la cama y a veces lava los platos. En la noche hace los deberes y ve la tele, Paka Paka y Tateti.
En el día juega, sin juguetes. "Tenía una muñeca que le faltaba de la cintura para abajo pero me la tiraron. Juego a la cocinita, hacemos tortitas, rosquitas de barro con la mano, las hago una pelotita y las aplasto y los rosquitos igual con un agujerito en el medio. Antes con mi mamá hacíamos galletitas de verdad".
Mientras mostraba todos los jueguitos del celular contaba que su comida preferida es tallarines con carne y entre sus tesoros están dos libros escolares, uno es Rulo y Pelusa, editado hace 50 años, y Delfín 2, que le regaló su padre. También sacó de adentro de la casa un portaretrato, en la foto aparece ella con guardapolvo impecable, de cuando iba a la escuela de La Ciénaga.
Con sus 9 años, Gaby cree que ya tiene definido su futuro, quiere ser maestra, porque le gusta enseñar. Contó que esta escuela le dieron hojas, pero ella ya llevaba sus útiles. "Quiero una mochila que tenga las dos tiras porque tengo un bolso para la escuela".
A Gaby le gusta vivir ahí, entre la ruta y el río Jáchal, porque al lado vive su prima, casi de su edad, "y voy siempre a jugar con ella cuando me invita".
Su papá contó que la casa en el barrio de la que hablaba Gaby no se la darán porque se separó de la mamá de los niños, y a pesar de que él tiene a su cargo 3 de sus hijos, le dijeron que no calificaba.
La hermana mayor de Gaby, que tiene 18 años, le regaló los rollers y un celular de los viejitos, pero ese es SU celular y aunque no tiene cargador nos pasó el número para que la llamemos, se lo sabía de memoria. También dijo que su cumpleaños es el 26 de marzo.
"Esto me regalaron cuando juré la bandera", dijo mientras sacaba un pequeño diario íntimo con llave que estaba cerrado. "Me lo regaló el profesor de música, Juan... si he escrito unas cosas... ¿qué cosas? ... nada, cosas", y evadió el tema con mucha seguridad. Gaby ya tiene 9 años.
Se puso a pintar y contó que iba a almorzar sopa. Ya eran más de 13,30 y nos despedimos de Carlos Oviedo, de sus hijos y de Gaby. Antes ella nos miró con sus ojos mágicos y preguntó: "¿y usted cuando va a volver para acá?".