Alfredo González y el olor a rosas
Alfredo lleva un rosario de cuentas de madera gruesa colgado al cuello. En las manos, un par de anillos con imágenes de santos. En Albardón, donde reside, “me dicen fanático”, dice el hombre con una risa. En un viaje a Mendoza, a la casa de Manuel, retrató con su celular el sol y dijo que notó que se apareció la Virgen en un árbol seco. Contó que su suegro tenía un cáncer de ganglios y después de una visita a la Rosa Mística quedó inactiva la enfermedad. “Tampoco es diabético ahora, y antes tenía diabetes”, dijo Alfredo. Pero además, contó que a su hija la operaron de un tumor “y al salir se impregnó la habitación de olor a rosas. Yo a veces cuando voy a El Algarrobal y me despido de otras personas sentimos como una ola de perfume. Uso “rosa mística” les digo”, cuenta.