Parece que se tomó al pie de la letra la frase “Si la vida te da limones, haz limonada”. Silvia Arias atravesó momentos que derriban a más de uno, pero optó para reinventarse las veces que hagan falta para disfrutar el día a día rodeada de los suyos y ayudando a los demás.
La confección de prendas ocupa gran parte de su actividad habitual, una labor que heredó de su abuelo y otras parientes que la acompañaron durante su infancia y adolescencia.
Abriendo el libro de su historia y su vínculo con las agujas y las telas, Silvia dijo: “Mi abuelo fue Eduardo Matamoro, era sastre y se lo conocía como ‘El Zorzal’ ya que en su juventud tuvo la oportunidad de grabar un demo con la orquesta de Aníbal Troilo. El conoció a mi madre a los cuatro años de edad cuando volvió a San Juan y se encontró que tenía dos hijas. Una llamada Adriana, de la que no tenemos más datos, y mi madre Nancy, que estaba en un hogar para adopción. Fuimos criadas por tías de mi abuelo y en casa todas sabían coser o bordar, como dice la canción de la señorita de San Nicolás”.
“Mi madre murió cuando yo tenía 3 años y tuve una infancia bastante complicada, pero salí adelante con la ayuda de gente maravillosa como doña Isabel Montilla de Buffani quien me envió a estudiar durante un tiempo corte y confección. Después ingresé al Polivalente de Arte para hacer la carrera de Profesora de Artes Plásticas. De tanto en tanto realizaba diseños, que solo eran para mí o conocidos. Me recibí de docente y trabajé en medios de comunicación como productora y presentadora, entre ellos ‘Fierros’ y ‘Acelerando a fondo’”, sumó la modista que se encamina a cumplir en agostos 50 años.
WhatsApp Image 2023-06-11 at 17.05.11.jpeg
Silvia es uno de los ejemplos más palpables de una persona que abraza la resiliencia.
En 2005 sufrió un nuevo golpe cuando le detectaron cáncer. Decidió radicarse en La Plata para recibir el necesario tratamiento médico. En la capital bonaerense empezó a trabajar como secretaria administrativa en una empresa privada. Ahí estuvo trabajando unos 10 años hasta que se vio obligada a renunciar para recuperar la movilidad que se vio afectada por un ACV.
Pero su camino de espinas no terminó ahí. El 2 de abril de 2013 comenzó una pequeña llovizna que en cuestión de segundos se convirtió en la peor tragedia natural que le haya tocado atestiguar: “La gran cantidad de agua caída se llevó unas cuantas vidas y destruyó muchos hogares, entre ellos el mío. Fueron dos días en donde estuvimos con el agua hasta los hombros sin comunicación, con frío. Mis hijos se sujetaban dónde podían hasta que fueron rescatados por vecinos y llevados a un refugio del ejército en Ringuelet”.
WhatsApp Image 2023-06-11 at 17.50.20.jpeg
La inundación que vivió La Plata en 2013 arrasó la casa en la que vivía con sus hijos.
“Las noticias sobre el desastre al que estábamos expuestos llegaron a San Juan y gracias a Carlos ‘Lacio’ Laciar y Claudio Bonomo (ex colegas), Roberto Ponte (ya fallecido) y José Alessi (de Acelerando a fondo) lograron una campaña impresionante para hacernos llegar alimentos, ropa, calzado, etc…, Casi todo lo que se había perdido por la inundación. Era recorrer las calles y encontrarse con imágenes de una post guerra para ser más ilustrativa. Gente llorando sentada en el piso. Esa fue la postal durante casi 15 días hasta que se comenzó la tarea de limpieza y recuperación. Ahí vi que el sanjuanino cuando se lo convoca está, que solo hace falta una llamada o un mensaje y él siempre estará”, contextualizó con detalle Silvia.
Acto seguido la mamá de Daniela (31), Lucía (28), Enzo (23) y Manuela (13) reconoció que en ese momento le surgió “la idea de tratar de devolver tanto apoyo”, se despertó para siempre su veta solidaria.
“En mí recuperación decidí a modo de terapia hacer las costuras, pero pasó de ser una distracción a un emprendimiento mayor que hoy se llama ‘Vistiendo Muñecas’. Mientras tanto fui conociendo gente que tenía sus necesidades como Aixa Araujo, a quien donamos su vestido de novia antes de fallecer para cumplir su sueño”.
image.png
Una de las creaciones de Silvia.
Así comenzó la rueda a girar nuevamente ayudando a muchos más. Uno de ellos fue don Zalazar, a quien le habían robado el dinero de su cirugía. Además, durante la pandemia, junto a Luciana Riveros, salió a llevar alimentos y agua a los camioneros varados y hacían cadenas de ayuda para los repuestos de los que no podían recibir ayuda estando alejados. También asistieron a muchas familias que cumplían la cuarentena obligatoria en sus domicilios.
AYUDA.jpg
En el terremoto del 18 de enero del 2021 asistió a familias de distintos departamentos.
“Pero la parte más fuerte fue el terremoto de enero (18 de enero), dónde junto a mi hija Manuela salimos a recorrer y tratar de llegar a Pocito y ayudar en lo que pudiéramos. Sin pensarlo, con solo un mensaje, conseguimos asistir a muchas familias de Villa Navidad, El Abanico, el Municipal de Carpintería y a la abuela que vive solita el costado de la ruta y que se hizo famosa gracias a nuestro posteo”, añadió la modista solidaria, que permanentemente está dispuesta a dar una mano.
Pero en una historia plagada de tantos dramas, también Silvia encontró el verdadero amor. Nunca pensó que llegaría de tan lejos, más precisamente de Eslovaquia. “A Imrich lo conocí por medio del automovilismo, estaba cubriendo la etapa del Dakar y teníamos amistades en común como Ales Loprais, Carlos Sainz y Al Attiyah, entre otros. La noche de Año Nuevo del 2016, en el grupo de ‘Dakarianos’, nos enviamos saludos entre los miembros y uno de ellos era de Imrich. Nos conocimos personalmente a los días, cuando él ya estaba preparando su regreso a Europa y nos fue a visitar a La Plata. Volvió el 3 de febrero a donde vivía y por cosas de la vida tuve un accidente laboral por el cual debía ser intervenida quirúrgicamente y él volvió para cuidarme durante esos días en la Clínica Mater Dei. Ese día mientras, entraba al quirófano, me acompañó la camilla hasta la puerta y me dijo 'recuerda, acá te espero. No camines hacía la luz porque yo estaré esperándote'”.
WhatsApp Image 2023-06-11 at 23.26.38.jpeg
En 2018 la modista solidaria contrajo matrimonio con Imrich, su amor eslovaco.
“Luego vino la propuesta de matrimonio, pero se volvió a posponer porque tuve un ACV isquémico, que me produjo dos coágulos en la base del cerebro. Ingresé a neurocirugía en el Hospital Italiano y ahí también llegó. Los médicos le entregaron mi anillo de compromiso y se lo puso en el meñique. Volvió a acompañar la camilla diciéndome que recordara que él estaba ahí esperándome. Nos casamos el 19 de abril de 2018 en Santa Lucia”, concluyó Silvia, quien ahora espera entre vestidos, trabajos pendientes y movidas solidarias que Imrich regrese de un viaje laboral que lo mantiene en Chile.