El último diplomático de Argentina al que se lo vio en una situación semejante terminó unos meses después de vuelta en el país, “renunciado” de la embajada de Israel, y condenado a 8 años de cárcel por corrupción.
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SUSCRIBITEEl último diplomático de Argentina al que se lo vio en una situación semejante terminó unos meses después de vuelta en el país, “renunciado” de la embajada de Israel, y condenado a 8 años de cárcel por corrupción.
Quien sigue los pasos del “Pato” Urribarri, al menos los pasos de baile, es ahora el embajador argentino en España, Ricardito Alfonsín.
El diplomático del diminutivo extemporáneo organizó un verdadero festival tropical en el bello verano madrileño, con el grupo de cumbia santafesina Los Palmeras como atracción principal.
La excusa fue que el conjunto musical recibió la “marca País”, lo que los identificaría como un producto cultural clave de nuestro terruño. Como reconoció la secretaria de Promoción Turística, Yanina Martínez, el fiestón fue sólo para la oficialización de la medida, ya que “la calidad de embajadores de la Argentina” se había reconocido hace tiempo.
Así, el embajador que cobra alrededor de 16.000 euros de salario (algo más de 2 millones de pesos por mes, más casa, comida y auto), pudo celebrar la argentinidad entre parranderos, bombones asesinos y sabaleros, compartiendo un ágape que habrá costado, al cambio, cientos de canastas básicas, inasequibles para millones de argentinos.
Más funcionarios de paseo
Pero no solamente Ricardito Alfonsín la pasa bárbaro en el viejo continente. El ministro de Seguridad Aníbal Fernández fue visto paseando por Roma, según publicó el sitio RealPolitik, en tiempos que las restricciones al acceso de divisas hacen imposible para los argentinos viajes de distancias mucho menores.
El kirchnerista reconvertido al albertismo pasaba (o salía, dicen algunos) por el local de Salvatore Ferragamo, en la Città Eterna, donde venden las mejores corbatas del mundo, según los que saben del tema.
Otro funcionario al que si la situación de pobreza de los argentinos le preocupa lo disimula bastante bien, es el ministro de Salud de la provincia de Buenos Aires, Nicolás Kreplak.
Al dirigente se lo vio, cerveza en mano y morral al hombro, en un conocido mercado madrileño. Y como siempre hay una “razón”, desde el entorno del ministro apuntaron que “está haciendo un curso de verano sobre Organización, gestión e innovación de servicios de salud, invitado junto a otros ministros por la Escuela de Alta Dirección Sanitaria Latinoamericana”.
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