El gabinete de Alberto Fernández no es una pléyade de lumbreras, claramente.
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SUSCRIBITEEl gabinete de Alberto Fernández no es una pléyade de lumbreras, claramente.
Pero entre esa oscuridad se destaca una funcionaria inolvidable, como puede ser inolvidable una inundación, o un tornado que arrasa con una ciudad entera. Es Gabriela Cerruti.
La portavoz presidencial, que ingresó al gobierno para reforzar el perfil más pobre de la administración, la comunicación, se convirtió en un continuo de reprobaciones, de propios y ajenos.
A su tono soberbio, altanero, sustentado en méritos que aún quedan por develar, se ganó la tirria de los periodistas más afines al gobierno, y de los que están en las antípodas.
Cada intervención suya deja tela para rasgar, ya que cortarla es una delicadeza dada la oportunidad.
Esta vez, con su comentario, logró sepultar en el trending topic de twitter, y en la repercusión en las redes en general, el mensaje que, temprano, había posteado Cristina Kirchner relacionando directamente al diputado del PRO, y mano derecha de Patricia Bullrich, Gerardo Milman, con el intento de magnicidio del 1 de setiembre.
El hashtag #RenunciaCerruti superó a todos los que se relacionaban con el tuit de la vicepresidenta.
Cerruti, reunida con Irene Montero, ministra del gobierno español, mientras la paseaba por Casa Rosada, al mostrarle la Plaza de Mayo desde la ventana le dijo: "Esa fuente es donde la derecha colocó las piedras recordando los muertos del covid".
Inmediatamente en las redes se volcaron al repudio por la frase de la vocera.
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