La Cámara de Diputados se reconfigura en medio de una intensa sangría legislativa que ha dejado al PRO al borde de la extinción. El jefe del bloque amarillo, Cristian Ritondo, se encuentra furioso y se siente traicionado por La Libertad Avanza (LLA), el mismo espacio con el que el PRO había sellado una alianza.
La llegada de Patricia Bullrich al Congreso profundizó un mecanismo voraz para captar diputados, lo que en el PRO califican como un robo de legisladores. La tensión escaló hasta el punto de que Ritondo le envió un ultimátum a Gabriel Bornoroni, jefe de la bancada libertaria: “Si siguen rompiendo las pelotas no cuenten más conmigo”.
La ruptura de la confianza
Si bien en un principio el PRO consideró lógico que algunos legisladores migraran, especialmente aquellos que ingresaron por la lista de la exministra de Seguridad en 2023, las últimas incorporaciones generaron un profundo malestar.
La mudanza de la cordobesa Belén Avico marcó un punto de quiebre. Poco después, Bullrich sumó a la santafesina Verónica Razzini y a Alejandro Bongiovanni. La incorporación de Razzini fue vista como la gota que rebalsó el vaso, dado que la diputada se había reunido con Ritondo para volver al bloque apenas semanas antes, y hasta llamó a Mauricio Macri para habilitar su regreso. Al enterarse de su pase a LLA, Macri le hizo llegar un mensaje: “Tenés menos palabra que los bullrichistas que se fueron antes”.
Desde el riñón de Ritondo murmuran, irritados: “Son garcas y no cumplen lo que dicen”. La desconfianza es palpable, preguntándose cómo tener seguridad de que se cumplan acuerdos o se cedan lugares en comisiones si "vienen y nos roban los diputados". Las acusaciones apuntan a que los legisladores fueron "comprados” por el gobierno con "ofrecimientos de todo tipo y color, desde cargos hasta comisiones en la Cámara Baja".
A pesar de que el PRO ha funcionado como un aliado frecuente de la Casa Rosada para evitar el fracaso de la administración en su primera etapa, esta sangría ha dejado a Ritondo con solo 13 diputados propios a liderar a partir de diciembre.
La estrategia de resistencia: Un interbloque de 30 miembros
Ante esta debilidad histórica y el quiebre de la confianza con el oficialismo, Ritondo busca recuperar terreno de la mano de sus ex aliados. El plan en curso es la conformación de un gran interbloque en la Cámara Baja, una suerte de "Juntos por el Cambio 2.0".
Las negociaciones se llevan a cabo entre el PRO, la UCR oficial y el MID. Esta relación no es nueva, ya que estos actores han compartido alianzas e interbloques en el pasado. En concreto, la bancada macrista (13 diputados) busca sumar a la UCR (ocho diputados) y a los legisladores del MID, Oscar Zago y Eduardo Falcone. El larretista Álvaro González, aunque se mantiene en el PRO, ha estado manteniendo diálogos con el espacio de Zago.
El objetivo no termina allí. En silencio, los armadores buscan incorporar también a figuras clave como Miguel Ángel Pichetto y Nicolás Massot, en un esfuerzo por volver a tender puentes con ex-cambiemitas.
Convertirse en el "Voto Bisagra"
Si estas conversaciones prosperan, el interbloque se estima que reunirá cerca de 30 miembros. Esta cifra no es menor: les permitiría convertirse en la tercera fuerza del cuerpo legislativo.
El principal objetivo de esta unión política temporal —que podría ser de solo 90 días— es generar volumen para influir en las votaciones clave y, sobre todo, para conseguir más lugares en las comisiones. Los diferentes bloques buscan obtener autonomía de la lapicera de Menem.
Con 30 miembros, el PRO y sus aliados se posicionarían como el "voto bisagra" (swing vote) para alcanzar el quórum en las sesiones y se convertirían en el fiel de la balanza de la Cámara de Diputados. Esto les permitiría negociar tanto con el oficialismo como con el peronismo.
Los armadores de este nuevo espacio reconocen la fragilidad del pacto, señalando que lo que los une es el espanto. El miércoles, durante la sesión preparatoria, este nuevo interbloque tendrá su primera prueba de fuego. Aunque la relación del PRO con La Libertad Avanza sigue siendo tensa, el gobierno aún necesita negociar para alcanzar los 129 votos necesarios para el quórum, incluso habiendo superado los 90 legisladores propios. Esto sugiere que la relación requerirá un diálogo más intenso del previsto inicialmente.