Por una calle de tierra -por las lluvias, casi intransitable, llena de barro-, en una casita de adobe y con una enorme grieta en una de sus paredes, vive la familia Salem. Allí están Karina y su hija de 14 años, quienes quedaron a cargo de la casa tras la detención de Wemer, el joven de 19 años que fue imputado por tres delitos, entre ellos, la falsa amenaza de bomba al Centro Cívico que le costó más de 2 millones de pesos a la provincia. Las dos, en una charla exclusiva con Tiempo de San Juan, expresaron su angustia por la situación del joven finquero, quien hasta el domingo, día en el que su casa se llenó de policías, no había generado ningún tipo de problemas y se mostraba como un pibe tranquilo, con la única preocupación de llevar el pan a su casa.
"La verdad es que no sabemos lo que ha pasado. Estamos totalmente destrozados, porque él no es así. Viene de familia de bien, tanto de mi parte como la de mi marido. No sé qué lo pudo llevar a hacer lo que hizo. Nosotros no nos metemos con nadie, ni con los vecinos, ni somos mendigos", expresó la mamá, totalmente acongojada.
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La familia vive en Angaco. La finca en la que residen desde hace 7 años está en silencio. Ellas están refugiadas en la vivienda, sólo salieron en la jornada del lunes cuando lo pudieron ver a Wemer por apenas unos pocos minutos. La mamá, quien sufre de epilepsia, cuenta que nunca imaginaron atravesar esta situación, sobre todo porque hace menos de dos meses sufrieron la pérdida de Pedro, el sostén de la casa. "Con esto del fallecimiento de mi marido, estamos con el dolor de esa pérdida. Ahora pasa esto...", confiesa la mujer.
Karina dice que su hijo nunca antes le había llevado un problema a la casa. Cuenta que había terminado la primaria con buenas notas, que había dejado en cuarto año de la secundaria y que desde los 16 años se dedicaba a los trabajos manuales de la finca. Que entre lo que cobraba ella y él, se las arreglaban para el día a día. Descarta que la falsa amenaza a cambio de dinero puede haber sido por algún problema económico. "Todos los días hace los trabajos rurales y los sábados cobra, viene a la casa y me ayuda con la compra de la mercadería. Con lo poco que cobro yo y él, nos vamos manteniendo. Es el sostén que tengo ahora", dice.
Sobre la llamada, en la que el joven advierte haber colocado una bomba en el Centro Cívico y la anterior, en la que afirma haber visto a Loan, el niño perdido en Corrientes, la mujer cree que otra persona pudo haber inducido a su hijo a hacer lo que hizo: "No he podido hablar mucho con él, pero se niega, obviamente. Él dice que no ha sido, pero bueno, hay audios. No entiendo qué pudo haber pasado. Nunca me trajo una queja de la escuela, ni de la calle. Lo hemos criado bien. Y me cuesta creer lo que ha pasado ahora. No sé si me lo han tenido amenazado para que haga eso o se le puede haber presentado algo mental, que lo haya llevado a hacer esto inocentemente; no lo sé".
Karina espera que su hijo recupere pronto la libertad (este martes el juez le dictó la prisión preventiva por el plazo de 30 días) y pide disculpas por lo ocurrido. "Yo le diría a la gente que se quede tranquila. Él no tiene antecedentes, jamás me trajo un problema. No es una persona mala. Y les pido perdón, como sanjuanina le pido perdón a toda la provincia. No somos perfectos, todos podemos tener un error y hay que saber perdonar", señala la mamá del chico.