La reunión empezó a primera hora de la tarde. José Sosa y Américo Nievas se cruzaron en el barrio y fueron a beber una cerveza en la puerta del almacén de la familia Palacios en la calle Mendoza del barrio Municipal. Después del primer porrón, tomaron otro y otro.
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El gaucho. Pablo Reyes Almonacid, el jornalero que asesinó a su amigo. Foto de Diario de Cuyo.
Ya estaban entonados cuando apareció José Luis Díaz en su bicicleta. Éste saludó y dijo: “Ya vuelvo”. A los minutos regresó y fue al grano: “Tengo ganas de tomarme unos vinitos”. A la ronda también se sumaron un tal Zamora, Roberto Castro, Raúl Matamoro y Pablo Ruarte. Este último trajo su guitarra y cantó unas tonadas. Todos hicieron una rueda alrededor de una damajuana de vino y una gaseosa.
Hasta ahí, era una juntada más de jóvenes amigos de la zona del barrio Municipal de Carpintería. Algunos sintieron que alcohol les hacía efecto y al cabo de unas horas abandonaron la reunión. Pasadas las 18 del domingo 27 de julio de 1997, los únicos que quedaron fueron José Sosa, Américo Nieva y José Díaz, que bebían la segunda damajuana que abrieron.
La llegada de "Chiquito Reyes"
La noche los sorprendió en la plazoleta de ese poblado situado al margen oeste de la ruta nacional 40, a la altura de calle 18. A esa hora también llegó Pablo Reyes Almonacid, apodado por todos como “Chiquito Reyes”, un gaucho y puestero que criaba cabras. Un hombre parco de pocos amigos que vivía en el barrio y al que ciertos muchachos de la zona tildaban de pendenciero, matón y pesado. En ocasiones andaba a caballo y calzado con un cuchillo.
“Chiquito Reyes” traía unos vinos encima. Había estado en un carneo y se notaba su embriaguez. “Quién va a ser el macho que me va a convidar un trago”, largó a los tres amigos que brindaban en un costado de la plaza.
Díaz, quien más conocía a Almonacid o era su amigo, largó una carcajada cómplice y le invitó un vaso de vino para que los acompañara. No quiso ir al choque ni responderle mal, prefirió hacerse amable. Tampoco les quedaba mucho vino en la damajuana.
Una pelea anterior
Díaz alguna vez fue boxeador. Y según decían en aquel entonces, tiempo atrás había tenido una discusión o pelea con Almonacid en el Club Carpintería. Esos comentarios también señalaban que en aquella oportunidad Díaz le pegó al “Chiquito Reyes” y que éste juró que algún día lo iba a "dar vuelta”.
Pero esa noche, Sosa y Nievas no escucharon discusiones o insultos entre Díaz y Almonacid. Recordaron que en un momento ambos se apartaron y hablaron a solas, pero no parecían pelear. Después “Chiquito Reyes” propuso comprar más vino y todo asintieron.
Nievas se levantó para acompañarlo, pero Almonacid le respondió con todo prepotente: “Vos quédate ahí”. Eso sí, le quitó el gorro, luego agarró del hombro a Díaz y lo llevó tironeando en dirección al almacén de la familia Palacios. Sosa y Nievas siguieron charlando, pensando que pronto volverían con más vino.
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Detención. "Chiquito Reyes" fue apresado la misma noche del 27 de julio de 1997 en la casa de sus padres en el barrio Municipal, en Carpintería. Foto de Diario de Cuyo.
Almonacid y Díaz se fueron casi abrazados y cruzaron la calle. Ya eran más de las 20. La gran incógnita es qué se dijeron en esos contados minutos. Sus amigos relataron que se detuvieron en la vereda cerca del almacén de los Palacios. Al instante vieron que “Chiquito Reyes” se alejó, entró a la casa de sus padres –ubicada a metros del negocio- y volvió con Díaz.
Sosa relató que vio a lo lejos que Díaz estaba de espalda y que Almonacid lo abrazó de atrás. Por la borrachera o porque pasó inadvertido, no se dio cuenta del forcejeo o algún movimiento que le hiciera suponer que “Chiquito Reyes” agredía a su otro amigo.
Un ataque traicionero
Todo fue repentino. La escena cambió de un segundo a otro. Cuando volvió a mirar hacia el negocio, descubrió que José Díaz levantaba una mano como haciéndoles señas y con la otra se tomaba el pecho. Su cara expresa dolor y desesperación.
José Díaz les pedía ayuda. Sus dos amigos caminaron hacia él, pero el muchacho de 26 años cayó al piso antes que lo pudieran agarrar. Entre tanto, “Chiquito Reyes” Almonacid no perdió tiempo y se escondió en su casa. La tragedia empezaba a consumarse.
La sangre chorreaba del pecho de Díaz, que suplicaba: “Meco (por Américo Nievas), no me dejés morir”. Este otro muchacho se sacó su camisa a cuadros y le cubrió la herida a la víctima para frenar la hemorragia, mientras respiraba dificultosamente y sus ojos se le desorbitaban. Sosa no sabía qué hacer, pedía a gritos a los vecinos que llamaran a la ambulancia y a la Policía.
La autopsia determinó que la herida cortopunzante ingresó en el corazón. Fue por eso que la víctima murió casi al instante.
Esa noche, José Luis Díaz murió en la calle frente a la plazoleta del barrio Municipal en Carpintería. Los policías de la Subcomisaria Castro y el equipo médico llegaron para constatar el deceso. A todo eso, Almonacid miraba todo desde la ventana de su casa.
Sosa, Nievas y otros vecinos señalaron a “Chiquito Reyes” como el autor del asesinato. El subcomisario Daniel Santaella, en ese entonces jefe de la dependencia policial de Carpintería, ordenó que cercaran la zona y vigilaran la casa. Es que la gente aseguraba que Almonacid se encontraba refugiado en el domicilio de sus padres.
A los minutos arribó el comisario inspector Carlos Trigo, jefe de la Regional Sur, con otros policías para tomar control de la situación. El cabo primero Roberto Lucero, que venía en esa comitiva, fue el encargado de buscar a Almonacid.
Casi linchado
El policía se asomó por la ventana y observó que “Chiquito Reyes” se hallaba en el comedor, pero al notar la presencia policial desapareció por un pasillo de la vivienda. El cabo primero Lucero pensó en derribar la puerta, pero no quiso exacerbar más a los vecinos que aguardaban furiosos en la vereda y en cualquier momento armaban una batahola para hacer justicia por mano propia contra Almonacid.
Fue así que el cabo primero Lucero y otros policías golpearon la puerta de la casa de “Chiquito Reyes” y alguien los hizo pasar. Adentro hablaron con Pablo Reyes Almonacid y le comunicaron sobre la orden de detención. Este no opuso resistencia, ya estaba resignado. Él mismo indicó a los investigadores que el cuchillo con el que hirió de muerte a Díaz y el gorro de Nievas estaban enterrados en el patio.
Los policías sacaron a las apuradas a “Chiquito Reyes”, entre insultos y amenazas de lincharlo por parte de los vecinos. Mientras lo subían al patrullero, a metros del cadáver de Díaz, el jornalero largó una frase que fue muy explícita: “Este no va a hablar más”, en referencia a la víctima.
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El juicio. Pablo Almonacid en una de las audiencias. Foto de Diario de Cuyo.
Existen muchas versiones sobre el móvil del asesinato. Se habló de la rivalidad entre estos dos vecinos y supuestos amigos de Carpintería, de la pelea anterior en la que Díaz supuestamente le pegó a Almonacid y del rencor que éste le tenía al otro, más aún por la diferencia de edad. “Chiquitos Reyes” tenía en ese momento 41 años y Díaz sólo 26.
Pablo Reyes Almonacid fue procesado y juzgado en septiembre de 1998 por los jueces Raúl Iglesias, Arturo Velert Frau y Diego Román Molina de la Sala I de la Cámara en lo Penal y Correccional por el delito de homicidio simple.
La condena
En el debate, “Chiquito Reyes” admitió que tenía cierta amistad con Díaz y relató todo lo que hizo la tarde y la noche del 27 de julio de 1997, salvo un detalle. Pese a que reconoció como suyo el cuchillo de carneo -con una hoja de 15 centímetros- que secuestraron en su casa y que tenía manchas de sangre, aseguró que no recordaba haber acuchillado al otro jornalero. Dijo que estaba muy ebrio.
El tribunal lo encontró responsable del crimen. Entre otros agravantes, consideraron la modalidad del ataque y el medio empleado en la agresión, el vínculo preexistente entre él y la víctima, la actitud engañosa de acercarse a beber y luego atacarlo, y el grave daño moral causado a la familia de la víctima: Díaz estaba casado y tenía 8 hijos, todos menores de edad.
Como atenuantes, valoraron la carencia de antecedentes penales por parte de “Chiquito Reyes”, su nulo nivel educativo y el estado de ebriedad parcial en el que se encontraba al cometer el asesinato. Por todo esto lo condenaron a 12 años de prisión.
Pablo Reyes Almonacid permaneció preso en el Servicio Penitenciario Provincial de Chimbas hasta abril de 2009. No hay más registro de él, puede que ande por ahí. Hoy tendría 67 años. Algunos vecinos de Carpintería contaron no volvieron a ver al “Chiquito Reyes” por esa zona.
FUENTE: Sentencia de la Sala I de la Cámara en lo Penal y Correccional, artículos periodísticos de Diario de Cuyo y hemeroteca de la biblioteca Franklin.