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Historias del Crimen

La discusión por un vino y el cumpleaños que acabó en un asesinato en Villa Hidráulica

Pasó una madrugada de diciembre de 2001. Habían tenido un pelea anterior por una caja de vino. Hasta que saldaron cuentas en un cumpleaños.

Por Walter Vilca

De seguro existían rencores de antes. Alguna rivalidad entre muchachos de barrios vecinos o un pase de factura por un desencuentro de quién sabe cuándo. Pero lo que tensó aún más la relación y los distanció del todo, fue aquel violento entredicho entre ambos por una caja de vino.

“El Pichirica” Calderón estaba con un par de amigos tomando en una esquina de Villa Hidráulica. En esos minutos cayó “El Sueñito” Peña, que haciéndose el gracioso y provocador como siempre agarró la caja de vino con la intención de llevársela. Ahí comenzó el problema. Al otro joven no le gustó nada y se le plantó de frente.

Lo que dicen fue que, esa tarde, “El Pichirica” y “El Sueñito” cruzaron unas palabras, se insultaron y amagaron con tomarse a trompadas, pero los otros muchachos que presenciaron la escena los frenaron antes que se amara el improvisado ring en medio de la calle.

Desde ese entonces, Rolando Marcelo “El Pichirica” Calderón y Federico Leonardo “El Sueñito” Peña no volvieron a hablarse. Implícitamente, también, dieron por sentado que habría una segunda vuelta para arreglar sus cuentas pendientes.

Vecinos y enemigos

Uno era de la Villa Pontoriero, el otro del barrio Fermín Rodríguez y tenían amigos en común en Villa Hidráulica. De ahí se conocían. Vivían a pocas cuadras de distancia. Calderón contaba con 28 años y, si bien no era un delincuente, no estaba dispuesto a dejar pasar esa supuesta afrenta. Peña, en ese momento de 21 años, tampoco se iba a achicar. Cargaba con antecedentes penales y se hacía fama de “picante”.

Todo estaba dicho entre ellos. Y ese encuentro tan esperado, llegó casi por casualidad. Carlos Javier Luna, quien era primo de Calderón y también amigo de Peña, preparó su fiesta de cumpleaños para la noche del sábado 15 de diciembre de 2001. Un grupo de muchachos y chicas que se juntaban con él fueron invitados, entre ellos “El Sueñito” y “El Pichirica”.

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En el recuerdo. Este lugar supo estar asentada la conocida Villa Hidraúlica de Desamparados, Capital. Con la erradicación de villas, sus pobladores se mudaron a viviendas en la zona de Rawson.

En el recuerdo. Este lugar supo estar asentada la conocida Villa Hidraúlica de Desamparados, Capital. Con la erradicación de villas, sus pobladores se mudaron a viviendas en la zona de Rawson.

El festejo se hizo en el fondo de la casa de Luna, hijastro de Roberto Calderón –tío de “El Pichirica”-, en inmediaciones de las calles Mansilla y Falucho de la Villa Hidráulica. Hoy ese asentamiento ya no existe, pero estaba ubicado en un extenso terreno que bordea la calle Colombia y queda entre Villa Pontoriero y los barrios Patricias Sanjuaninas y Fermín Rodríguez, en Desamparados.

La fiesta

Los jóvenes pusieron carne y chorizos en una parrilla y empezó la fiesta, con vino, cerveza y la música de un grabador que enchufaron en el patio. Roberto Calderón, el dueño de casa, se fue a dormir, mientras que su hijastro y el grupo de amigos se divertía y tomaba. Algunos hasta se pusieron a bailar sobre el piso de tierra. Entre ellos estaba “El Sueñito” Peña junto a Rosa, su novia.

La diversión se prolongó casi hasta el amanecer del domingo 16 de diciembre de 2001. El que no apareció durante el asado fue “El Pichirica” Calderón, que llegó a la fiesta cerca de las 5 de la mañana. La versión fue que entró con buen ánimo y empezó a saludar a uno por uno de los presentes. Pero cuando se encontró frente a frente con Peña y le extendió la mano, éste otro le quitó el saludo y miró para otro lado.

El desaire fue más que evidente. Todo se dieron cuenta que la “pica” entre ellos persistía y a partir de ese mal gesto se instaló el temor que esa noche podían volver a trenzarse. Es más, Luna y los otros invitados se inquietaron cuando vieron que “El Sueñito” y “El Pichirica” se apartaron para hablar y luego caminaron hacía el descampado.

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La víctima. Este era Federico

La víctima. Este era Federico "El Sueñito" Peña, el asesinado en manos de Calderón. Foto publicada por Diario de Cuyo.

Estuvieron solos por algunos minutos. Nadie sabe qué se dijeron y en qué quedaron, pero después regresaron a la reunión como si nada hubiese pasado. El resto de los jóvenes interpretaron que habían limado sus asperezas y el viejo pleito ya había quedado atrás. De hecho, dicen que compartieron un vaso de vino.

El ataque

Lo curioso fue que, al rato, Calderón tomó su bicicleta y se marchó sin dar explicaciones. Pasado 15 minutos, regresó a pie y se sumó nuevamente a la fiesta. Los testigos relataron en la causa que vieron que “El Pichirica” ocupó una silla junto a Rosa. Del otro lado de la chica, se encontraba sentado “El Sueñito”. Una situación de lo más normal, nada que llamara la atención.

La música sonaba y los muchachos se pasaban de mano en mano el vino. “El Sueñito” Peña quiso ser amable y convidó un vaso a Calderón. Y éste hizo el ademán de recibirlo, pero no le aceptó el trago. Por el contrario, se levantó de la silla y se le paró enfrente. Ahí, sin darle tiempo a reaccionar, con su mano izquierda tomó de un hombro a “El Sueñito” y con la derecha le largó tres cuchillazos en la zona del pecho y el abdomen.

Los que presenciaron el ataque creyeron, en principio, que le estaba dando golpes de puño. En el momento que “El Pichirica” se apartó, observaron que empuñaba un cuchillo y que Peña gritaba agarrándose el pecho con las manos ensangrentadas.

La fuga

Hay quienes se acercaron a auxiliar al herido. Otros se le fueron encima a “El Pichirica”, que salió corriendo por el fondo y se perdió por el descampado. Con decir que los otros jóvenes no le dieron alcance.

La preocupación estaba en Federico Peña. Minutos más tarde llegó una ambulancia y lo trasladaron al servicio de urgencias del Hospital Guillermo Rawson. Su estado fue crítico desde su ingreso. Los puntazos habían dañado zonas vitales, de modo que quedó internado en terapia intensiva.

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El homicida. Rolando

El homicida. Rolando "El Pichirica" Calderón, el autor del asesinato. Este hombre cumplió su condena en el penal de Chimbas.

Peña nunca mostró mejoría y la tarde del lunes 17 de diciembre de 2001 dejó de existir en el hospital Rawson. El asesinato estaba consumado. Mientras tanto, la Policía ya buscaba a Rolando Marcelo Calderón, quien había desaparecido de su casa en Villa Pontoriero. A los días fue capturado en un domicilio del barrio Portal de Los Andes, en Rivadavia. No tenía adónde escapar, además estaba preocupado por su esposa y su hijo.

La condena

Rolando Marcelo Calderón quedó preso por el delito de homicidio simple y bajo esa calificación fue llevado a juicio en junio de 2003 en la Sala III de la Cámara en lo Penal y Correccional. El fiscal José Eduardo Mallea, que tuvo a su cargo la acusación contra “El Pichirica”, sostuvo que el ataque fue casi alevoso. Esto porque atacó por sorpresa a Peña.

El acusado declaró que no recordaba lo sucedido y sostuvo que estaba muy alcoholizado. Esto fue rebatido por el fiscal Mallea, que citó testigos que declararon que no lo notaron ebrio y que caminaba bien. De hecho, la forma en que escapó daba a entender que estaba en óptimas condiciones mentales y físicas. Por otro lado, señaló que era consciente de sus actos. En ese sentido recordó que dejó la fiesta y volvió al rato portando un cuchillo.

Algunos jóvenes que participaron de la fiesta, incluso la novia del fallecido, declararon que vieron el momento del ataque. Roberto Calderón, el tío de “El Pichirica”, testificó y aseguró que la rivalidad entre su sobrino y “El Sueñito” Peña nació a raíz de aquella discusión por la caja de vino. También aseguró que la víctima se hacía el “vivo” con todos, era “pendenciero” y adónde iba ocasionaba problemas.

Los jueces Héctor Fili, Ricardo Conte Grand y Agustín Lanciani leyeron su sentencia el 20 de junio de 2003 y condenaron a 12 años de prisión a Rolando Marcelo Calderón por el delito de homicidio simple. La pena la cumplió en el penal de Chimbas. Los viejos guardiacárceles lo recuerdan, pues comentan que se trataba de un interno ejemplar. Es que no venía del ambiente delictivo. La prueba está en que, después que recuperó la libertad, no volvieron a saber más de él.

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