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Historias del Crimen

El drama familiar del barrio Belgrano por un joven borracho y su cuñado poco tolerante

Fue en una noche de junio de 1974. Los cuñados comenzaron a discutir y se insultaron hasta que la pelea dio paso al drama jamás esperado en esa casa.

Por Walter Vilca

Esa no fue una discusión cualquiera. La tirantez entre cuñados venía de antes, pero aquella noche de junio de 1974 los viejos rencores brotaron por los poros casi naturalmente por un borracho que se fue de boca y su pariente político que no le tuvo paciencia. El resultado: una pelea y un drama familiar que jamás olvidarían en el barrio Belgrano de Rawson.

Este caso de Historias del Crimen remueve los recuerdos de un conmocionante hecho que en 1974 golpeó a una humilde familia de Rawson, producto de la discordia existente entre dos cuñados.

Hugo Teodoro Castro y Blas Eleazar Gaitán no eran conocidos públicamente, al menos no contaban con antecedentes penales. Un artículo periodístico señala que Castro era un expolicía. Este hombre de 42 años estaba en pareja con la hermana de Gaitán, el otro protagonista de este enredo. El muchacho tenía 23 y residía con sus padres en Villa San Damián, también en Rawson.

En esa relación de cuñados, algo no andaba bien. Había resentimientos y odios aparentemente compartidos que predecían un mal final en esa relación entre parientes políticos, aunque nadie supuso que esas rencillas llegarían a ese funesto episodio acontecido la noche del miércoles 5 de junio de 1974.

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El lugar. Esta es una imagen del frente de la casa donde ocurrió el asesinato en 1974. La foto pertenece a diario Tribuna.

El lugar. Esta es una imagen del frente de la casa donde ocurrió el asesinato en 1974. La foto pertenece a diario Tribuna.

Los registros judiciales indican que Castro estaba cenando junto a su pareja y sus dos hijos en el comedor de su casa, sobre la calle Wilde del barrio Belgrano. Como a las 22 hizo su aparición Blas Gaitán, que entró borracho y con tono sobrador. El joven se acomodó en la mesa y Castro ahí nomás lo miró con recelo. Era su casa y no iba a dejar que su cuñado llegase en ese estado, encima provocador.

Primero la disimularon, pero a poco de iniciarse la charla saltaron los chispazos. Una versión decía que Blas sacó su ironía y se mofó de Castro por el combinado –centro musical como el tocadiscos de vinilo, de gran tamaño- nuevo que había comprado. Por otro lado, el relato que se señala en la causa afirma que la discusión se originó porque el joven le sacó en cara a su cuñado de por qué no lo invitaron a una fiesta familiar.

En la causa judicial se afirma que la víctima llegó alcoholizado a la casa de su hermana y la discusión con su cuñado se originó porque no lo invitaron a una fiesta familiar.

Castro no se quedó callado, le contestó y comenzaron los reproches. La hermana del muchacho y esposa del expolicía buscó interceder y calmarlos, pero los cuñados se cebaron en un agrio y caliente cruce de palabras. Del fuerte tono de voz pasaron a los insultos y ya se pusieron de pie todo desafiantes, amagando irse de manos uno al otro.

La única mujer presente en la casa no podía parar a los dos hombres. La situación fue de mal en peor hasta que Blas y su cuñado se empujaron y lanzaron unos golpes de puño. La dueña de casa entonces se puso en el medio para separarlos, pero su hermano le metió una cachetada o una trompada. Esto hizo estallar de furia a Hugo Castro, que en ese instante agarró un cuchillo de cocina que estaba sobre la mesa.

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La zona. El asesinato se produjo en una casa de la calle Wilde, en el populoso barrio Belgrano de Rawson.

La zona. El asesinato se produjo en una casa de la calle Wilde, en el populoso barrio Belgrano de Rawson.

Entre el forcejeo, los manotazos y los gritos de la mujer en la puerta de la casa, apareció ese puntazo que se clavó en el pecho de Blas Gaitán. A partir de ese segundo sólo se sintió el quejido de dolor y después los alaridos desesperados del muchacho, que veía el chorro de sangre en su campera. En eso su hermana trató de socorrerlo, mientras que Castro se metió a la casa para dar por cerrado con el pleito.

Muchos vecinos salieron a la vereda al notar el alboroto en esa casa de calle Wilde. Blas parecía ahogarse y ya estaba en el suelo. Al rato fue trasladado en un vehículo a la guardia del Hospital Guillermo Rawson, pero los médicos que lo asistieron confirmaron su deceso. El cuchillazo a la altura de la tetilla izquierda había tocado su corazón.

Los policías de la Comisaría 6ta llegaron a la casa minutos más tarde y detuvieron a Hugo Teodoro Castro. Él mismo reconoció a los uniformados que fue el autor del puntazo que dio muerte a su cuñado. En la casa también secuestraron el cuchillo tipo sierrita, de 15 centímetros de hoja, que todavía tenía restos de sangre.

La herida mortal fue en el corazón. El informe forense confirmó que el puntazo ingresó a la altura de la tetilla izquierda de la víctima.

En todo momento él argumentó que se defendió y lo único que hizo fue responder al ataque de su cuñado, que llegó ebrio y lo insultó. La mujer, hermana de la víctima, salió a favor de su pareja y cargó las culpas en el joven muerto.

Hugo Teodoro Castro fue acusado del delito de homicidio simple. Sin embargo, el caso dio un giro durante el juicio escrito en 1976. Para la fiscal Nelly Carreño estaba acreditado que aquella noche se produjo una discusión y pelea entre parientes, pero el dueño de casa actuó con dolo y mató a su cuñado. En ese sentido expresó que correspondía condenar al acusado a la pena de 15 años de cárcel.

Del otro lado, la defensa de Castro aseguró que el asesinato fue a consecuencia de una acción no pensada ni querida por éste. Concretamente habló de un crimen en estado de emoción violenta y por tanto pidió su absolución.

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Otros años. Así se ve actualmente el barrio Belgrano, escenario de aquel crimen ocurrido en junio de 1974.

Otros años. Así se ve actualmente el barrio Belgrano, escenario de aquel crimen ocurrido en junio de 1974.

El juez Arturo Lerga Armendáriz, titular del Juzgado del Crimen de Primera Nominación, concluyó que el conflicto fue originado por la propia víctima y que sus insultos desataron la violenta actitud de su cuñado. A su entender, esos agravios verbales desequilibraron emocionalmente a Castro y lo llevaron a perder los sentidos, al punto de cometer un crimen. Fue así que cambió la calificación del delito que le atribuían inicialmente en la acusación y lo condenó a 3 años de prisión por homicidio en estado de emoción violenta.

La fiscal del caso apeló ese fallo por considerarlo injusto y la sentencia fue a parar a la Cámara Primera en lo Penal. Los jueces Carlos Graffigna Latino, Alejandro Hidalgo y Arturo Velert Frau revisaron los fundamentos de la sentencia del juez Lerga Armendáriz y le dieron un revés a Castro el 14 de julio de 1976.

El tribunal que revisó la sentencia de primera instancia volvió a calificar el hecho como un homicidio simple. Es decir, tiró por tierra la teoría de un crimen cometido en estado de emoción violenta.

El tribunal sostuvo que el juez de primera instancia no hizo un ajustado análisis. Afirmaron que los “insultos no son semejantes y suficientes para desencadenar un raptus emotivo” que anule la capacidad psíquica o los frenos inhibitorios de una persona. En otras palabras, explicaron que una agresión verbal no puede justificar el ataque a cuchillazos de otra persona. Agregaron que, de acuerdo a los testimonios de los policías y el médico que trataron a Castro a la hora de cometido el asesinato, el acusado estuvo lúcido, tranquilo y orientado en tiempo y espacio en todo momento.

Con estos argumentos revocaron la sentencia inicial y modificaron la calificación del hecho, de homicidio en estado de emoción violenta por la de homicidio simple -con dolo o intención-. Con esto también agravaron la pena, en vez de 3 años de prisión, le impusieron la condena de 8 años de prisión.

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