Valentina Villalón tiene 9 años y hace tres que conquista escenarios con su malambo. Este año estuvo en el centro de la escena tras consagrarse Campeona Nacional Infantil de Malambo, pero detrás de la pequeña de Valle Fértil hay un importante equipo de personas que la acompañan en cada presentación como también en su formación. Uno de ellos cumple el rol de músico, maestro, entrenador y padre, Jonathan Villalón.
Jonathan tiene dos hijas, y si bien Valentina es quien ha logrado mayor reconocimiento, ambas zapatean, ya que es algo que traen en la sangre. “Yo soy mlambista y de tanto verme a mí y de juntarse con amigas que son las que van a la academia comenzaron a zapatear. Nace de ahí, como todo aquello que se comparte, se vive y se disfruta. Algunos prueban y no les gusta tanto. Hay otros que prueban el malambo y les gusta, se sienten diferentes y saben que lo pueden lograr”, comenta a Tiempo de San Juan.
La formación de mujeres malambistas en valle Fértil inició sobre el 201- y 2019 de la mano de Jonathan, quien entiende que la danza no debería segmentarse en géneros. Incluso hoy en día sostiene que la mujer zapatea desde hace bastante tiempo, solo que no contaba con la visiblización actual porque en algunos lugares populares no se les había dado el espacio.
Un ejemplo de ello es el certamen Pre Cosquín - Nuevos Valores, que tras varias décadas este año sumó por primera vez el rubro “Solista de malambo femenino”, brindado un espacio exclusivo para las mujeres que se animan a medir con fuerza, templanza y seguridad en cada pisada sus zapateos.
Para Jonathan formar a sus hijas en el arte del malambo no fue sencillo, y es algo que actualmente continúa trabajando. Al respecto reflexiona: “En lo particular me cuesta mucho. Trabajo mucho en separar lo que es ser papá y ser preparador. Ser maestro preparador es complejo, hay que estar en todos los momentos sensibles del niño, respetarlos, saber que siguen siendo niños, por más que algunos lo captan muy bien, haciendo mudanzas complejas, siguen siendo niños y no hay que olvidar eso”.
Y continúa: “Se mezclan las sensaciones y no es lo mismo la actuación que cuando se trata de una competencia. Nos vamos acostumbrando y de a poco le vamos agarrando la mano, tanto ella como yo. En la sala de ensayo soy el profe y ella una alumna más. En la casa soy su padre, un tanto cariñoso y cargoso”.
Jonathan es consiente que el camino iniciado junto con Valentina recién comienza. Si bien desea continuar con su preparación, no descarta dejar de estar como músico acompañando en el escenario, ya que como padre también desea vivir ese momento del otro lado del escenario, como espectador, al lado de su esposa e hija, quienes se acompañan en cada presentación.