Los ruidos de colectivos y del resto del tránsito acaparan la atención de todos en la esquina de Av. Rawson y Santa Fe, pero en realidad el protagonista de esta postal diaria es Carlos Barroso (47), el ‘sanguchero’ más famoso del lugar.
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SUSCRIBITELos ruidos de colectivos y del resto del tránsito acaparan la atención de todos en la esquina de Av. Rawson y Santa Fe, pero en realidad el protagonista de esta postal diaria es Carlos Barroso (47), el ‘sanguchero’ más famoso del lugar.
Hace más de 20 años, jornada tras jornada se para en el cuadrante noroeste de la citada intersección para ganarse la vida. Al principio fue vendiendo diarios y cartones de Telekino, pero desde una década a esta parte son sus sánguches de milanesa los que lo hacen brillar.
“Yo me levanto todos los días a las 6:00 de la mañana para empezar a preparar las milanesas y después armar lo sánguches. Después hago cosas en casa hasta que llega otra persona a ayudarme con mi mamá, ella tiene un problema de salud y necesita constante atención”, expresó Carlos describiendo un día normal en su vida.
Después de dejar todo ordenado en su domicilio del Barrio Parque Industrial (Chimbas), este fanático hincha de River Plate se toma el 404 con destino a su ‘oficina’ en la Capital: “Suelo llegar entre las 12:30 y las 13:00 y ahí estoy hasta la noche o hasta que termino de vender todo”.
Colectiveros, remiseros y gente que diariamente pasa por la esquina, la mayoría con el Hospital Rawson como punto de origen o destino, son los habituales clientes de Barroso, quienes ahora tienen que pagar $390 por un ‘chegusán’ grande o $370 por dos chicos.
“Antes hacía más, pero ahora estoy haciendo entre 40 y 50 sánguches todos los días. La carne está muy cara y tampoco quiero tener los precios tan altos”, comentó Carlos como una muestra más del momento económico que atraviesa San Juan y el país.
Y para el final, consultado sobre alguna anécdota linda o divertida que le haya tocado vivir, el ‘sanguchero’ sacó un as de la manga: “El año pasado venía en el colectivo de Chimbas y me di cuenta que una chica se había olvidado algo. Me acerqué y primero pensé que era una carpeta, pero resultó ser una computadora. Ahí nomás le avisé al chofer, quien terminó encontrándola”.
“A los días, estaba trabajando como siempre y vino la chica para agradecerme. Ahí me contó que era maestra de inglés y me regaló un carrito para trasladar los sánguches. Fue un gran gesto el que tuvo”, remató Carlos, el ‘sanguchero’ más famoso y honesto de Av. Rawson y alrededores.
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