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OPINIÓN

El delicado ajedrez de Fabián, clave para todo lo demás

Operará en diputados, llave de gobernabilidad. Dos negociadores conocidos y la polvareda por el corte de las designaciones de última hora. La intimidad de las fiscalías, caso asombroso y revelador.

Por Sebastián Saharrea

Gestos y muñeca, los insumos que más cotizan en el mercado de la negociación (sí, negociación) política que acaba de comenzar en la Legislatura provincial una vez notado el dibujo atípico que presenta: el oficialismo de Marcelo Orrego cuenta con sólo 12 de los 36 diputados, una minoría que no sólo lo pone en posición difícil frente a las leyes que necesita sino a designaciones de puestos constitucionales clave. Cuya primera distribución esta semana peleó a brazo partido.

Con este tablero, el imperativo para la escuadra oficial surge claro: recuperar simpatías en el recinto que fueron reacias en las urnas. Producto también de una convocatoria a elecciones muy particular: se eligieron diputados en fecha distinta al gobernador, por lo tanto, se bloqueó el juego de tracciones que refleja la lógica, que un gobernador que se elige impulse también a sus diputados.

Pero ya está, ya es lo que es. Al equipo de Marcelo no lo queda otra que operar el escenario que le quedó, y cuenta para eso con una herramienta vital: su potente relación con el electorado, que lo seleccionó y lo empoderó para aplicar su plan. Claro que es una herramienta que se puede oxidar, estará en su pericia evitarlo. La otra es más política: la cantidad de aceite y saliva que le aplique a esa dinámica el líder de Diputados, el vicegobernador Fabián Martín, en el toma y traiga con esa oposición más numerosa.

El objetivo, atraer simpatías y brazos levantados, permanentes u ocasionales, para conformar mayorías. La bienvenida a este sistema parlamentario la tuvo el oficialismo en la primera sesión de esta semana, y fue áspera. Tiró y aflojó: se quedó con el asiento de fiscal de Estado adjunto, designado por unanimidad, pero propuesto por el Ejecutivo.

El telón de fondo fue un primer contacto entre oficialistas nuevos y opositores nuevos con alguna rispidez. Sobrevolaban los efectos de la primera y potente decisión del gobierno de Marcelo Orrego, la eliminación de los 2.000 nombramientos de última hora que le dejó de regalo la anterior gestión, un pelotón integrado por amigos y familiares, aunque no excluyente. Fuertemente aplaudida desde todos lados, pero difícil de tomar.

Eso hizo muy difícil que los dos dirigentes que se encargan de lubricar la línea oficialismo-oposición alcanzaran el mejor momento, al menos en el primer round de la semana que pasó. Ellos son Emilio Achem, el secretario General de la Gobernación y primera espada del gobernador Orrego, y el peronista Mauricio Ibarra, de difícil clasificación interna.

Conocidos de hace tiempo cuando trabajaron juntos en Rawson, fueron bordando -y lo seguirán haciendo- las condiciones para que aparezcan las voluntades que le falta al gobierno en Diputados. Y ya se vieron algunos flecos en la sesión de la semana: la ausencia del diputado calingastino -del bloque uñaquista, pero allegado a Ruperto Godoy, a su vez cercano a Gioja- que privó a su bancada justo de un voto para imponerse en el IPEEM; alguna gelatinosidad del peronista chimbero que no se sabe si reporta al giojismo, al uñaquismo o a su San Juan te quiero y también podría negociar ley por ley (ya son dos); las oscilaciones del massista Franco Aranda que también tendrá su bancada y juega de líbero (ya son tres, de 7 que necesita). O la designación de la ibarrista Florencia Peñaloza en la Defensoría, sobre el candidato de otro sector del uñaquismo y con votos unánimes (incluyendo a JxC).

Clara señal sobre hacia dónde apuntará la negociación el oficialismo. Pero ocurrió que el momento era delicado por la sensibilidad que había despertado la barrida de Marcelo, confían con que irá cicatrizando. Al calor de esa desconfianza recíproca inicial, la oposición tomó –o anunció que tomará- espacios constitucionales sensibles.

Como el Tribunal de Cuentas –que revisa todas las cuentas oficiales- y siempre estuvo en manos del oficialismo durante épocas peronistas. Hasta ahora: antes de irse, Uñac designó a los tres integrantes fijos luego de un acuerdo con Gioja (con quien parecían peleados) en proporción 2 de un lado y uno de otro, y ahora ubicarán a un bloquista. Con lo cual Marcelo quedará con sólo uno –el de la segunda minoría- y sin chances de alcanzar mayorías ni aun abrochando con el vocal giojista.

Lo mismo con el estratégico Consejo de la Magistratura, que es el organismo que designa los jueces (en realidad, elabora las ternas, que es casi lo mismo). Y que podría quedar en manos de la oposición peronista cuando se vote al integrante de Diputados (lo que ocurrirá el jueves, en la continuación de la sesión del jueves pasado). El presidente del bloque del PJ, el venticinqueño uñaquista Quiroga Moyano, anunció que harán uso de la mayoría sin cederla. Si eso ocurre, quien resulte se sumará a los dos integrantes abogados, que son peronistas también. Completan un ministro nombrado por Orrego y un cortista. Ni juntándose estos dos reunirán mayoría. A no ser que prospere el criterio de JxC, que siempre el diputado del Consejo respondió al oficialismo. Lo que es verdad.

El tema se entrelaza con otro episodio de esta semana: la renuncia del Fiscal de Estado. Jorge Alvo fue citado por una altísima investidura del Ejecutivo el mismo lunes al mediodía, con apenas unas horas de ejercicio. “No me dejó sentar”, ironizó ante sus conocidos el ahora ex funcionario, para contarles la manera resuelta con la que se le solicitó el gesto.

Hay una historia previa para comprender mejor qué paso, desde que Alvo y Jimmy Quattropani –otro fiscal de la constitución provincial- aseguraban en julio que permanecerían en su cargo incluso luego de la elección de Orrego. Unos meses después, el propio Uñac le pidió a Alvo que le presentara la renuncia porque lo había acordado con Orrego, pero luego desistió.

Y hubo un desencadenante más. Fue cuando el peronismo perdió las elecciones en el Foro de Abogados contra letrados de JxC, cuando el entonces mandatario Sergio Uñac decidió no sólo retener a Alvo (¿alterando una promesa hecha a su sucesor Orrego?) sino lanzar la operación de designaciones de última hora. Ese fin de semana, una clínica céntrica que lleva el nombre de un país europeo hizo 400 revisiones psicofísicas diarias para ocupar el nuevo destino laboral. Son las que, en la primera hora de gestión, Orrego eliminó de un plumazo junto al pedido a Alvo.

Ahora bien, muchos ahora en el oficialismo se preguntan si esa decisión les garantiza un nuevo fiscal de Estado del palo. Y la respuesta surge de la nueva constitución del Consejo de la Magistratura con posible mayoría automática peronista-bloquista, que es el organismo encargado de designar la terna para el reemplazo de Alvo. Al menos este año, mientras duren los dos concejeros peronistas de los abogados.

Lo mismo ocurriría si se presentara un caso similar con el Fiscal de la Corte Jimmy Quattropani. Hay mucha literatura sobre un eventual alejamiento, que el poderoso jefe del nuevo sistema judicial niega terminantemente. También lo negaba Alvo, hasta que llegó el llamado desde la Paula.

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