Durante el viernes pasado se vivió un momento de tensión el Dique Punta Negra. Sucedió cuando tres turistas llegados desde Buenos Aires debieron ser rescatados por guardavidas después de que el kayak en el que navegaban se diera vuelta. Tras el hecho, la Justicia de Faltas determinó que el dueño del parador que les alquiló el bote deberá pagar una multa por la detección de irregularidades en el servicio.
Según trascendió, la multa dispuesta es equivalente al valor de 200 litros de nafta, lo cual se traduce en un monto de alrededor de $264.000 que el prestador de servicios de kayak del Dique Punta Negra deberá abonar.
La Justicia difundió que el prestador irrumpió varias normas durante la salida de los tres turistas bonaerenses, una mujer de 49 años y sus dos hijos de 18 y 15, quienes volcaron sus embarcaciones y vivieron momentos de "alto riesgo".
Por un lado, el prestador no informó la salida de los turistas, como lo exige la ley 826J. Al mismo tiempo, las embarcaciones no contaban con las medidas de seguridad necesarias. Además, no se mantuvo el contacto obligatorio a través del canal 16, la frecuencia internacional de emergencia y seguridad.
El momento de tensión y el rescate
Durante el fin de semana, el Ministerio de Turismo, Cultura y Deportes informó que tres turistas provenientes de Buenos Aires: un joven de 18 años, su hermana de 15 y su madre de 49 años, sufrieron un incidente mientras navegaban en kayak en el Dique Punta Negra, en San Juan.
La familia había alquilado dos kayaks: uno doble, en el que iban los hermanos, y otro individual que ocupaba la madre. En las inmediaciones del cerro La Sal, el kayak de Marisa se dio vuelta, y ella no logró reincorporarse a la embarcación. Según relataron, la dificultad para volver al kayak se debió a una campera pesada que se empapó y al perro que llevaban con ellos.
Ulises logró subirse nuevamente a su kayak, regresó a la orilla y dio aviso al personal de Seguridad Náutica alrededor de las 16:00. Se activó de inmediato el protocolo de rescate, ante una situación calificada como de alto riesgo para la integridad de la mujer.
Durante el traslado en el kayak doble, Marisa comenzó a presentar síntomas de hipotermia: temblores intensos, dificultad para hablar y pérdida de movilidad. El alivio llegó cuando escuchó el motor de la embarcación de rescate. “Fue como ver dos angelitos”, expresó emocionada. Relató que no podía moverse y que uno de los rescatistas la cargó en su espalda, mientras la abrigaban incluso con sus propias camperas. Luego, la subieron a una camioneta con calefacción para estabilizarla. El proceso llevó cerca de 40 minutos, durante los cuales recibió abrigo y bebidas calientes.
Como reflexión, Marisa destacó la importancia del personal de seguridad: “Cuando llegamos, vimos a los chicos de naranja y no les dimos importancia. Ahora sé que son quienes te pueden salvar la vida. Son angelitos, nunca voy a poder agradecerles lo suficiente”.