En Barreal el encanto desborda por todos lados. El esbelto Cordón de Ansilta contempla inmóvil y, en el más mínimo descuido, destella un guiño de complicidad al asombrado visitante. El Río los Patos atraviesa el paisaje con un andar seductor, prestando su brillo especial a los atardeceres que, día tras día, desfilan en la pasarela montañosa del valle calingastino. Los vinos de altura florecen sabiendo que no tardarán en aparecer paladares destinados a sucumbir a su impronta distintiva. Y desde hace dos años, en semejante pintura, irrumpieron con vuelo propio la simpatía, naturalidad y conocimiento de Alyssa Montagnac.
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Ella asegura que nació en Francia, cerca de Burdeos. Incluso hay momentos en los que un deje en su forma de hablar refuerza tal afirmación. Pero si uno se detiene a contemplar su manera de ser, de expresarse y la pasión con la que cuenta sus experiencias y proyectos venideros, también podría decirse que se subió a la vida en algún rincón de Argentina. En uno de eso donde la ‘y’ y la ‘ll’, al unirse a los vocales, se auto perciben como ‘sh’.
‘Aly’, así la conocen en todo Barreal y alrededores, es una de las grandes cartas de presentación de la bodega Los Dragones. Es la encargada del restaurante del lugar. No está precisamente al frente de los fogones, sino que su función es interactuar directamente con la clientela, apoyándose en un carisma abrazador y un saber gastronómico que embelesa.
Embed - Alyssa Montagnac el toque francés que acentúa la belleza de Barreal
Tras toparse con tan singular personaje, es inevitable que súbitamente surja -con mayor o menor grado de énfasis- la pregunta: ¿Cómo termina una francesa en Barreal? La respuesta, la siguiente: “En principio yo vine con tres amigas de Buenos Aires para hacer la vendimia, que es algo que siempre quise hacer en mi vida pero que por una u otra cosa no podía. Vine con esa intención a Barreal y al final encontré a Juan Pablo, que es un quesero de acá y que hace un queso de cabra exquisito. Y bueno, como yo soy quesera también y pensaba arrancar un viaje desde acá hacia toda Argentina, le propuse que me diera un lugarcito para alojarme por un par de días y le ayudaba en la quesería por lo que fuese. De eso han pasado 2 años (risas)”.
El tiempo siguió moviendo fichas hasta llegar a su trabajo actual. Pero, volviendo a su decisión de quedarse, Aly reconoció que tuvo ciertas complicaciones a la hora de contársela a su familia: “Fue muy complicado de explicar que me quedaba acá. Si vos no vienes a la Argentina no lo entendés y menos aún si no venís a Barreal. Para mí Barreal es algo totalmente distinto a toda Argentina y ni que hablar en el mundo. No sé, se encuentra una onda única que hay que vivirla para entenderla. Vos lo puedes explicar con palabras, pero no se termina de entender y tomar real dimensión hasta que lo vivís”.
Para mí Barreal es algo totalmente distinto a toda Argentina y ni que hablar en el mundo. No sé, se encuentra una onda única que hay que vivirla para entenderla Para mí Barreal es algo totalmente distinto a toda Argentina y ni que hablar en el mundo. No sé, se encuentra una onda única que hay que vivirla para entenderla
“A mí lo que me gusta mucho es estar en la montaña, pero al principio no me pasó eso. Yo pensaba qué iba a ser aquí porque no me gusta el frío. Yo odiaba el frío y ahora aprendí que me guste más porque acá en Barreal hay sol todo el día y eso te cambia la vida. Es verdad que hace frío de noche, pero de día puedes hacer lo que quieras y muchas veces terminas pasando calor”, agregó la gala, quien, cuando se escapa hacia la montaña, le “gusta hacer escalada y trekking. Y también me gusta mucho ir al río y mirar el atardecer. Eso me encanta”.
Amiga ya diaria de los mates, las semitas y la punta de espalda – “es una belleza que me hace muy bien (risas)”-, Aly comentó que su amado Barreal es muy distinto a su lugar de procedencia. “Bordeaux (Burdeos) está a la mitad de Francia al oeste, a una horita del mar. Donde vivía es muy plano, nada nada que ver con Barreal. Y siempre vivía en la ciudad, nunca en el campo. Imaginate la diferencia (risas)”, indicó la maestra quesera, un instante antes de avisar en tono de broma que está pensando “en pedirle comisión a los barrealinos porque desde que vivo acá han venido a visitarme al menos 10 personas, entre familiares y amigos, desde Francia”.
Montagnac es una convencida que Barreal tiene mucho más para seguir creciendo y compartir con el mundo. Y entre la lista de virtudes que enumeró están los vinos, en especial uno: “Me encanta el torrontés de acá. El torrontés es muy distinto, es un blanco que nada que ver con el torrontés argentino y tampoco con un vino de Francia. Realmente tienes toda su identidad y es muy fresco. Además, tiene una acidez bastante alta que te da ganas de tomar más, como que me encanta”.