La provoleta, un auténtico invento argentino, se ha ganado un lugar destacado en las parrillas de todo el país. Este queso, pensado para derretirse justo al calor del fuego, es la estrella de los asados y reuniones familiares. Pero para lograr una provoleta realmente exquisita, no alcanza con ponerla en la parrilla: el condimento adecuado marca toda la diferencia.
1. Elegí la provoleta correcta
El primer paso es seleccionar un queso de buena calidad. La provoleta argentina tradicional tiene un sabor suave, con capacidad de fundirse sin deshacerse. Busca piezas firmes y redondas, ideales para colocar directamente sobre la parrilla o en una plancha de hierro.
2. Prepará una base de aceite y especias
Antes de llevarla al fuego, cepillá la superficie de la provoleta con aceite de oliva. Esto no solo ayuda a que no se pegue, sino que potencia los aromas. Luego, agregá una mezcla de orégano, pimienta negra y ají molido al gusto. También se puede sumar un toque de ajo en polvo o pimentón dulce, según la preferencia.
3. Añadí hierbas frescas
Para un sabor más fresco y auténtico, incorporá hojas de albahaca o romero al final de la cocción. Estas hierbas resaltan los aromas del queso sin opacarlo, dando un toque gourmet al plato.
4. Cociná la provoleta a la perfección
El secreto está en el calor: la provoleta debe dorarse por fuera mientras se mantiene cremosa por dentro. Colocala sobre fuego medio y vigilá constantemente para que no se queme. Unos 3 a 5 minutos por lado suelen ser suficientes.
5. Servila caliente y acompañada
Una vez lista, la provoleta se disfruta mejor recién salida de la parrilla, acompañada de pan crujiente y, si se desea, unas gotas de aceite de oliva extra o un chorrito de mermelada de tomate.
Tip extra: Para quienes buscan innovar, se puede agregar aceitunas picadas, tomates secos o pimienta roja en escamas sobre la provoleta antes de servir.