Más allá de los roces folklóricos/absurdos entre sanjuaninos y mendocinos, el gobernador Francisco “Paco” Pérez no pidió partida de nacimiento a la hora de integrar su gabinete: delegó en dos hijos de la tierra de Sarmiento los ministerios de Salud y de Agroindustria. Nada menos.
El pueblo de Malargüe tampoco hizo diferencias y puso a un caucetero en la Intendencia.
La lista de sanjuaninos en lugares de poder en Mendoza no se agota en estos tres casos. Ni son una novedad diseñada por Pérez. El antecedente más próximo se remonta a la gestión de Celso Jaque, quien puso la Jefatura de Asesores en manos de Raúl “Perruco” Leiva. El funcionario acababa de renunciar a la vocalía permanente del Tribunal de Cuentas de San Juan
Días antes de asumir, el pasado 10 de diciembre, Pérez y su vicegobernador electo, Carlos Ciurca, posaron para una fotografía con el gabinete completo ya elegido. Entre ellos apareció el sanjuanino Carlos Díaz Russo, desde entonces –y hasta la actualidad- ministro de Salud de Mendoza. Tres meses después, con el pase de Juan José Álvarez al departamento de Irrigación, otro sanjuanino se sumó al gabinete, a cargo del Ministerio de Agroindustria: Marcelo Barg.
El factor común a estos sanjuaninos radicados en Mendoza y devenidos en funcionarios de gobierno es que todos echaron raíces durante el cursado de su carrera universitaria. Agulles dijo que son “muchos más” los comprovincianos que terminaron en cargos públicos y citó el ejemplo de Alberto Recabarren, director de la Obra Social de Empleados Públicos (OSEP).
Díaz Russo debutó en la función pública con la invitación de Pérez, ya que toda su vida trabajó en el sector privado. Pasó de subgerente de la medicina prepaga Osde a ministro, sin escalas. En una entrevista con el diario mendocino Mdz, pocos días antes de asumir, dijo que la clave estaba en “ordenar la demanda” de los servicios de salud pública. Y entró en un terreno fangoso al confesar que su salario mensual pasaba de 30.000 pesos a 11.000 pesos por trabajar para el Estado.
Barg fue convocado a fines de marzo pasado para asumir al frente de Agroindustria, uno de los ministerios más importantes de la provincia vecina, orgullosa productora de uva y vinos. En San Juan celebraron la designación. No porque hubiera mala vibración con Álvarez, el antecesor, sino porque el recién llegado, además, ofrecía una relación de larga data que presumiblemente iba a facilitar los diálogos.
Difícilmente haya sido simple coincidencia la designación del hermano del ministro mendocino, Leopoldo Barg, al frente de la Dirección de Comercio Exterior en San Juan. Ocurrió pocas semanas después de la asunción en Mendoza.
A diferencia de Díaz Russo, Barg llegó al gabinete de Pérez lleno de pergaminos en gestión pública. Hasta su designación, el licenciado en Ciencias Políticas se desempeñó como asesor en el Banco Mundial.
Según publicó Mdz, cuando Pérez era ministro de Infraestructura de Jaque, Barg intervino desde el BID para la llegada de 50 millones de dólares para productores vitivinícolas en 2009. Ya se conocían desde los años de estudio universitario y la relación nunca se cortó.
Leiva, el antecedente obligado
El jefe de asesores de Celso Jaque, Raúl “Perruco” Leiva, fue tal vez uno de los sanjuaninos más famosos en la gestión mendocina hasta el 10 de diciembre pasado, fundamentalmente por el escándalo en la contratación de los Fabulosos Cadillacs que lo mantuvo bajo la lupa de la Justicia hasta que finalmente fue desvinculado de la causa.
La prensa mendocina lo mencionó durante todo el desarrollo del culebrón político como “el hombre de máxima confianza de Celso Jaque”. A él se lo investigó por la supuesta entrega de un subsidio de 315.000 pesos para un recital de la banda de rock.
Leiva tuvo de este modo un obligado alto perfil durante la gestión jaquista. Presumiblemente buscaba bajar su exposición pública después de haber renunciado a la vocalía permanente del Tribunal de Cuentas de San Juan en diciembre de 2003, en medio de una razzia que comenzó con la destitución del vicepresidente del órgano de control, Gustavo Delgado Blanco y siguió con la renuncia del presidente Mario Tello Luján.
El jury de enjuiciamiento expulsó a Delgado y amenazaba a Tello Luján, básicamente por la inacción del Tribunal de Cuentas durante largos años, el cajoneo de expedientes y básicamente el descuido de los números del Estado.
Si bien Leiva no estaba acusado, optó por presentarle la renuncia al gobernador José Luis Gioja para darle la libertad de producir la renovación total del órgano de control, como efectivamente ocurrió a posteriori.