A principios de mayo de 2024, Armando Vázquez había estado en una juntada con amigos. Tras pasar un rato con ellos, con bebidas de por medio, se fue. Encendió su auto con destino a su casa. Estaba en malas condiciones y decidió no manejar más. Tiró su auto a una orilla, reclinó el asiento hacia atrás y comenzó a dormir. De un momento a otro, dos policías lo interrumpieron y le dijeron que “daba asco” y que se fuera de ahí. A lo que él respondió que no iba a hacerlo porque estaba alcoholizado. Fue la peor respuesta que dio, porque sufrió una golpiza terrible por parte de los uniformados.
Vázquez en su denuncia explicó que los dos policías, el agente Matías Durán y el cabo Maximiliano Riveros, lo subieron de prepo al patrullero y que en el interior lo siguieron golpeando. “Ya te voy a dar que te hagas el malito, ya te voy a dar que no te quieras subir al móvil”, fue algunas de las frases que los policías le decían.
Vázquez llegó a la comisaría y estaba muy mal herido. Esa misma mañana lo llevaron lo hicieron atender y le dijeron que tenía muchas lesiones. El médico legista constató que las tenía y que podían llegar a curar entre 20 a 25 días. Según la investigación, este caso quisieron hacerlo pasar como una contravención, pero el mismo juez de Paz de Angaco dijo que no, que esto no era solo una contravención.
Ahí es donde entra en esta historia la oficial Emilse Pantano. Los representantes del Ministerio Público Fiscal creen que actuó mal, precisamente, encubrió a sus efectivos. Por esa razón, el fiscal Nicolás Schiattino y el ayudante fiscal Ignacio Domínguez consideraron que también fue responsable de este hecho, a pesar de que no estaba señalada de haber golpeado a Vázquez.
Pantano era jefa de patrulla esa noche, pero el presunto damnificado cuando denunció el hecho, aseguró que en el patrullero estaban los dos policías y nadie más. La oficial ayudante en un primer momento de la investigación fue enviada a la Justicia como testigo y ella afirmaba que estaba en el patrullero, pero no era así. Hay otros testigos que afirman que ella no estaba en el interior del auto, ni en la comisaría.
Con todas estas pruebas, la fiscalía ya se encuentra en la última parte de la investigación y en los próximos días se presentará la acusación, para que finalmente estos efectivos pasen a juicio.
Tanto el agente Durán, como el cabo Riveros se les achacará el delito de apremios ilegales y les podría recaer una pena entre 1 a 5 años. La que la tiene complicada es la oficial Pantano porque ella está considerada culpable de tres delitos: falso testimonio, encubrimiento agravado e incumplimiento a los deberes de funcionario público. A ella podría recaerle entre 1 a 12 años de cárcel.