“Vengo a denunciar que mi vecino me acuchilló”, dijo ese hombre llamado Hugo César Muñoz, mostrando un tajo y la sangre que le chorreaba por la mano izquierda. “¿Y dónde está esa otra persona?”, le preguntó uno de los policías del mostrador. “Está muerto… Yo me defendí y quedó tirado en la finca”, retrucó el veterano.
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El lugar. El asentamiento donde ocurrió el asesinato estaba sobre la calle Costa Canal, a 200 metros al sur de avenida Libertador, en Marquesado. Hoy no queda nada de esa villa,
Los oficiales Buchert y Trigo asistieron al hombre en la misma comisaría para no perder tiempo y salieron con él en un patrullero para ver si lo que afirmaba era cierto. Tomaron por la avenida Libertador al oeste hasta la calle Costa Canal, pegada al canal Céspedes. De ahí recorrieron 200 metros al sur por ese sendero de ripio y llegaron a una pequeña villa de emergencia, que ni nombre tenía, situada a los fondos de la finca Yusti.
El cadáver entre los parrales
Caminaron entre los ranchos de caña y adobe y al llegar a los parrales se dieron con la espantosa escena. Al borde de una acequia había un cuerpo tendido, todo lleno de sangre. Pedro Rotegar, un vecino que a esa hora estaba levantado, exclamó con vos ronca: “Es Horacio Ramos… Era, mejor dicho. Ya no se mueve, está muerto”.
Los uniformados tomaron el pulso a la víctima y efectivamente estaba sin vida. Los vecinos lo apodaban “El Chileno”, por su nacionalidad, y tenía 40 años. Vivía con su familia en uno de los ranchos del lugar y era vecino de “El Abuelo” Hugo César Muñoz, su homicida. Más tarde, cuando llegaron otros policías junto al médico legista y el juez de turno constataron que Horacio Ramos presentaba 10 heridas cortopunzantes, casi la totalidad en la zona del tórax.
Una versión consignó que uno de esos cuchillazos le atravesó el pecho. Los investigadores policiales de la Comisaría 13ra no tenían dudas, Ramos había sido víctima del ataque de Muñoz. Él mismo se entregó en la comisaría y confesó que había matado a su vecino. La herida en su mano izquierda y unos raspones en una de sus piernas daban fe que previo a los puntazos existió una pelea o, al menos, que la víctima alcanzó a defenderse.
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Testigo. Pedro Rotegar, el vecino que presenció el crimen, da su testimonio al periodista Félix Naranjo. Foto de Diario de Cuyo.
Esa noche, Hugo César Muñoz fue detenido y alojado en los calabozos de la Comisaría 13ra como único imputado del asesinato. El veterano no tenía a nadie, como muchos de sus vecinos era una persona de escasos recursos y sin trabajo fijo que había levantado su precario rancho en ese asentamiento de Rivadavia. La gente del lugar lo apodaba “El Abuelo”, era maestro cocinero y vivía sólo en una casa de un solo ambiente.
Un violento
El problema entre “El Abuelo” y “El Chileno” había empezado horas antes. Pero para ser preciso, el conflicto venía de mucho antes. Ramos tenía entre cejas a Muñoz de hace tiempo. Decía que se metía con su familia. Es que el veterano ya le había reclamado al changarín de 40 años de por qué le pegaba a la mujer y descuidaba a los chicos. A “El Chileno” tampoco le caía bien que el hombre mayor les acercara comida a los cuatros chicos de su pareja.
Los vecinos relataron a los periodistas de la época que Ramos tenía aterrada a la mujer, que la dominaba y la golpeaba continuamente. Relataron que el hombre se desentendía de la familia, se emborrachaba seguido y algunos días los niños no se alimentaban. Pero la gente no decía nada para evitar cualquier disputa con “El Chileno”, que poseía un mal carácter. Sin embargo, a “El Abuelo” le daba pena la situación de la familia y les acercaba alimentos, como un gesto con los pequeños.
Los vecinos contaron que Ramos era una persona que bebía mucho y maltrataba continuamente a su pareja y a sus hijastros. Los vecinos contaron que Ramos era una persona que bebía mucho y maltrataba continuamente a su pareja y a sus hijastros.
En la causa judicial se aclara que no quedó plenamente acreditado qué originó la pelea, pero los vecinos testimoniaron en una entrevista periodística que Ramos y Muñoz habían tenido una fuerte discusión horas antes del crimen. El primer cruce entre ellos ocurrió la noche del jueves 25 de agosto de 1994. “El Chileno” estaba ebrio otra vez y le había pegado a la mujer, contaron. Ante eso, parece que “El Abuelo” le fue a reclamar y el changarín salió a reprocharle diciéndole que no se entrometiera.
Un primer cruce verbal
Eso lo relató Pedro Rotegar, que afirmó que Ramos se paró frente al rancho de “El Abuelo”, lo insultó y lo llamó a pelear. Este no lo atendió y tampoco respondió a los llamados, pese a que el otro hombre gritaba y lo provocaba. “El Chileno” después se retiró y al cabo de unos minutos Muñoz salió. Temiendo que su vecino volviera, éste le dijo a Rotegar que se iba a Comisaría 13ra a poner la denuncia.
Al rato regresó con un par de policías, que fueron a hablar con “El Chileno” Ramos y le dieron el preaviso que si no dejaba de molestar a su vecino lo llevarían preso por desorden o amenazas. Obvio que el changarín negó las acusaciones y aseguró no pasaba nada, que se despreocuparan que se iría a dormir.
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Apoyo. Otros vecinos del asentamiento salieron en apoyo a "El Abuelo" Muñoz. Foto de Diario de Cuyo.
Los uniformados se marcharon creyendo que el pleito entre los dos vecinos estaba resuelto, pero “El Chileno” se encerró en su rancho mordiéndose los labios y puteando. Mientras pensaba que esto no iba a quedar así con el vecino, siguió bebiendo. La mujer, que esa noche había recibido una paliza, había escapado de la casa y no regresaba. Eso lo puso más furioso.
Irascible
En las primeras horas del viernes 26 de agosto de 1994, Ramos no aguantó más su ira y salió de su rancho dispuesto a tomar revancha contra su vecino. “Salí a pelear. Te voy hacer cagar”, vociferó en la puerta de la casa de “El Abuelo”. Éste hizo oídos sordos para no acrecentar la tensión, pero “El Chileno” todo desafiante empujó la puerta y entró.
Muñoz declaró que estaba acostado cuando “El Chileno” irrumpió en su habitación con un cuchillo en la mano. Según su relato, le lanzó un sobretodo que tenía cerca de la cama sobre su cabeza, agarró un cuchillo y salió corriendo para escapar. Cuando pasó por su lado, el otro le tiró un puntazo y entonces él se cubrió, ahí sufrió el corte en su mano izquierda.
"El Chileno" Ramos recibió 10 cuchillazos, la mayoría en la zona del tórax. El informe forense señaló que murió por una hemorragia y un shock hipovolémico. "El Chileno" Ramos recibió 10 cuchillazos, la mayoría en la zona del tórax. El informe forense señaló que murió por una hemorragia y un shock hipovolémico.
"El Chileno" Ramos recibió 10 cuchillazos, la mayoría en la zona del tórax. El informe forense señaló que murió por una hemorragia y un shock hipovolémico.
En una clara intensión por no involucrar a otras personas, dijo que Ramos lo persiguió por un trecho, en esos instantes se dio vuelta y se defendió con el cuchillo que llevaba. Mencionó que le clavó un solo puntazo, pero la realidad fue que le metió 10 cuchillazos. Fue en defensa propia, juró.
Ese relato tenía algo de verdad y otra parte de falacia. Pedro Rotegar, el vecino, dio un testimonio de cómo se desencadenaron realmente los hechos. Contó que el incidente comenzó el jueves a la noche y continuó horas después. También señaló que escuchó los gritos de Ramos en la madrugada del viernes 26 de agosto, cuando volvió a provocar a Muñoz. Dijo que en esos momentos él salió de su rancho y presenció la escena en la que “El Chileno” entró a la pieza de “El Abuelo” y éste último huyó de su morada, con el otro changarín por detrás.
Un testigo presencial
Rotegar afirmó que se interpuso entre sus dos vecinos y quiso detener la pelea, pero Ramos estaba irascible y lo increpó: “¡Mira petizo la puta que te pario, no te metas! ¡A vos también te voy a hacer cagar! ¡Ya vas a ver!”, según declaró. Además, describió que “El Chileno” y “El Abuelo” se fueron empujando hasta cerca de unos parrales y se trenzaron en una furiosa pelea.
El testigo dijo que observó que en un instante dado Ramos sacó un cuchillo de su cintura y Muñoz lo enfrentó con otra arma blanca que cargaba, fue ahí que le clavó el primer cuchillazo en el pecho. Sin darle tiempo a que reaccionara a su contrincante, en esos segundos le propinó las otras estocadas con el cuchillo tipo cocina, relató. “El Chileno” cayó contra un parral y rodó hasta quedar al borde de una acequia, aseveró Rotegar, que agregó que ahí Muñoz tomó dimensión de la situación y le dijo que iba a dar aviso a la Policía y tomó rumbo a la avenida Libertador en dirección a la Comisaría 13ra.
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Testigo clave. La declaración de Pedro Rotegar permitió esclarecer el crimen en Marquesado. Foto de Diario de Cuyo.
Esta última versión terminó de cerrar la teoría sobre lo que sucedió la madrugada del 26 de agosto de 1994 y las pruebas que complicaron del todo a “El Abuelo”. En los primeros días de octubre de 1995, Hugo César Muñoz fue juzgado en la Sala III de la Cámara en lo Penal y Correccional por el tribunal conformado por los magistrados Ricardo Conte Grand, José Enrique Domínguez y Enrique De la Torre.
La sentencia
La fiscal sostuvo la acusación contra Muñoz por el delito de homicidio simple y pidió una pena de 10 años de prisión. Puso el énfasis en que la víctima estaba desarmada cuando fue atacada y que esa decena de heridas cortopunzantes era la evidencia que el acusado actuó con la intención de asesinarlo.
La defensora oficial rechazó esa calificación, aseguró que Muñoz buscó protegerse y reaccionó ante la amenaza cierta de Ramos, que lo hirió primeramente en la mano con el cuchillo que portaba. Aclaró que el arma blanca que empuñaba la víctima fue encontrada en la escena del crimen y que lo que hubo fue una legítima defensa. En función a eso correspondía absolverlo de culpa y cargo, expresó durante los alegatos.
Los jueces no dieron por acreditada ni una ni otra hipótesis. Para ellos, Muñoz fue blanco de la provocación de Ramos, sufrió una agresión ilegítima y, si bien empleó el medio que tenía a su alcance, en este caso otro cuchillo, se excedió. Podría haber herido a la víctima para amedrentarlo y hacer deponer su violenta actitud, sostuvieron, pero contrariamente lo acuchillo varias veces hasta matarlo.
Con esos argumentos resolvieron condenar a Hugo César Muñoz, de 68 años y apodado “El Abuelo”, por el delito de homicidio en exceso en la legítima defensa. La pena fue de 2 años de prisión, de modo que apenas terminó el juicio el veterano recuperó la libertad.
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FUENTE: Sentencia de la Sala III de la Cámara en lo Penal y Correccional, Poder Judicial de San Juan, artículos periodísticos de Diario de Cuyo y hemeroteca de la Biblioteca Franklin.