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Historias del crimen

Un viejo rencor y un encuentro fatal en un bar de Villa El Salvador

La crónica relata la disputa de dos vecinos que fueron amigos y que aparentemente llegaron a odiarse después de una pelea. Uno de ellos jamás lo perdonó al otro la paliza que le dio y se vengó una noche de julio de 2005 en la puerta de un local de Chimbas.

Por Walter Vilca

Fueron vecinos desde que eran niños, después amigos y así también acérrimos enemigos. Hay quienes cuentan todo fue por una discusión entre fanáticos del fútbol. Que como estaban borrachos, se tomaron a trompadas en un bar de Chimbas. Y de ese día nunca volvió a ser lo mismo entre ellos, dejaron de dirigirse la palabra y “El Goofy” juró vengarse del “Mingo”.

Dos años después se cruzaron en el mismo bar, nuevamente borrachos. “Goofy” no se la dejó pasar y cumplió su palabra. Esperó a que el “Mingo” salieran del bolichón de Villa El Salvador y a lo traicionero lo atacó por la espalda dándole cuatro mortales cuchillazos.

El asesinato de Juan Domingo Castro fue en cierta forma un crimen por venganza. Eduardo Ernesto “El Goofy” Rojo, su antiguo amigo de la infancia, no le había perdonado nunca al “Mingo” o “Comino” –el otro apodo de Castro- aquella paliza que le dio una noche de 2003. Es que hasta le fracturó una costilla y lo mandó al hospital, dicen los que conocieron del incidente.

Rojo vivía con ese rencor y el ánimo de venganza le corría por la sangre cada vez que escuchaba hablar del otro. Se la tenía jurada. A Castro no le preocupaba, era un tipo que se la aguantaba en la calle. Tiempo más tarde, “El Goofy” dijo que “El Mingo” lo provocaba cada vez que lo veía.

El homicida. Este es Eduardo "El Goofy" Rojo. Foto de Diario de Cuyo.

No eran jovencitos. Rojo tenía 42 años y era empleado público. Castro, a sus 32 años trabajaba haciendo mantenimiento en una finca. Habían sido vecinos del barrio Laprida, en Chimbas. Pero su vieja disputa no daba espacio al olvido y el odio no dejaba descansar a “El Goofy”, que aguardada la oportunidad para su revancha.

La noche del encuentro

Fue el domingo 17 de julio de 2005. Castro festejó el cumpleaños de un sobrino a Albardón y, a la noche, con varias cervezas encima la quiso seguir en el viejo bar “El Gringo” de calle Alem, en Villa El Salvador. Estacionó su Renault 6 y entró al salón para tomar unos tragos con tres amigos.

A Juan Rodríguez, el dueño del negocio, le resultó extraña la presencia de Castro porque hacía mucho que no iba. La sorpresa fue más grande, cuando a eso de la medianoche apareció Rojo junto a su pareja, María Algañaraz –la suegra del dueño del negocio-. “El Goofy” no había regresado desde aquella pelea con Castro, declaró Rodríguez, de acuerdo a la causa judicial. Se olía que podía haber problemas. Todos sabían que Castro y Rojo no se podían ni ver.

Algañaraz lo presintió y advirtió a su yerno, que no dejara solos a los dos. Ella entró a la casa a ver a su hija y sus nietos, mientras que Rojo pidió una cerveza y se apoyó en la barra. A metros de allí, Castro y sus amigos bebían en una mesa.

Los testigos afirmaron que en ningún momento hubo un cruce de palabras ni un ademan de provocación por parte de ninguno. Es más, pasado un rato, el “Mingo” Castro se levantó de la mesa y salió con la idea de marcharse a su casa. Rojo, que lo miraba atentamente, salió por detrás. Por dentro habrá dicho: llegó el día, ahora me la voy a cobrar.

Ataque traicionero

Estiman que era la 0.45 del lunes 18 de julio de 2005. Juan Domingo Castro alcanzó a dar unos trancos. Estaba borracho. Y sin darle margen a que pudieran darse vuelta, “El Goofy” lo agarró de atrás y empezó largarle puntazos con un cuchillo que llevaba consigo. Una vecina de apellido Villarruel, que vive frente al bar, vio el brutal ataque. La mujer relató en la causa que observó que Rojo tomó a Castro con una mano y con la otra le pegaba en el cuerpo. Ella creyó que se trataban de golpes, pero eran los cuchillazos le largaba.

Recuerdo. Juan Domingo "Mingo" Castro, el fallecido.

La escena también fue vista por el dueño del bar, que salió a la vereda. Un chico que presenció la agresión, escuchó decir a Castro: “no me pegues más Goofy. No me pegues más…” Es que apenas podía sostenerse en pie. Los puntazos fueron letales y no le dieron chances ni de correr. Un cuchillazo le abrió un profundo corte en el costado izquierdo de su rostro. Los otros tres fueron en la espalda, uno de los cuales le seccionó el bazo. Las heridas provocaron una hemorragia que en cuestión de minutos desencadenó en su muerte.

Los investigadores establecieron que el “Mingo” Castro caminó 75 metros, dejando a su paso un chorro de sangre, hasta que se desplomó sobre la calle. El dueño del bar y los amigos intentaron auxiliarlo, pero para cuando llegó el equipo médico ya estaba sin vida.

La versión de Rojo

Eduardo Rojo entró de nuevo al bar y se lavó las manos manchadas con sangre. Rodríguez le recriminó el cobarde ataque y le pidió que se hiciera cargo. “El Goofy” asintió, en esos instantes no sabía qué hacer. Su única reacción fue pasarle el cuchillo a su pareja, María Algañaraz, que llamó a un sobrino de Rojo y le entregó el arma blanca para que la hiciera desaparecer.

Los policías del Comando Radioeléctrico y la Seccional 17ma arrestaron a Rojo, a su mujer y a los amigos de la víctima. Todos señalaron a Rojo como el agresor. Este también lo reconoció, pero dio una versión cambiada de lo sucedido. Aseguró que fue Castro el que comenzó a provocarlo. Que lo miró fijamente desde que llegó al bar y luego, al pasar por su lado, lo amenazó: “no quiero que estés acá. O te voy a mandar nuevamente al hospital”, según sus palabras. Agregó que lo invitó a pelear. Que se revolcaron a golpes en la calle, que vio que el “Mingo” tenía un cuchillo, que logró quitárselo y de ahí en más no se acuerda qué pasó.

El juicio

Eduardo Ernesto Rojo, apodado “El Goofy”, fue acusado de homicidio agravado por alevosía y su pareja por el delito de encubrimiento agravado. Ambos fueron juzgados en 2007 en la Sala I de la Cámara en lo Penal y Correccional. En el debate, el fiscal Gustavo Manini cargó contra el principal acusado señalando que fue un ataque a traición porque lo agarró por la espalda, sabiendo que Castro estaba muy ebrio y no podía defenderse.

Planteó la teoría de que no fue casual que Rojo arribara al bar. Sostuvo que, en realidad, iba a la casa de su madre, pero como vio el auto de Castro cerca del negocio de Rodríguez, decidió ingresar al local con la intención de enfrentar a su viejo enemigo. Además, llevaba el cuchillo.

La defensa argumentó que se trató de una pelea. Rojo reiteró la versión de que Castro empezó el pleito y que él le sacó el cuchillo en medio de la gresca, pero no recordaba lo que ocurrió después. El psicólogo que lo entrevistó reveló en su informe que era posible que, en razón al violento episodio, padeciera amnesia selectiva. Pero en su caso, parecía que simulaba en sus dichos y calificó esa pérdida de memoria como una amnesia consciente. Por otro lado, destacó que evidenciaba que actuó con un ánimo de venganza y con mucho rencor. La cantidad de puntazos daban a entender que fue un ataque cargado de odio.

El fiscal Manini pidió la pena más dura para Rojo, la de prisión de perpetua. El abogado defensor insistió que no hubo alevosía y solicitó una pena más benévola atento a que estaban frente a un homicidio en legítima defensa o, a lo sumo, en un exceso en la legítima defensa. Con respecto a María Algañaraz, el abogado Horacio Merino –su defensor- alegó que no podían condenar a la mujer, dado era la concubina y eso la eximía de la responsabilidad en el posible acto de encubrimiento.

El miércoles 4 de abril de 2007, los jueces Arturo Velert Frau, Raúl Iglesias y Diego Román Molina condenaron a Eduardo Ernesto Rojo a la pena de prisión perpetua y María Algañaraz fue absuelta. La defensa apeló el fallo y la sentencia fue revisada en Corte de Justicia de San Juan. El recurso tuvo dictamen favorable, el hecho fue calificado como homicidio simple y dictaron una nueva condena de 10 años de prisión contra Rojo. “El Goofy” estuvo preso en el penal de Chimbas hasta el 22 diciembre de 2011, fecha en que salió con libertad condicional.

 

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