Cuando el juez Pablo Flores allanó la casa ubicada en Mogna y Tamberías, Villa Santo Domingo, Rawson, no dudó en secuestrar el plaguicida que estaba sobre la mesada de la cocina, abierto y desparramado. A primera vista, el cadáver de Juan Ariel Coria (34) tenía los mismos síntomas de envenenamiento que muestran los animales. Sin embargo, para determinar como prueba legal que el hombre haya muerto por ese plaguicida falta un resultado clave: los resultados del Laboratorio Toxicológico.
Mientras tanto, el juez Flores ordenó detener a la mujer de la víctima fatal. Fue identificada con el apellido Arancibia, de 28 años, y ella llegó a la Seccional Sexta golpeada en su rostro. Fue a poner una denuncia por maltrato. Luego constataron que su pareja estaba muerta y presuntamente envenenada.
Lo que por ahora la investigación no determina es si ella le puso veneno o si él lo consumió.
¿Por qué no se descarta un suicidio? Porque los vecinos escucharon que hubo una pelea en horas de la madrugada del domingo, después de que él se había ido a bailar y regresó, aparentemente, borracho. No descartan que él haya consumido el veneno sabiendo que la mujer lo había ido a denunciar. Todo eso es materia de investigación.
Lo concreto es que era una pareja muy conflictiva, donde el maltrato, los golpes y las agresiones verbales eran de vieja data, según la información policial.
El juez Flores esperaba los informes para saber si había denuncias formales de violencia familiar.
También llamó la atención a los investigadores el estado calamitoso de la precaria vivienda, donde todo era un caos, falta de higiene y desorden que no se debían a la pelea de la madrugada, sino que era de vieja data.
El otro dato que los investigadores aún no logran cerrar es si en esa casa vivían o no niños. En la casa había una cucheta, pero llamó la atención que cuando la mujer fue a denunciar que le había pegado su pareja no dijo nada de los niños. Y cuando llegó la Policía no había menores en esa casa.