Raúl Sosa se levanta todos los días a las 5 de la mañana, ya está jubilado pero asegura que cuidar las motos frente al Hospital Privado "es vida y felicidad". "A mí no me pidas que yo esté en mi casa", dice.
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SUSCRIBITERaúl Sosa se levanta todos los días a las 5 de la mañana, ya está jubilado pero asegura que cuidar las motos frente al Hospital Privado "es vida y felicidad". "A mí no me pidas que yo esté en mi casa", dice.
El bastón con el que se desplaza por su artrosis en las rodillas y el almohadón que se lleva todos los días para sentarse en un banquito de la Plaza Aberastain son su marca personal.
"¡Chica! ¿le cuido la moto?", grita desde su lugar cuando llega una motociclista. Todos le responden, le dejan el casco para que no se los roben y después van hasta donde está sentado para pagarle. Saben que Raúl no puede moverse con facilidad pero, confían en él porque en 15 años nunca le robaron ni una moto.
"Yo me había jubilado, necesitaba trabajo y venía pasando en bici por acá. Me paré, me bajé y de una me puse a cuidar motos", cuenta Raúl.
El jubilado está sobre calle Rivadavia, en la cuadra frente al hospital, y tiene de amigos a médicos, docentes de las escuelas y algunos empleados de comercio que lo ven todos los días.
A las 5.40 pasa el primer colectivo que trae a Raúl de Pocito al centro y a las 6.20 ya está sentado, listo para comenzar la jornada que termina recién a las 19. Es que Raúl trabaja de corrido y a esa hora levanta todo para guardar los cartones con los que tapa las motos los días de sol, lo hace en la sede de ATE donde le permiten dejar sus cosas hasta el día siguiente.
"Yo trabajé por 30 años en la Municipalidad y como mozo en un servicio de lunch, en esa época era trasnochar, cargar y descargar el camión en las fiestas que terminaban a las 7 de la mañana", cuenta orgulloso. Este 10 de mayo Raúl cumplió sus 79 y, por eso, trabajó nada más que medio día porque a pesar del esfuerzo y los años transcurridos tiene pensado seguir haciéndolo hasta que le dé el cuerpo.
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