La muerte de la exboxeadora Alejandra “Locomotora” Oliveras, a causa de un accidente cerebrovascular isquémico, generó conmoción en todo el país. Pero también dejó una pregunta inquietante: ¿por qué cada vez más personas jóvenes sufren ACV?
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SUSCRIBITELa muerte de Alejandra “Locomotora” Oliveras a los 47 años reavivó las alertas sobre una enfermedad que ya no es exclusiva de adultos mayores. Qué explican los especialistas.
La muerte de la exboxeadora Alejandra “Locomotora” Oliveras, a causa de un accidente cerebrovascular isquémico, generó conmoción en todo el país. Pero también dejó una pregunta inquietante: ¿por qué cada vez más personas jóvenes sufren ACV?
Consultado por Tiempo de San Juan, el neurólogo sanjuanino Fernando Márquez, especialista en neurorehabilitación, explicó que aunque tradicionalmente se asocia el ACV con personas mayores, en los últimos años se ha registrado un aumento preocupante de casos en adultos jóvenes, incluso menores de 50 años.
Existen dos grandes tipos de ACV: el isquémico, que ocurre por la obstrucción de una arteria que lleva sangre al cerebro, y el hemorrágico, que se produce cuando un vaso sanguíneo se rompe. En adultos mayores, el 80% de los casos corresponde al tipo isquémico. Sin embargo, en pacientes más jóvenes las proporciones cambian: alrededor del 50% son isquémicos, el 20% hemorrágicos, y cerca del 30% se deben a hemorragias subaracnoideas, muchas veces asociadas a aneurismas.
Las causas son variadas y combinan factores tradicionales, como hipertensión, obesidad, diabetes, colesterol alto, tabaquismo y consumo excesivo de alcohol, con otros menos conocidos que afectan especialmente a personas jóvenes. Entre ellos se encuentran ciertas alteraciones cardíacas como el foramen oval permeable, trastornos de coagulación, migrañas severas y, en mujeres, el uso de anticonceptivos orales o complicaciones postparto. También incide el consumo de drogas estimulantes, como la cocaína o las anfetaminas.
Márquez advierte que el aumento de ACV en jóvenes también se relaciona con el estilo de vida actual: el estrés crónico, el sedentarismo, la mala alimentación, los trastornos del sueño y la falta de controles médicos han generado un cóctel que favorece la aparición de eventos cerebrovasculares a edades cada vez más tempranas.
Además, cuando ocurre un ACV en un paciente joven, suele ser más grave. Esto se debe a una cuestión anatómica: el cerebro de una persona joven ocupa más espacio dentro del cráneo, que es una estructura rígida. Por lo tanto, si se produce una inflamación o un sangrado, hay menos margen de expansión, lo que puede generar un aumento rápido y peligroso de la presión intracraneal. En algunos casos, esta situación puede requerir una intervención quirúrgica para retirar una parte del cráneo y permitir que el cerebro se expanda sin daños irreversibles. En los adultos mayores, cuyos cerebros han reducido su volumen con el paso del tiempo, esta complicación es menos frecuente.
En este contexto, los especialistas insisten en la importancia de la prevención: controlar la presión arterial, reducir el consumo de tabaco y alcohol, mejorar la alimentación, mantenerse activo y no subestimar síntomas como dolores de cabeza persistentes, visión borrosa o dificultad para hablar. También es clave prestar atención a los antecedentes personales y familiares de enfermedades cardiovasculares o de coagulación.