Hasta que Cuyo Minero volvió a aparecer, en formato físico y digital. Pero no lo hizo donde nació y creció, como suplemento de Diario de Cuyo, sino en el diario Los Andes y en igual condición. No hay nada que sugiera el motivo de por qué ocurrió lo que ocurrió: si fue una asombrosa coincidencia, si fue un acuerdo comercial, si fue una derivación de un acuerdo comercial más amplio.
O si fue, como señala el periodista Julio Turcumán, producto de una eventual compra de Diario de Cuyo por parte los mismos accionistas del mendocino Los Andes, que ya comenzó a mostrar efectos. Ex jefe de redacción hasta hace bien poco y ahora a cargo del diario 0264, Turcumán maneja información caliente sobre la operación y desgrana detalles de lo que había anticipado Tiempo de San Juan hace dos meses.
De concretarse, este nuevo aterrizaje mediático mendocino en San Juan agrega una ficha más en un cambio de tendencia revelador: hace 40 años, eran los empresarios de medios sanjuaninos los que habían conquistado Mendoza con sus brazos extensivos, como los Montes (Diario de Cuyo) con el diario Mendoza, o los Estornell (Canal 8) en Canal 7. Y que Emilio Ventura, protagonista de aquellas excursiones, extiende a todo terreno empresario relevante, como los bancos o las bodegas. Hoy, no te atienden ni los gerentes.
Embed - Emilio Ventura, el empresario sanjuanino
Lo que sí parece bastante más claro es que la parábola define mejor que nadie el fenómeno de la avalancha empresaria mendocina tentada por los yacimientos mineros sanjuaninos, y lanzados a la consecuente conquista de esa flamante veta de negocios en Mendoza por un anzuelo radicado en territorio vecino. Nada pecaminoso, sólo un dato de la realidad.
Y que no se tramita sólo en páginas de publicaciones afines, sino en un completo arco de negocios variado y consistente. Hasta justificado por buena parte del empresariado sanjuanino, sometido a autocrítica primero y a un quebradero de cabeza sobre cómo neutralizar esa avalancha con armas nobles que no impliquen proteccionismo chauvinista y despiadado. Que sólo sirve a un puñado de pícaros, que son los suben y bajan la barrera. Ya ocurrió.
En todos los planos de la cadena minera se verifica el optimismo en una provincia en la que aún rige una ley abolicionista de la actividad (la 7722, sancionada por Julio Cobos), y en la que la única cantera propia son los proyectos prometedores de Malargüe, región excluida de la norma y gobernada por el peronista Celso Jaque. El resto, poner el ojo en San Juan (y rogar que alguien arregle la ruta 40).
Hace un año, en abril pasado, el ambiente de negocios mendocino celebró el aterrizaje de la primera ronda de negocios mineros de la Toronto Stock Exchange para la región. La ministra Jimena Latorre se saboreó con la posibilidad del primer hub minero del país, conectar a inversores con proyectos. Justamente, la crema de un negocio que tiene mucho de financiero por la dinámica de encontrar fondos para proyectos muy costosos, abriendo ventanilla en tierra mendocina de la principal bolsa minera del planeta.
Pareció sentirlo con un valor especial: los principales yacimientos para los vecinos sanjuaninos, y la principal tarima de negocios sobre esos yacimientos, en Mendoza. En San Juan, varios lo sintieron como una mojada de oreja. Aunque el motivo no haya tenido nada sobre ese fondo, sino sólo a la sombra de infraestructura y servicios. Asunto sobre el que Mendoza aplasta 100 a 1 a San Juan. Exageración a la que no le sobra demasiado.
También en la atractiva franja de los eventos mineros, Mendoza ha decidido a tallar fuerte. En octubre, la prestigiosa Argentina Mining recalará en la Nave Cultural de la capital mendocina para recibir al empresariado más jerarquizado del sector en el país y en Chile.
Con el sponsoreo del nuevo formato de Cuyo Minero emprendido por Los Andes, el propósito del encuentro queda perfectamente definido por la entrevista en ese tradicional diario mendocino al director del evento, Javier Rojas: “que nuevas empresas mineras vean la oportunidad de invertir en Mendoza, que viene brindando soluciones de calidad para todo el país”. Lenguaje bien comprensible, no escrito: los proveedores en Mendoza, pagando impuestos en Mendoza, y los proyectos en otro lado. Más arriba o más al costado.
En la búsqueda de yacimientos sanjuaninos, el potente empresariado mendocino tampoco se quedó atrás. En el último año de la gestión de Sergio Uñac, en 2023, el IPEEM abrió la licitación por las áreas de cobre más prometedoras de San Juan y el concurso recayó en manos de Minera Aguilar, compañía de nombre célebre para la minería argentina que pertenece al grupo empresario del mendocino José Luis Manzano.
Aclaración imperativa. Pocos –o ninguno- empresarios sanjuaninos hay que arriesguen capital en el desarrollo de proyectos en la propia provincia. Acá parece más sencillo –y rentable- descubrir y vender.
Para que se tenga en cuenta, se trata de las áreas Amarillos (a 10 km de Josemaría), Chez 6 (al lado de Altar) y Anahí-Pía (en el límite con Chile) las que ahora posee Manzano. Aguilar ya abrió oficinas en San Juan e invierte un presupuesto generoso en lo único que le atrae: las áreas de cobre de la provincia.
Otra parábola que describe sin disimulos lo que parece ser una fórmula: todos los proyectos atractivos del lado de San Juan y un grueso importante de proveedores mineros del lado de Mendoza. Por si hiciera falta más evidencia en el campo de juego, una llamativa publicación del decano periodístico de Chile que levanta orgulloso el portal MDZ.
Titula: En Chile destacan la fiebre del cobre en Argentina y ponen el foco en Mendoza. El asunto es que dicha fiebre no opera en Mendoza: todos los proyectos a los que hace referencia como protagonistas de esa explosión, en especial Vicuña (Josemaría y Filo del Sol) y Azules, están en territorio sanjuanino. Solo el proyecto San Jorge, ubicada sobre el límite con San Juan en Uspallata, encuadra en lo prometedor de la proyección cuprífera, sólo que está frenado por la ley 7722 y no pinta con despuntar (excepto que se la explote desde San Juan).
Entonces, ¿por qué operaría la conclusión extraída por El Mercurio y reproducida por MDZ? Eso de que Mendoza es “una de las zonas que está desafiada a cambiar por la nueva realidad del cobre”, sin disponer de ningún proyecto entre sus límites. Y sin una mínima mención al territorio donde están enclavados los proyectos. Insiste el diagnóstico de El Mercurio: “La sequía persistente, la falta de competitividad de algunas bodegas y la necesidad de generar divisas están debilitando esto y empujando a sectores políticos y empresariales a buscar nuevas alternativas económicas. Una de esas es la minería del cobre”.
El atractivo sanjuanino ya ha generado un tablero superpoblado de empresas mendocinas zambullidas a la conquista del cobre sanjuanino, y otras empresas nacionales (porteñas y de otras provincias) que las imitan pero en lugar de abrir oficinas en San Juan lo hacen en Mendoza. Lógico, allí tienen desde haced décadas (la ganada, incluida) 10 veces más vuelos, 100 veces más ofertas gastronómicas y logística. Tiene sentido.
Los empresarios sanjuaninos que preparan el mediomundo para pescar las pepitas metalíferas reconocen una amplia gama de factores para que eso ocurra. Y lejos de señalar responsabilidades ajenas, ensayan una autocrítica en público en la que enumeran no sólo esa inequivalencia en infraestructura, sino también el carácter empresario local reacio a las inversiones, la falta de experiencia en cadenas de flujo constante y en especial la estadodependencia.
Con una mano en el corazón y otra en el espíritu de riesgo propio de todo emprendedor, admiten en San Juan que invertir para conquistar contratos no es precisamente una costumbre por estos valles. Más bien lo contrario: primero el contrato –lubricado por algún lazo de amistad si no es con supremacía técnica- y luego la inversión.
Así se les escapan contratos a manos de compañía de fuera de San Juan, mendocinas o lo que sea. Las primeras que aterrizaron fueron dedicadas a geofísica y geodesia superficial. Conocer el terreno. Pero ahora llegó la hora de los bifes, la explotación. Y citan el resonante caso de la ampliación del área de lixiviación en Veladero a la zona 8, que se quedó la santafecina Milicic: “Anda a ver la flota de máquinas en la que invirtió Milicic antes de entrar al concurso y vas a entender”, desafían en el comentario.
Embed - El día a día del clan Bataller, según Mariano.
También reconocen una mayor experiencia mendocina por el antecedente de haber estado manejando desde hace décadas cadenas de valor a flujo constante. Una demanda sostenida en el sector vitivinícola, o la construcción privada, o el petróleo, que fue una fuente de riqueza consistente, hasta que ahora empezó a palidecer. Que en San Juan sólo pudo verse con la obra pública y que, por consecuencia, no puede abstraerse de esos vaivenes políticos.
Justamente esa estadodependencia de décadas en San Juan, y sus brazos armados (como la penetración de los negocios políticos en ese entramado corporativo) parece ser el signo distintivo para quien se plantee el desafío de poner en el mismo plano a Mendoza y a San Juan. “En Mendoza –admiten los empresarios locales- te pones a hablar de negocios y en ningún momento hablás del Estado. Eso se descuenta, viene sólo, está implícito, pero los negocios son entre particulares”. Por acá, chino básico.
Lo redondeó Mariano Bataller en su reciente aparición por Paren las Rotativas (el streaming de Tiempo de San Juan), contando la teoría de su padre Juan Carlos: que luego del terremoto costó salir del círculo de pedirle todo al Estado. Aún hoy.