Amanecía ese sábado 4 de diciembre de 1999 y decenas de vecinos y algún que otro curioso miraban asombrados el cadáver de quien en vida se llamaba Luis Santiago Silva. Era un plomero de 59 años que alquilaba esa habitación con salida a la calle. Adentro encontraron cuatro vasos, una gaseosa, una botella de fernet sin terminar y un juego de naipes sobre la mesa.
Todo indicaba que había estado reunido con otras personas. La víctima vestía sólo bermuda y existían rastros de una pelea. El cuerpo de Silva presentaba dos heridas punzantes en el tórax y otra en el corazón, además de cortes en las manos, que evidenciaban que buscó protegerse. La autopsia indicó que los puntazos fueron producidos con un cuchillo de cocina y otra arma blanca.
Hallaron también una remera roja, que no pertenecía a Silva y podía ser de uno de los atacantes. Mientras un grupo de policías trabajaba en el lugar, llegó la comunicación de la oficial Lidia Bustos.
Tres sospechosos
La mujer policía, a cargo de una patrulla de la División Comando Radioeléctrico, reportó que una hora antes cuando recorrían esa zona persiguieron a tres jóvenes que arrojaron una bicicleta, una ganzúa en forma de T y un sobre de cuero. Describió que los sospechosos corrieron hacia la estación de servicio de avenida Rawson y calle 9 de Julio. También relató que los desconocidos se dieron la fuga, saltaron una pared del hospital Rawson y ahí los perdieron de vista.
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El titular. Así presentaba la nota Diario de Cuyo, el único periódico local en esos años.
Pronto descubrieron que ese sobre de cuero que dejaron tirando pertenecía a Luis Silva y que los desconocidos que escaparon eran los autores del asesinato o al menos había estado en la escena del crimen.
Un vecino aportó otro testimonio relevante. Esa persona detalló a los policías de la Brigada de Investigaciones que se topó con tres jovencitos que huían desesperadamente y venían de la calle Brasil, cerca de Rawson. Contó que uno iba en bicicleta, que otro llevaba una camiseta de Boca y un tercero estaba con el torso desnudo y cargaba algo en una mano.
Sus amigos
Averiguaron que Silva vivía solo y que hacía tres meses que alquilaba esa habitación en la calle Brasil. Que era de La Bebida y que allí residía su exesposa, sus hijos y otros parientes.
Sus familiares aportaron datos cruciales a los investigadores. Contaron que Luis Silva solía visitar La Bebida, que frecuentaba a sus amigos con quienes se juntaba a beber y que algunos de éstos eran jovencitos que iban a verlo en la pieza que alquilaba. Hasta lo habían visto el día anterior con algunos de ellos, entre esos a un tal Nieto.
Sobre este último, los policías establecieron que el día anterior llevó el auto Ford Escort de la víctima a un taller para que le colocaran unos autoadhesivos. El dato revelaba que este joven mantenía una estrecha amistad con la víctima. No sólo eso lo puso como sospechoso, sus antecedentes señalaban que había afrontado cuatro causas penales desde los 15 años por delitos de hurtos y lesiones.
El principal sospechoso desde el principio fue Hugo Alejandro Nieto, el supuesto amigo de la víctima. El era de La Bebida, igual que Silva.
Las informaciones decían que Nieto se codeaba con dos hermanos de Villa El Salvador, Chimbas, y otro adolescente de Villa Rodríguez Pintos de Rivadavia. De hecho, habían andado juntos el viernes a la noche, en las horas previas al crimen.
Todo tenía que ver con todo. Los investigadores establecieron que la bicicleta abandonada cerca de la estación de servicio de Rawson y 9 de Julio, era propiedad de una chica de La Bebida. Esa joven declaró que Nieto y sus amigos se la pidieron prestada la noche anterior, pero como ella se negó, se llevaron de prepo al rodado.
Las detenciones
Ese mismo sábado 4 de diciembre de 1999, la Policía detuvo en horas de la siesta a Hugo Alejandro Nieto en La Bebida. Este tenía 18 años y habló antes que lo sometieran al interrogatorio. Más tarde detuvieron a otros dos adolescentes, quienes en ese entonces contaban con 17 años.
La primera hipótesis se basó en la sospecha del asesinato y robo. En ese momento circuló la versión que en esos días Silva había cobrado un dinero del seguro por la muerte de un hijo suyo en un accidente. La presunción fue que los jovencitos sabían de la existencia de ese dinero, que aprovecharon que conocían a la víctima para emborracharlo y atacarlo en su habitación para concretar el robo.
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El homicida. Así luce hoy Hugo Alejandro Nieto, el hombre que fue condenado por el asesinato contra el plomero Silva. Esta foto fue cuando lo volvieron a detener en 2018.
Esa teoría después se desvaneció. Se constató que el plomero no había cobrado nada en esos días. A su vez tomó fuerza la versión dada por los mismos involucrados que, cada uno por su lado, contaron a medias sobre lo ocurrido esa madrugada y repartieron culpas en los otros.
Un mayor y dos menores
La situación no era la misma para todos. Los dos adolescentes de 17 años debían ser sometidos a un proceso bajo el Régimen Penal de Minoridad, pues ambos eran menores de edad. En cambio, Hugo Alejandro Nieto estaba complicado. A todos ellos le imputaron el delito de homicidio agravado por la premeditación y criminis causa.
Nieto procuró despegarse desde el primer día y acusó a sus amigos, a uno de los cuales conoció durante su estadía en la Comisaría del Menor. El joven confesó que los tres se trasladaron desde La Bebida en esa bicicleta y que la idea fue compartir unos tragos y jugar a las cartas con Silva.
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Muy distinto. Así está ahora la calle Brasil. El asesinato fue cometido en una vivienda próxima a la avenida Rawson. Actualmente hay otra construcción.
Según su declaración, estuvieron hasta pasadas las 4 de la mañana en la pieza de la víctima. Ya estaban borrachos. En eso se les despertó el hambre y entonces pidieron a Silva que comprara algo de comida para compartir. Ahí se originó la discusión. Los jóvenes insistieron y empezaron a exigirle al plomero que sacara dinero, pero éste supuestamente se molestó, los insultó y los echó de su pieza.
Nieto aseguró que él se mantuvo al margen de la discusión. Es más, contó que se encontraba en la vereda cerca de la esquina, mientras que los dos adolescentes peleaban con Silva. Y en los segundos siguientes, los vio salir corriendo y emprendieron la fuga. Ahí se enteró que había atacado a puntazos al plomero, de acuerdo a su confesión.
Distintas versiones
Los otros jóvenes también pretendieron desligarse y señalaron a Nieto como la única persona que agredió con la ganzúa a Silva. Los adolescentes no podían negar su participación. La remera roja encontrada en la casa de la víctima pertenecía a uno de los jovencitos. Además, hallaron en su poder la camiseta de Boca-que era de Nieto-y la cual fue descripta por los policías que los persiguieron en inmediaciones de Rawson y 9 de Julio.
Los tres fueron reconocidos por el vecino como los jóvenes que venían corriendo de la casa de Silva. Por otro lado, una pericia permitió identificar las huellas dactilares de Nieto en una de las botellas encontradas dentro de la habitación del hombre asesinado.
El primer juicio
En octubre de 2001 llegó el juicio oral y público en la Sala III de la Cámara en lo Penal y Correccional, pero sólo Hugo Alejandro Nieto fue sentado en el banquillo de los acusados. Los otros dos acusados todavía estaban dentro de los plazos que fija el régimen de menores para su tratamiento y acompañamiento destinado a su readaptación, de modo que el proceso penal contra ellos estaba frenado.
En el caso de Nieto, su defensa insistió en que él no participó del homicidio y que a lo sumo le podían atribuir el delito de encubrimiento. El fiscal contrarrestó esos argumentos señalando todas las pruebas que había contra el joven. Eso sí, pidió ajustar la calificación inicial de homicidio agravado por la de homicidio simple.
Para el representante del Ministerio Público Fiscal no había quedado acreditado el robo, la premeditación o el agravante de criminis causa; esto es, matar para ocultar el delito de robo. Fue así que el tribunal compuesto por los jueces Héctor Fili, Enrique Domínguez y Ricardo Conte Grand condenaron a Hugo Alejandro Nieto como autor responsable del delito de homicidio simple y le fijaron una pena de 12 años de cárcel.
El otro juicio
Los otros dos jóvenes permanecieron detenidos dos años y fueron excarcelados. Ambos fueron llevados a juicio en la Sala III recién en abril de 2003. Durante el debate quedó demostrado que los dos jóvenes, ya de 21 años, intervinieron en el asesinato del plomero Luis Silva, el supuesto amigo de todos ellos. Al primero le achacaron una participación secundaria y al otro, participación principal en el delito de homicidio.
Todo hacía suponer que los dos tenían aseguradas las condenas, pero el fiscal Ricardo Otiñano puso reparo en algo fundamental en la causa judicial, que no podía pasar por alto. Los informes judiciales señalaban que en los dos años que los jóvenes estuvieron detenidos, no recibieron el tratamiento tutelar de al menos un año de duración, tal como ordena la Ley de Minoridad. Solamente les habían practicado exámenes psicológicos y una encuesta ambiental.
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En el juicio. Una foto de Diario de Cuyo cubrió el juicio oral y público contra los dos jóvenes que eran menores cuando cometieron el asesinato junto a Nieto.
Esto, que para algunos podía ser una cuestión secundaria, era un requisito necesario e insustituible exigido por la Ley para someter a un proceso penal a dos personas que eran menores de edad cuando cometieron un delito.
Los jueces se enfrentaban a la posibilidad que, en caso que dictaran una condena, posteriormente se anulara el fallo. No había salidas, fue así que los jueces Fili, Domínguez y Conte Grand resolvieron declarar la responsabilidad penal de uno de los acusados como partícipe secundario en el delito de homicidio simple y al otro por la participación principal en el mismo delito, pero a la vez absolvieron a ambos en conformidad a la Ley de Minoridad. En otras palabras, los declararon culpables, pero no hubo condena.
En malos pasos
A fin de cuentas, el único que purgó condena por el asesinato fue Nieto. Estuvo preso en el penal de Chimbas. En 2006 empezó a gozar de las salidas transitorias. En 2008 obtuvo la libertad condicional y en septiembre de 2011 se le dio por cumplida la totalidad de la pena por el crimen de Silva.
Ahora bien, aparentemente trató de ordenar su vida y no se metió en problemas por largos años. Hasta que cayó otra vez en desgracia en 2017. Los datos judiciales indican que ese año lo metieron preso por el delito de hurto y fue condenado a 7 meses de prisión efectiva.
De ahí no se detuvo. En 2018 fue condenado a 9 meses de cárcel por hurtar prendas femeninas, lo mismo que en 2019, cuando lo castigaron a 6 meses de prisión por un hecho similar. Lo último que se sabe de él es que en 2020 pasó 1 año preso por un robo que cometió y que en 2022 afrontó otra causa penal por robo en el Segundo Juzgado de Instrucción.