Fue un día martes, y no justamente un trece, pero la mala suerte hizo presente de mañana y de la manera más trágica en un barrio de Sarmiento. Es que mucha explicación no había para tan sorprendente episodio. Don “Toto” bajó de su camioneta para revisar la bocina y terminó debajo del rodado, arrollado por las ruedas y muerto.
Cuestiones del destino, expresaron los supersticiosos, pero ninguno de los azorados vecinos salía del asombro aquella mañana del martes 15 de diciembre de 2009. Sobre la calle José Ares yacía muerto el jubilado Ramón Nimio Sánchez y diez metros adelante se encontraba su camioneta Ford F-100, casi cruzada sobre la vereda y con una rueda dentro de una acequia.
Nadie entendía lo sucedido. Sólo un par de testigos dieron una versión, la que decía que vieron que la misma camioneta pasó por encima del anciano y lo mató. Así de sencillo, pero también inexplicable, porque arriba de la camioneta no había conductor.
Los uniformados de la Comisaría 8va entrevistaron bien a esos testigos y empezaron a reconstruir lo que ocurrido. También hablaron con un yerno de don “Toto”, que contó que esa mañana el anciano volvía de ver a un mecánico del barrio por un problema en el radiador de la camioneta.
Al tomar por la calle Ares, la bocina empezó a sonar y quedó “pegada”. Según las versiones de esos testigos, el jubilado detuvo la marcha, bajó del vehículo y levantó el capot para mirar si encontraba la falla. Un testigo dijo que creyó escuchar que el motor todavía estaba andando. Otro dijo que le parecía que había apagado el motor.
Don “Toto” se paró frente al rodado, puso un banquito, se subió e introdujo parte del cuerpo para meter mano en el motor con la intención de apagar la bocina, Fue en esos segundos que la misma camioneta se puso en movimiento, lo empujó y lo tumbó al suelo. Inevitablemente Sánchez cayó debajo de la Ford F-100 y las ruedas pasaron por arriba de su cuerpo, aprisionándolo.
La camioneta continuó su marcha por el tramo de 10 metros hacia su izquierda hasta que se clavó contra una acequia. Cuando los vecinos corrieron a auxiliar al anciano, notaron que estaba gravemente herido. Una rueda le agarró una pierna y otra le aplastó el tórax o el abdomen, según contaron los policías en ese momento. El jubilado Sánchez agonizó tirado en la calle y dejó de existir antes que llegara la ambulancia.
Una de las teorías fue que el vehículo estaba detenido, con el motor encendido y en punto muerto, y que se movió por un desnivel de la calle. Sin embargo, los policías afirmaron que no había una pendiente en ese tramo.
“Dicen que el motor estaba andando. No saben cómo, pero parece que se metió un cambio”, explicó aquella vez el yerno de la víctima, de apellido Pastrán. No había duda que fue una falla humana o mecánica.
Abuelo 1.jpeg
Don Toto. Este era Ramón Nimio Sánchez.
TIEMPO DE SAN JUAN habló con Miriam Sánchez, la hija, quien dijo: “La Policía me dijo que esos vehículos viejos son muy celosos y a veces tocás algo y entran los cambios. Recuerdo que mi papá le tenía mucha confianza a esa camioneta y le sabía todas las mañas. Pero bueno, el error fue dejar el motor encendido”.
Don “Toto” tenía 76 años, pero era sano y activo. Como estaba jubilado, en sus tiempos libres salía a hacer fletes para sus vecinos del barrio Patagonia II y la gente de Media Agua. Lo que contó su hija fue que su esposa, Luisa Pelayes, jamás se enteró de la muerte de Sánchez. El alzhéimer estaba tan avanzado en ella, que ni tomó conciencia de la tragedia familiar.
La mujer y don “Toto” sabían del dolor. En 1974, perdieron a uno de sus hijos en otra tragedia inexplicable en la finca donde trabajaban de jóvenes. Fue una tarde de lluvia y tormenta eléctrica. El niño de 10 años jugaba cerca de la casa y recibió el fulminante impacto de una centella, un fenómeno conocido técnicamente como relámpago esférico. Murió en el acto.
“Hay cosas que no tiene lógica. Sufrimos mucho por la muerte de mi hermano. Mi papá se pudo sobreponer, pero mi mamá no. Ella quedó muy mal. Es que uno no está preparado para la muerte de un familiar directo y menos en esta circunstancia. Porque fue inexplicable cómo murió mi papá”.