Una niña mendocina que volvía de la escuela sufrió, a metros de su casa, el ataque de una jauría que pudo haberle costado la vida.
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SUSCRIBITEUna niña mendocina que volvía de la escuela sufrió, a metros de su casa, el ataque de una jauría que pudo haberle costado la vida.
El hecho nos remite inmediatamente al trágica historia de Sahir Jeremías, el niño de Rivadavia que fue destrozado por animales sueltos, cuando se había ido unos metros más allá de la puerta de su vivienda.
La niña regresaba a su casa y a 300 metros de la misma, de un lote baldío, salieron los animales que le ocasionaron lesiones en piernas, brazos y en una oreja.
Los gritos de la pequeña alertaron a un vecino que acudió en su ayuda, salvándola de un destino, quizá, tan triste como el del niño sanjuanino.
El padre de la menor se comunicó con el dueño de los peros que le aseguró que los animales estaban controlados por veterinarios, alejando ella posibilidad de que pudiera sufrir alguna enfermedad producto de las mordeduras.
La providencial aparición de ese vecino evitó que las heridas, si bien importantes, fueran de peligro para la vida de la víctima, que podría ser dada de alta en las próximas horas.
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