Integrante de un grupo de andinistas sanjuaninos que se preparaba para el desafío de sus vidas, Eduardo Rivas -el deportista hallado muerto este domingo en el Cerro La Sal de Ullum- tenía planificado participar de una expedición única, en la que viajaría al continente asiático para escalar al Everest, la montaña más alta del mundo.
Junto a otros deportistas locales pretendía hacer historia en el pico más alto del mundo, de una altura de 8.848 metros, pues sería el primer grupo de sanjuaninos que lo harían al mismo tiempo. Sin embargo, el inicio de la pandemia frenó los planes del equipo que quería realizar la travesía en abril de este año, justo después del viento monzónico, un peligroso fenómeno climático. Como la cuarentena se extendió, el viaje se postergó.
Trágicamente, Eduardo -uno de los seis escaladores que conformaba el equipo San Juan al Everest- no podrá cumplir ese sueño que duraría unos 45 días e imponía una épica cruzada. Las autoridades que lo buscaban desesperadamente, pasado el mediodía, confirmaron lo peor: el hallazgo de su cuerpo sin vida, en una zona de difícil acceso.
Por razones que se investigan, el especialista que hacía trekking y que había sido visto por última vez el sábado por la tarde cayó accidentalmente al vacío a más de 50 metros de altura, por un barranco, y no sobrevivió. El profesional de 65 años estuvo acompañado por su pareja y el hijo de la misma, con quienes estuvo navegando en kayak hasta el pie del Cerro. Luego se separó de ellos y continuó su camino en soledad.
Como Eduardo contaba con amplios conocimientos de montaña, muchos pensaron que había caído y resultado herido, al punto de no poder movilizarse. No obstante, el escenario fue más trágico todavía. Algunos dirán que murió en su ley y otros que lo encontrarán en cada cumbre pues amaba lo que hacía.