Los papás de Melanie y sus 6 hermanas son callados y tímidos, todo lo contrario de sus hijas, que llenaron de risas y juegos la parroquia de Caucete. Entre la alegría familiar se distinguía un hombre alto de uniforme militar: el Edecán Presidencial que llegó en representación de Macri para apadrinar a la pequeña Melani, quien por ser la séptima hija mujer se convirtió en ahijada del Presidente de la Nación.
Esta imagen se vivió este viernes en la Iglesia de San Ignacio, en Caucete, cuando el Padre José bautizó a Menali Arce con el Presidente Mauricio Macri como padrino y la esposa del intendente Julián Gil, Patricia Solar, como madrina. Esto se debió a que la niña es la séptima hija mujer de una pareja del departamento y por ley puede ser apadrinada por el primer mandatario nacional.
Macri siguió con la costumbre nacional de que sea el Edecán personal del presidente quien vaya en representación a las provincias para los bautismos. El encargado fue el Comandante Sebastián Ignacio Sánchez, quien llegó este jueves a la provincia y ya participó de 3 bautismos en los que le tocó ser la voz del presidente.
El militar se mostró cálido y estuvo jugando con Melani, que tiene 3 años y no mostraba nada de timidez al jugar con las cosas que le entregaron en nombre de Presidencia de la Nación. Su preferida era una cajita donde está la clásica medalla religiosa que envía el mandatario para "proteger y acompañar a la pequeña”.
La ceremonia se realizó sólo con los familiares más cercanos de la niña, ya que según contó la madre de Melani, decidieron tramitar el bautismo hace poco tiempo y todo fue muy rápido. "No estábamos seguros de si podíamos, pero al final hicimos todos los trámites y ahora estamos acá”, explicó María Navarro.
Los Arce son 9 en total: María y Víctor los padres, y Tania, Micaela, Débora, Florencia, María, Keila y Melani. "A veces parecen más y a veces parecen menos”, relató la madre de las niñas entre risas, a lo que el papá acotó que las más indias son "Melani y Keila, las más chiquitas”.
La familia se mostró su alegría pero a la vez la esperanza de recibir ayuda luego de que terminó la ceremonia religiosa. "Vivimos todos en una casa que tiene una sola habitación, yo no puedo trabajar y mi marido hace poco consiguió trabajo en la planta de tratamiento de residuos urbanos, pero aun así necesitamos ayuda para llevarlas a todas a la escuela” dijo María.