En Santa Lucía, en la clásica intersección de Avenida Libertador San Martín y Fray Justo Santa María de Oro, se alza uno de los monumentos más simbólicos del departamento: La Luz del Mundo. Mucho más que una estructura, representa una guía espiritual y cultural para los santaluceños, evocando un pasado lleno de tradición y comunidad.
El monumento fue instalado en La Legua, espacio reconocido como punto de encuentro desde 1869, donde se desarrollaban los acontecimientos más relevantes del entonces naciente departamento. Hoy, se ha convertido en un homenaje permanente a la memoria colectiva de sus habitantes y a la luz que sigue guiando su camino hacia el futuro.
La historia del nombre “Luz del Mundo” tiene varias raíces posibles, según el periodista Orlando Navarro. Una de las más difundidas, recuperada por el escritor Jorge Buenaventura Becerra en su libro "Santa Lucía, su gente, su historia", señala que en este lugar existía una especie de mangrullo de palos y tapiales, que sostenía un recipiente con aceite encendido al caer la noche. Esta tea servía como guía para carreros y caminantes, en tiempos en que la oscuridad reinaba en los alrededores.
Otra versión, narrada por el vecino Antonio Suraty en una nota publicada en Diario de Cuyo en 1992, cuenta que ante la ausencia de luz eléctrica más allá de calle San Juan, se colocó una lámpara de carburo en la esquina, marcando el límite entre la ciudad y el Este. Para muchos, “allí terminaba el mundo”, ya que cruzar hacia Alto de Sierra era una aventura temeraria debido a la inseguridad nocturna.
Además, la esquina fue durante años punto de vigilancia estratégica. Allí funcionó un puesto policial con una "bichadora", una torre desde donde se iluminaba el área para ofrecer orientación y seguridad a los viajeros. También se la conocía como "tierra de los Angulo", en referencia a los primeros propietarios del lugar.
Pero no todo es historia institucional. Esta emblemática esquina también fue cuna de personajes populares como el “Chiriguano”, el “Coche e-duelo” y el “Marrasqueta”, y vio surgir un club de fútbol local que adoptó el nombre Luz del Mundo. Incluso allí vivió Julio Navarro, reconocido en su época como el "compositor de huesos" más buscado por los futbolistas de San Juan, quien ayudaba a recuperar extremidades lesionadas tras los partidos.
Hoy, La Luz del Mundo sigue encendida en la memoria de Santa Lucía. Es faro, es leyenda, y es, sobre todo, una parte viva del alma de su gente.
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