Román Ruberti Godoy no nació en San Juan, pero su vínculo con esta tierra es profundo y significativo. Mendocino de origen, eligió la provincia cuyana para formarse como cineasta y hoy está a punto de recibir su título en la ENERC (Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica) sede Cuyo, con sede en la ciudad de San Juan. Mientras ultima detalles de su tesis, acaba de recibir una distinción que lo proyecta a escala internacional: fue seleccionado para integrar el Jurado Joven Mezcal en la 40ª edición del Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG), uno de los eventos cinematográficos más prestigiosos de América Latina.
Del 6 al 14 de junio, Román será parte de una experiencia única, compartiendo la mirada crítica y sensible que lo define con estudiantes de cine de todo el mundo. Junto a él, estarán representantes de instituciones de renombre como el California Institute of the Arts (CalArts), el Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC) de México, la Columbia University School of the Arts, y el Centro Sperimentale di Cinematografia de Italia.
Además, participarán reconocidas figuras del mundo audiovisual, como Mimi Plauché, directora artística del Festival de Cine de Chicago; la actriz mexicana Ilse Salas; y la curadora y programadora Elena Vilardell.
Una voz del interior con proyección internacional
La elección de Román pone en valor los talentos pero también las escuelas públicas, federales y regionales que apuestan a formar nuevas voces en el interior del país. “Estoy muy emocionado. Quiero escuchar, compartir, aprender y también aportar. Siento que tengo algo para decir, una mirada que nace desde lo que vivimos acá, en el interior del país, donde muchas veces hacemos cine con poco, pero con una sensibilidad enorme. Estoy orgulloso de representar a la escuela pública, y especialmente a nuestra sede regional. Lo que hacemos desde acá tiene valor. Y mucho”, expresó.
Román está por presentar su tesis de egreso: “Volver a verte”, un cortometraje de fuerte anclaje territorial y emocional, rodado en la provincia de San Juan, más precisamente en el pueblo de la Difunta Correa, un sitio cargado de simbolismo y fe popular. La historia, escrita y dirigida por él, sigue los pasos de Ramona, una niña de 12 años que, tras una tragedia familiar, atraviesa una profunda crisis de fe. En su búsqueda, se cruzará con el misticismo popular que envuelve a la mítica figura de la Difunta Correa y con formas inesperadas de entender el dolor, la promesa y la esperanza.
Filmada con actores no profesionales y con la participación activa de la comunidad local, la obra es también una declaración de principios: hacer cine desde el territorio, con la gente y para la gente.
“Creemos que hay un potencial inconmensurable en las provincias. Allí hay historias, rostros, paisajes y emociones que merecen ser vistas en la pantalla grande”, afirma Román. Y agrega: “Para mí, el cine es una forma de estar en el mundo. No me interesa solo como narración o técnica, sino como una experiencia que nos atraviesa, que nos emociona y nos transforma. Como decía Susan Sontag, ‘en lugar de una hermenéutica, necesitamos una erótica del arte’. Es eso: sentir más que explicar. Que lo que importa no es solo lo que se cuenta, sino cómo se vibra, cómo se mira, cómo se vive una historia”, relata.
El joven realizador reconoce la influencia del cine mexicano en su obra, especialmente aquel que se animó a retratar lo marginal, lo silenciado, lo que ocurre al costado del mapa. “Mientras escribía Volver a verte, sentí esa influencia. Y entendí que también nosotros podíamos contar desde nuestros lugares. Que nuestras historias también importan, que son profundamente cinematográficas.”
En un contexto donde el cine argentino enfrenta desafíos presupuestarios y de distribución, Román apuesta a una renovación que parta del federalismo narrativo. “Tenemos mucho para decir desde acá, y el cine argentino solo se enriquece cuando se anima a escuchar esas voces, cuando se permite ser más diverso, más amplio, más federal”, sostiene. Para él, figuras como Lucrecia Martel, con una obra enraizada en el norte argentino y de proyección global, son referentes de lo que el cine del interior puede ofrecerle al mundo.
Cine como resistencia y cuidado
Lejos de ver el cine como un mero entretenimiento, Román lo entiende como un gesto de resistencia y cuidado. “Creo que hacer cine, y también mirar cine con atención, es una forma de resistencia. En un mundo que a veces parece perder sensibilidad, elegir una mirada propia, una poética honesta, es una manera de cuidar lo que sentimos. Y esa resistencia muchas veces aparece en lo más íntimo: un plano que conmueve, un gesto mínimo que dice más que mil palabras.”
En tiempos de inmediatez y sobreinformación, Román elige la pausa, la observación atenta y la emoción verdadera. Esa ética estética es la que lo llevó a representar a la Argentina en el Festival de Guadalajara, y también la que inspira a tantos otros jóvenes que, como él, creen en el poder transformador del cine.
Una celebración de las nuevas voces
La presencia de Román Ruberti Godoy en el Jurado Joven Mezcal es mucho más que una participación individual: es un símbolo del cine que viene, de esas voces que desde San Juan, Mendoza y tantas otras geografías del interior empiezan a marcar una huella propia. Voces que no piden permiso para contar, que miran con sensibilidad y narran con verdad.
Y que, como Ramona en su película, buscan creer de nuevo. En las historias. En las imágenes y en la capacidad del cine para emocionar incluso en el rincón más lejano del mapa.