En la mayoría de los hogares argentinos, la espinaca aparece como una de las verduras “estrella” por sus nutrientes, su versatilidad y su bajo costo. Sin embargo, distintos estudios advierten que su consumo frecuente -especialmente en grandes cantidades- puede traer complicaciones para ciertos grupos de personas.
El problema principal está en su alto contenido de oxalatos, compuestos naturales que, cuando se acumulan en el organismo, pueden favorecer la formación de cálculos renales. Esto ocurre sobre todo en personas con predisposición o con antecedentes de litiasis.
Por qué el exceso puede generar problemas
Los oxalatos presentes en la espinaca se combinan con el calcio en el cuerpo, formando cristales que el riñón debe filtrar. Cuando la ingesta es elevada y frecuente, esta carga puede ser excesiva.
Según especialistas en nutrición, quienes sufran problemas renales o tengan dietas muy restrictivas deben controlar la cantidad de espinaca que consumen a la semana.
Además, la verdura cruda contiene niveles más altos de oxalatos que cuando está cocida, por lo que la forma de preparación también influye.
¿Es necesario eliminarla por completo?
No. La espinaca sigue siendo un alimento rico en hierro, vitaminas y antioxidantes. El riesgo aparece solo si se consume todos los días o en porciones muy abundantes.
Para evitar problemas, los expertos sugieren:
- Alternar su consumo con otras hojas verdes.
- Hervirla para reducir la concentración de oxalatos.
- Acompañarla con alimentos ricos en calcio para mejorar su absorción.
- Consultar a un especialista si se tienen antecedentes de cálculos.
Conclusión
La espinaca no es una amenaza en sí misma, pero como ocurre con muchos alimentos saludables, el exceso puede resultar contraproducente. Consumida con moderación y dentro de una dieta variada, sigue siendo una aliada. El secreto está en la frecuencia y la forma en que se la incorpora a la alimentación diaria.