Pesaba mucho y Nemecio no sabía cómo sacarlo del rancho. “El Viejo” pensó un buen rato, entonces se le ocurrió que, si lo retiraba por partes, le resultaría más fácil. Sobre el mesón tenía el cuchillo de 30 centímetros de largo, así que lo empuñó y se arrodilló a dar inicio a la faena.
Lo que ocurrió esa mañana del domingo 20 de octubre de 1996 -también Día de la Madre como hoy-, en ese rancho del Loteo Fiorito fue una carnicería, pero aquel cuerpo mutilado no era de un animal. Lo que contenían esas bolsas, todo desmembrado, eran los restos de Francisco Marciano “Kiko” Barraza. Nemecio Faustino Herrera lo había matado de un golpe en la cabeza. Y para borrar todo vestigio del asesinato, había descuartizado el cadáver.
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La última foto que existe de "El Viejo" Nemecio Herrera.
Pero si ya es espeluznante imaginar a ese obrero rural de 69 años cortando en pedazos a su amigo, sin siquiera arrancarle la ropa, igual o más aterrador fue la manera en que hallaron dos días más tarde esos restos humanos.
La mañana del martes 22 de octubre, Eduardo Troncoso –el joven hijo de un peón de finca- salió a limpiar las acequias en los alrededores de su casa. Lo acompañaba uno de sus perros, que extrañamente se alejó de él mientras caminaban bordeando la calle San Luis, al norte de Buenos Aires.
En los minutos siguiente el trabajador rural sería testigo de algo estremecedor. “Vi que el perro traía algo. Miro, y era la cabeza de una persona. No sé de dónde la sacó. Me acuerdo que vine a avisar a mi mamá, ahí llamaron a la Policía y yo ya no volví al lugar”, relató brevemente el hombre, que aún vive en esa zona rural del distrito Las Chacritas y próxima al aeropuerto de San Juan, en 9 de Julio.
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Esta fue la casa donde se produjo el crimen y el descuartizamiento.
Otros dos vecinos, de apellidos Escudero y Morales, esa misma mañana del martes encontraron una de las bolsas arpilleras y después otra, que contenían las partes mutiladas del cadáver de Francisco Marciano Barraza. Los policías de la comisaría de Las Chacritas y de Seguridad Personal de la Brigada de Investigación, bajo las órdenes del juez de instrucción Agustín Lanciani, al rato rastrillaron los terrenos ubicados en calle San Luis y hallaron las últimas bolsas con restos humanos. Todas estaban semienterradas en un radio de 30 metros del rancho de Nemecio Faustino Herrera.
El hallazgo tenía relación con la bicicleta que había sido encontrada tirada dentro de un zanjón de la zona el lunes 21 de octubre y que pertenecía a “Kiko” Barraza. El hombre de 57 años, domiciliado en calle Córdoba de la misma villa y a una cuadra del rancho de Nemecio, había desaparecido el domingo 20 de octubre.
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La nota sobre el impactante caso fue reflejado en apenas una columna de la página de Diario de Cuyo.
La familia ya lo andaba buscando y todo hacía presumir que el descuartizado era “Kiko” Barraza. Los investigadores lo confirmaron en horas de la noche, cuando la mujer de Barraza, la hermana y otros parientes reconocieron lo que quedaba de él en la morgue del Hospital Marcial Quiroga.
Hasta entonces eran siete los detenidos. Entre ellos estaba “El Viejo” Herrera, que confesó el brutal asesinato al verse apremiado por el sorprendente hallazgo de la cabeza y los restos del cadáver de su amigo a metros de su rancho. No tuvo empacho en relatar el por qué lo mató y qué hizo después con el cuerpo, aunque aseguró que él no empezó la pelea y fue “Kiko” Barraza quien llegó borracho a agredirlo.
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Un recuadro. Por algún motivo, DIARIO DE CUYO hizo una breve cobertura del espeluznante asesinato.
En la declaración que dio en sede policial y que ratificó ante el juez Lanciani, afirmó que la mañana del 20 de octubre de 1996 no probó una gota de alcohol. Es más, dijo que estaba tomando mate en su casa y de improvisto llegó “Kiko” Herrera en bicicleta. “Como venía se metió al rancho. Entró como loco”, todo alterado y largando insultos, describió. “Me dijo que venía hacerme cagar y a culiarme. Que iba hacer lo que quisiera conmigo... Era él o yo. Y me defendí”, confesó Nemecio.
“Kiko” Herrera era apreciado y respetado por los habitantes del Loteo Fiorito, pero también tenía un pasado turbulento. Había estado preso en el penal de Chimbas cumpliendo una condena por asesinato. Según los vecinos, mató a otra persona en medio de una pelea de borrachos en un bar.
“El Viejo” Nemecio también cargaba fama de violento y sobre todo de malhumorado. Y es un misterio que hubo entre Herrera y “Kiko” Barraza y qué pasó realmente en los minutos previos al crimen. Ambos eran amigos, afirmó el acusado.
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Así luce hoy la propiedad en la que se cometió el bárbaro asesinato.
Solo se conoció la versión del asesino y descuartizador. En esa declaración contó que Barraza quiso pegarle y, en una acción por defenderse, tomó la horqueta que tenía al lado del mesón. Según él, le partió la cabeza a su amigo de un duro golpe con la parte de hierro de la herramienta de labranza y éste cayó al piso de tierra.
“Le comenzó a salir sangre y ahí quedó. Para mí estaba muerto”, aseguró en un tramo de su confesión. También sostuvo que intentó sacar el cuerpo de la casa, pero, como Barrraza era corpulento y pesado, sus esfuerzos fueron en vano. “Ahí decidí cortarlo”, reconoció.
Para ello agarró el cuchillo tipo carnicero que habitualmente usaba en la cocina y los carneos. “Lo corte con ropa y todo”, admitió en su escalofriante relato. El informe forense reveló que la víctima presentaba un importante traumatismo de cráneo producto de un golpe y que el homicida desmembró el cadáver empleando un cuchillo a través de cortes en las zonas de las articulaciones. Así, separó la cabeza y los brazos del tronco. Hizo lo mismo con las piernas, pero a éstas las partió en dos, de acuerdo a un documento judicial.
Lo llamativo del estremecedor caso fue que no tuvo amplia cobertura en los medios, pese a los espeluznantes detalles del crimen.
“El Viejo” Nemecio actuó de forma sanguinaria y con mucha frialdad, hasta se tomó el trabajo de meter los restos mutilados en distintas bolsas arpilleras y los enterró a metros de su casa. También se deshizo de las zapatillas Adidas de su víctima en otro lugar y arrojó las suyas, que estaban manchadas con sangre. Además, limpió el rancho, se llevó la bicicleta del difunto y la tiró dentro de un zanjón cercano.
Un vecino testificó que el mediodía del domingo 20 de octubre de 1996 presenció algo que le llamó la atención. Contó que vio a Nemecio Herrera sacando unas bolsas de su casa y que luego las enterró en un campito, pero no le preguntó qué hacía o qué contenían esos envoltorios.
El argumento de un asesinato en defensa propia no cambió el rumbo de las investigaciones y ni el resultado del juicio celebrado en octubre de 1997 en la Sala I de la Cámara en lo Penal y Correccional. El descuartizamiento de la víctima tampoco agravó la situación penal de “El Viejo” Herrera, que fue juzgado por el delito de homicidio simple y condenado a la pena de 12 años de cárcel.
Nemecio Faustino Herrera pasó sus últimos años en el Servicio Penitenciario Provincial, pese a que ya estaba anciano. Su condena se cumplía el 20 de octubre de 2008, según un informe oficial.
Recién tuvo un respiro el 7 de febrero de ese año, cuando dispusieron trasladarlo del penal de Chimbas al Hogar de Ancianos en la avenida Benavidez. “El Viejo” tenía 81 años, estaba enfermo y poco le duró la estadía en el geriátrico del Estado. A los días lo golpeó una neumonía y estando internado sufrió accidente cerebro vascular. A las 14 del miércoles 20 de febrero de 2008, Nemecio murió en una sala del Hospital Marcial Quiroga.
FUENTE: Sentencia de la Sala I de la Cámara en lo Penal y Correccional, testimonios de vecinos del Loteo Fiorito, Servicio Penitenciario Provincial de San Juan, Juzgado de Ejecución, recortes periodísticos de Diario de Cuyo y Hemeroteca de la Biblioteca Franklin.