El aire cálido de Mallorca tiene un componente extra de electricidad cuando Wanda Nara y L-Gante atraviesan las calles, burlando la vigilancia de los curiosos y de las cámaras que parecen no descansar nunca. Mientras Mauro Icardi enfrenta el revuelo por la filtración de un video íntimo presuntamente en poder de Natasha Rey, la empresaria y el cantante desafían el ruido mediático con una coreografía propia. Todo queda documentado, una vez más, ante miles de seguidores.
En el tablero iluminado de sus historias de Instagram, los dos parecen flotar lejos del escándalo. Sombreados por la luz dorada de la tarde, pasean en un principio por un circuito de go-kart y se detienen ante una máquina de peluches. L-Gante, con ese impulso casi infantil y torpe, se lanza a ganar un premio. Wanda lo graba con el celular, sosteniendo la ansiedad en la sonrisa.
“¿El elefante trompita?“, le pregunta ella, atenta a la garra metálica que, despacio, se acerca al peluche gris.
La respuesta queda suspendida. La máquina traga la moneda, el elefante se resiste. Al final, el botín es más modesto: un peluche pequeño, cuya silueta no recuerda trompas ni orejas. La frustración deja paso a una risa compartida, una complicidad que desmiente cualquier sombra que proyecte el huracán de rumores y titulares de farándula.
La crónica en tiempo real no termina en los juegos. Poco después, entre el vapor que brota de una enorme olla con ñoquis, Wanda comparte otra foto. La escena tiene el gusto de la domesticidad impostada, un guiño explícito a la marca que la sostiene: “Acá cocinando para la banda. Masterchef”, escribió en el pie de foto, porque todo en la vida de la conductora es también autopromoción. El reality gastronómico está por volver a la pantalla y ella no desperdicia oportunidad para recordarlo. Así, el posteo se cuela entre imágenes de lujo, viajes y juegos, completando una postal intencionada.
Complicidad
No hay silencio pleno ni siquiera en los abrazos de supermercado. En un video de selfie, ambos se estrechan: la cámara ligeramente temblorosa, el fondo borroso de un centro comercial ibérico. L-Gante pregunta, como si la canción fuera una contraseña secreta entre ellos: “¿Cómo era el tema?“.
Wanda, sin dejar espacio a la duda, responde con la agilidad que la consagró en el territorio digital: “La hacemos corta, pa”.
El chiste queda flotando unos segundos antes de que el cantante cruza la última frontera y, entre risas, pasa la lengua por el rostro de ella. La escena, capturada y compartida, es una metáfora exacta del momento: brevedad, irreverencia y escándalo.
“La hacemos corta, pa”: el nuevo eslogan en la era del video viral y el amor desenfadado, enmarcado por los ecos lejanos del caso Icardi y el brillo complacido de una cámara siempre encendida.
En esta secuencia de imágenes —los go-karts, la garra mecánica, la olla humeante, la lengua inesperada— circula una respuesta tácita al escándalo. Wanda Nara y L-Gante se muestran impermeables a la tormenta, dueños de un presente que insisten en controlar, alimentando la narrativa en la que el verdadero espectáculo siempre sucede del otro lado de la pantalla.
Cabe recordar que estos instantes de la pareja llegan justo después de que las redes sociales estallaran al darse a conocer un supuesto video íntimo de Mauro Icardi. El mismo fue difundido por Natasha Rey, la vedette uruguaya que asegura que el jugador intentó seducirla a través de mensajes privados. Inmediatamente, las repercusiones inundaron las plataformas provocando que el deportista expresara su furia.
Horas después de que el video se viralizara, el delantero del Galatasaray respondió con furia desde su propio perfil. En un principio, el deportista se burló de lo ocurrido y mostró una captura de pantalla de una solicitud de mensaje de la modelo hacia su cuenta. Enseguida la China Suárez se sumó a la desmentida, reposteando la captura de su novio y agregando la frase: “Baby, la podrías haber aceptado”. Sin embargo, a los pocos minutos ambos eliminaron las historias.
FUENTE: Infobae