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TSJ en Valle Fértil

La vocación del bombero voluntario, el héroe sin capa

El incendio en Valle Fértil duró cerca de 10 días y demandó un operativo de más de 200 personas, muchas de ellas eran brigadistas voluntarios.

Por Celeste Roco Navea

Nunca había ido a Valle Fértil, más que una sola vez, en una escapada relámpago. No recordaba siquiera la ruta, pero entusiasmaba la idea de ir. No era un viaje cualquiera, ni siquiera una escapada de fin de semana. Las sierras ardían desde hacía días, los bomberos ya estaban trabajando y estaba yendo al lugar a verlo y registrar todo lo que pudiera. Una de las ventajas de esta profesión es poder ser testigo de momentos en donde hay una combinación curiosa de sensaciones: la adrenalina de estar ahí, seguir el minuto a minuto, ser un veedor de un fragmento de la historia; y por el otro la preocupación de saber que detrás de esa columna de humo hay decenas de personas que están sufriendo la pérdida.

Era sábado. Hace exactamente una semana. El incendio que azotaba la zona llevaba seis días y ya había consumido 6.000 hectáreas en las Sierras de Chávez, Sierras de Elizondo y otras zonas. El sol brillaba radiante y había una leve brisa en el aire. El clima estaba calmo pero raro. Después de dudar por algunos caminos, al fin habíamos llegado a la escuela Franklin Rawson, donde se había instalado el campamento. Sabíamos que ese era el lugar donde iba a comenzar el mayor desafío: conseguir convencer a los bomberos de llevarnos a la línea de fuego. Fue ese instante cuando comprendí lo que significa la vocación, el darlo todo sin pedir nada a cambio, solo la satisfacción de haber cumplido.

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Es sorprendente como, pese al escenario que estaba presenciando, el fenómeno del incendio fue lo que menos me conmovió. Me conmovieron sus historias, sus realidades.

La primera persona a la que le pregunte “¿ y crees que se apaga dentro de poco?” me respondió: espero que sí, porque mañana es el casamiento de uno de los chicos. Miré por arriba de su hombro y entre un grupo de personas de trajes amarillos, había un bombero voluntario que en 24 horas se iba a casar. Y estaba ahí, con su rostro cansado, pero entero.

En ese momento me di cuenta que iba a ser un día para recordar siempre. Así fue por ejemplo que conocimos al bombero vallista “por adopción”. Hacía 10 años vivía en Valle Fértil junto a su familia, pero él es de la ciudad. Habló de lo valioso que es la paz del sonido de la naturaleza, cuando en sus días de franco solía ir con su cámara a las sierras.

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La verdadera comprensión de lo que es la vocación de ser bombero voluntario era la historia de un brigadista de Mendoza. La contó uno de sus compañeros. A él lo llamaron cuando estaba trabajando en un taller mecánico. “Le dijo a su jefe y él no le puso buena cara y se vino igual. No sabe si cuando vuelva tenga trabajo”, decía. Una persona de otra provincia estaba ayudando a gente que no conocía, poniendo en riesgo no solo su sustento, como es el trabajo, sino también su vida. El bombero formaba parte del grupo de 40 brigadistas que llegaron bajo el mando de Gustavo Albornoz, director de Operaciones de la Región “B” de Coordinación Única de Operaciones de Bomberos Voluntarios de Argentina.

Ser bombero voluntario es poder lograr ver la vida de otra forma. Tienen sus vidas, sus actividades, sus trabajos, pero cuando el deber llama, la dedicación es plena.

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Hubo momentos de preocupación, donde la espera parecía eterna. El tener que aguardar en el campamento a que los bomberos que “estaban arriba” lleguen. De cerca, desde donde estábamos, veíamos la columna de humo negra. Aprendí que cuando el humo es negro, es porque la vegetación esta fresca, recién brotando. El humo pasó a ser fuego. A simple vista se observaba como el viento jugaba en contra y hacía que las llamas avanzaran hacia donde estábamos. No soy buena sacando cálculo a ojo, pero un vallisto me dijo que estábamos a tres kilómetros.

“Ahí tendríamos que estar nosotros, no acá”, decía un bombero enojado. Le había tocado quedarse en el campamento, como me sucedió cuando nos dijeron que solo podían llevar a uno “arriba”. Y me quedé.

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Volvieron y había que esperar las nuevas indicaciones. Algunos comenzaron a levantar campamento. Caía la noche y había que emprender el regreso. Una última entrevista con los datos como hectáreas quemadas (6.500 en ese momento), en que zonas se había trabajado (Los Bretes, Las Tumanas, Puesto La Tala y a la altura en la zona de La Zeta), cómo continuaba el operativo el día siguiente, entre otras. El jefe de Bomberos de la Policía de San Juan, Carlos Heredia respondió todas las preguntas sin problema y cuando nos despedimos, luego de un eterno agradecimiento, dijo “avisen cuando lleguen”.

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Viajamos por una ruta donde reinaba la oscuridad, pero esa noche había algo más, una luz naranja sobre las sierras. Eran los focos activos del incendio que habíamos ido a cubrir.

El detrás de escena del operativo dispuesto para combatir los incendios en Valle Fertil

Me preocupaba no tener la información necesaria, no haber hecho el trabajo esperado, pero estaba cargada de tanta humanidad, de tantas historias, de tantas sensaciones que necesitaba volcarlas primero, para luego elaborar informes sobre cómo se trabajó, quienes lo hicieron, cuándo, dónde y todos aquellos datos que se han ido publicando.

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