La jueza de la Sala IV de la Cámara de Apelaciones en lo Civil, María Josefina Nacif, se despidió del Poder Judicial de San Juan con una trayectoria que marcó un antes y un después en la justicia administrativa de la provincia. Su carrera, dentro del sistema judicial sanjuanino, comenzó en octubre de 2007, cuando asumió como la primera jueza en el recién creado Juzgado Contencioso Administrativo, abriendo así un camino inédito en la justicia local.
Fue pionera en un ámbito inexistente hasta entonces en la provincia: el fuero especializado en materia pública. Su llegada significó el inicio de una etapa de institucionalización del control judicial sobre los actos del Estado provincial. Durante cinco años, desempeñó su rol en la primera instancia, hasta que en 2012 asumió como jueza de Cámara tras concursar por el cargo en la sala especialmente creada para esa competencia.
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Miembro fundador de la Oficina de la Mujer de la Corte de Justicia, donde se brega por los derechos de las mujeres en el ámbito del Poder Judicial, quien dice adiós inició su vida profesional en Córdoba, donde ejerció como abogada del Ministerio de Gobierno. En 1993 regresó a San Juan, su tierra natal, en medio de un clima político complejo. Allí fue designada en la Asesoría Letrada de Gobierno, mientras mantenía su estudio jurídico privado. Pero su vocación por lo público prevaleció. “Siempre fue una vocación muy grande la mía, social, una vocación social muy fuerte”, destacó.
Su impulso por consolidar un fuero contencioso administrativo en San Juan surgió a partir de la convicción de que los conflictos entre el Estado y los ciudadanos requerían una mirada diferente a la del derecho civil tradicional. “No estamos hablando de intereses entre particulares, como un contrato o un accidente. Estamos hablando del patrimonio de todos los sanjuaninos”, enfatizó.
Durante su paso por el juzgado, Nacif debió afrontar desafíos jurídicos y personales. Uno de los hitos de su carrera fue su intervención en causas relacionadas con expropiaciones de veredas que databan de décadas atrás. Sus fallos, innovadores y de fuerte impacto público, establecieron que no se trataba de expropiaciones indemnizables sino de restricciones administrativas legítimas, orientadas a garantizar la seguridad pública. Estas decisiones despertaron reconocimiento, pero también fuertes reacciones: “Fui víctima de un ataque intencional, me incendiaron mi casa con motivo de mi función”, reveló.
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Junto al personal de la Sala IV, que la acompañó en sus últimas labores en la Cámara
Pese a los momentos difíciles, la integrante de la Asociación de Mujeres Juezas San Juan reconoció que deja el cargo con una sensación de misión cumplida. “Me voy muy satisfecha porque San Juan avanzó y avanzó muchísimo. Y para mí es un orgullo haber colaborado con eso”, afirmó.
El panorama institucional también cambió durante su gestión. Con el tiempo, la competencia exclusiva del fuero contencioso fue absorbida por las distintas salas de la Cámara Civil, entre ellas la Sala IV donde ella se desempeñó. Actualmente, todas las salas tratan causas civiles, administrativas y de familia, y sólo la competencia comercial especial permanece diferenciada.
Es por ello que, de cara al futuro, Nacif es clara respecto a las cualidades que debe reunir quien la reemplace: “Los jueces debemos comportarnos tanto en vida pública como privada de la misma manera. Y debemos tener capacidad de mucho trabajo, vocación y compromiso con el justiciable. Porque es quien se sirve de nuestro servicio, empeño y estudio”.
Su legado quedará impreso no solo en los fallos que sentaron doctrina en la provincia, sino en la institucionalización de una justicia pública más sólida, con una mirada específica sobre el interés colectivo y el rol del Estado. María Josefina Nacif no solo ocupó un cargo, sino que fue una constructora de camino. Su salida da lugar a una nueva vacante clave dentro de Tribunales.