¿Te pasó alguna vez de ver a alguien y pensar: “No sé qué tiene puesto, pero se ve increíble”? Eso, querida lectora, es el lujo silencioso.
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SUSCRIBITECuando menos es más… pero con mucha clase. Te invitamos a leer un poco sobre las claves para usarlo y llevar este estilo en la "vida real" de la mano de Raffa Andrada en su columna de cada miércoles con "M" de moda.
¿Te pasó alguna vez de ver a alguien y pensar: “No sé qué tiene puesto, pero se ve increíble”? Eso, querida lectora, es el lujo silencioso.
Una tendencia que no se mide por etiquetas visibles, ni por brillos, ni por moda estridente. Al contrario, es un estilo que se siente en la piel, que se ve en los detalles y que, sobre todo, se nota cuando no necesita llamar la atención.
En un mundo donde muchos gritan moda, esta tendencia susurra. Y cuando sabés escucharla… no hay vuelta atrás.
Es el arte de vestirse bien sin ostentar. De elegir prendas de calidad, con buena confección, colores neutros, cortes clásicos y materiales nobles. No hace falta mostrar logotipos ni marcas. Al contrario: cuanto más discreto, mejor.
Y aunque se llame “lujo”, no necesariamente tiene que ser caro. Lo importante no es el precio, sino la percepción de elegancia, simplicidad y sofisticación.
Es esa señora que entra al café con un tapado camel que le calza perfecto, sin una sola arruga, y parece que lo tuvo toda la vida. Es esa amiga que siempre se ve impecable, aunque esté vestida “con lo mismo de siempre”. Es ese look que no cambia cada temporada, pero tampoco pasa de moda.
¡Todas! Y eso es lo mejor. No hay edad, ni talla, ni presupuesto exacto. Podés lograrlo armando un fondo de armario con piezas neutras, cuidando tus prendas, combinando bien y sobre todo, poniendo intención a la hora de vestirte.
El lujo silencioso no se trata de tener mucho, sino de saber elegir. De valorarte lo suficiente como para vestir cómoda, sobria y con estilo. Y eso, querida lectora, no tiene precio.
En resumen. Esta tendencia no necesita hablar fuerte para que la escuchen. Y quizás por eso, es la más poderosa de todas. Porque se apoya en la seguridad, en la elegancia sin esfuerzo y en ese encanto que no se compra, se construye.
Vestirse también es una forma de hablar de una misma, sin decir palabra. Por eso me gusta tanto el lujo silencioso: porque no impone, no exige, no presume. Solo propone y acompaña. Y a veces, en esos días en que no sabés bien qué ponerte ni cómo te sentís, una prenda simple, bien elegida, puede ser tu pequeña victoria. Una forma suave de decirte frente al espejo: “Estoy acá, me veo bien, y me lo merezco.” Y eso, para mí, es el verdadero lujo.